Pamela Yates y Paco de Onís: ‘Crear resistencia, el papel del documental’

Pamela Yates y Paco de Onís, documentalistas. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.

El interés por el cambio social y la defensa de los Derechos Humanos a través del cine es el lazo que une a Pamela Yates (PY) y Paco de Onís (PO). Ambos colaboradores de la organización mediática Skylight han sido invitados por el festival Edoc 2019, para presentar ‘Cuando las montañas tiemblan’ (1983), ‘Granito: como atrapar a un dictador’ (2011) y ‘500 años’ (2016).
Los tres documentales, que conforman La saga de la resistencia, hacen un recorrido de más de 35 años a través de la historia de una guerra civil y un genocidio, con más de 200 000 víctimas, en Guatemala.
¿Cuál es el papel que juega el cine documental en la lucha contra la injusticia?
PY. En la época en que el documental ‘Cuando las montañas tiemblan’ se estrenó en 2003, después de 20 años de censura en Guatemala, dos abogadas me pidieron acceso al material inédito de la película porque estaban abriendo un caso por genocidio, que al final fue parte de la evidencia forense en el juicio contra el exdictador Efraín Ríos Montt. De eso aprendí dos cosas. Primero, que siempre hay que guardar todos los archivos de la producción. Y que hay que colaborar y nunca abandonar la búsqueda de la justicia. Cuando hay violaciones de derechos humanos y me siento impotente para poder cambiarlo es importante documentarlo para actuar.
¿En dónde se dividen el arte y el activismo?
PO. No veo una diferencia entre arte y activismo. Picasso con el Guernica o Goya, con pinturas sobre la invasión de los franceses a España, hicieron activismo desde el arte. Para nosotros el activismo es una parte integral del trabajo, tanto así que hace tres años iniciamos un Laboratorio de Solidaridad, para crear redes de activistas y cineastas.
Sobre la base de la experiencia en Guatemala. ¿Cree que el cine ha ayudado a cambiar la historia?
PY. No solo el cine por sí mismo, pero sí es un elemento importante de un cambio que depende de muchos granitos de arena. Este es un concepto maya acerca de la comunidad, que sostiene la idea de que cada persona puede contribuir para el cambio social. En ‘Granito’ se evidencia porque es una causa en defensa de los derechos humanos en la que participan no solo activistas, sino antropólogos forenses, líderes comunitarios, documentalistas, archivistas, abogados.
¿Es un trabajo colectivo?
PO. No nos gusta hacer películas en las que solo se mira a las víctimas, nos interesa más contar historias de personas que han tomado consciencia sobre su victimización y entienden los procesos y poderes que están detrás de eso y que también pueden aportar con ideas para cambiar todo.
Se dice que un país sin memoria está condenado a repetir su historia. ¿Es posible que seamos parte de esa reiteración frente al contexto social actual?
PY. El cine documental siempre está construyendo memoria histórica. Por años, las voces oficiales en Guatemala negaron el genocidio, pero hay imágenes, testimonios y evidencia forense que el documental ha transformado en una contranarrativa. Otra cosa que hace el cine documental es unir las luchas comunes en América Latina. En la trilogía de Guatemala hay temas universales sobre corrupción, derechos indígenas, igualdad y justicia, con los que todo el continente se identifica.
¿Cuáles son las condiciones para enmarcar el documental dentro de un enfoque de DD.HH.?
PY. Depende de quiénes cuentan la historia. En nuestro caso elegimos mujeres y en su mayoría indígenas, porque eso es más representativo. En ‘Cuando las montañas tiemblan’ tener de protagonista a Roberta Menchú fue muy importante porque habla directamente a la cámara con un testimonio tan fuerte que conecta fácilmente con el público. También es responsabilidad del director el desarrollar una relación de confianza con los protagonistas, que luego se nota en el producto final.
¿A qué riesgos se ha enfrentado en la trilogía?
PY. Después de filmar ‘Cuando las montañas tiemblan’ fui declarada como persona no grata en Guatemala y no volví por 10 años, hasta que Rigoberta Menchú ganó el Nobel de la Paz y más de un millón de refugiados regresaron a su país. Hasta ahora recibimos amenazas. Pero si vamos a tomar riesgos artísticos, políticos y otros eso implica enfrentar nuestros propios miedos y canalizarlos.
¿Con esta trilogía cinematográfica termina el trabajo en Guatemala?
PY. No. Estamos trabajando en un proyecto virtual para crear redes sociales para proteger a los defensores de Derechos Humanos. También tiene un elemento fílmico que es una serie de perfiles cortos de líderes sociales y activistas.