Entrevista Gabriel Jaramillo Especialista del programa del área de ambiente, energía y gestión de riesgos del PNUD. Foto: Archivo.
Esta semana se inauguraron en Galápagos un parque eólico y una planta de energía fotovoltaica. El primer proyecto contó con financiamiento y gestión del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
¿Cómo surgió la idea de levantar el parque eólico?
El naufragio del buque Jessica (enero, 2001), con combustibles pesados para embarcaciones y para generación eléctrica fue como un clic que despertó a las autoridades y a los cooperantes, para reducir el transporte de combustible y de productos peligrosos a las islas. Ahí nació la idea de cero combustibles fósiles para Galápagos.
La primera fase busca reducir la cantidad de combustible para generar energía eléctrica. Se espera que eventualmente se pueda manejar el tema transporte, que es el siguiente impacto grande.
¿Es posible alcanzar la meta de cero combustibles fósiles en Galápagos?
Con la tecnología que existe actualmente en el mundo es posible, más para una población tan reducida como la de las Galápagos, a pesar de que tiene una población flotante muy alta, por el turismo.
¿En cuánto ha disminuido el envío de combustibles a las islas Galápagos?
Como una cifra estimada se calcula que entre 2004 y 2014 se ha reducido el envío de diésel al archipiélago en alrededor de 1,9 millones de galones.
¿Cuánto se invirtió en el parque eólico de Baltra?
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo aportó USD 3 millones del Fondo Mundial para el Medioambiente. Se despertó el interés del Gobierno y de los cooperantes y se sumaron iniciativas de uso de paneles solares, biocombustibles, torres eólicas… pero eran proyectos desorganizados.
La primera labor fue armonizar todo. La siguiente, acompañar ambientalmente el desarrollo de los proyectos y la tercera, construir el parque eólico en Baltra, que busca alimentar al aeropuerto en un 100% y tener una participación de un 25%
en Santa Cruz.
En los siete años que tomó implementar el proyecto, ¿se han logrado avances para llegar a la meta de cero combustibles fósiles?
Hubo iniciativas de coreanos, españoles, alemanes… sumando todas, se llegará a generar 9,75 megavatios, superando la meta original de 6,6 solo para Santa Cruz y Baltra. Esto se traduce a 2 900 toneladas de carbono evitadas.
Hasta el momento, solo para estas islas, se ha apalancado USD 20 millones más. Se espera que cuando el resto de proyectos se terminen, haya una inversión total de USD 71 millones, atraídos por la inversión semilla.
¿Cómo fue la experiencia de levantar el parque eólico fuera del área continental?
En números generales, costó dos veces más de lo que hubiese costado un proyecto similar en el continente. Pero era previsible por transporte, tiempos y complejidad. Estaba diseñado originalmente para cinco años y se inauguró a los siete, por varios motivos. Por ejemplo, sacar una licencia ambiental por un cable en Galápagos es mucho más complejo que acá. La sensibilidad del ecosistema requiere de estudios y de precauciones enormes.
¿Ese cuidado causó cambios sustanciales en el proyecto eólico de Baltra?
Las torres estaban diseñadas para una de las cabeceras del aeropuerto. Cuando hicieron la inspección para remover material, se dieron cuenta de que unas iguanas que se creía extintas en esa parte de la isla se habían recuperado.
Eso costó casi medio millón de dólares: se movió y rediseñó todo. Tenemos respeto total por la sensibilidad de las especies. Las siguientes inversiones van a aprender de los errores, buenas prácticas y lecciones de estos siete años y reducirán costos.
¿Hay más planes de Naciones Unidas para nuevos proyectos de energía renovable en las Galápagos o en el Ecuador continental?
Estamos abiertos a la cooperación. Hay la iniciativa del secretario general Ban Ki-moon a escala mundial que se llama Energía sostenible para todos.
Debemos apoyar a los países para alcanzar tres objetivos al 2030: asegurar una alta participación de energías renovables en las matrices energéticas de los países, una mayor eficiencia en el uso de la energía y acceso universal a servicios energéticos.
Hay una clara relación entre desarrollo y salir de la pobreza con el acceso a la energía.
¿Qué proyectos están en marcha en el continente?
Estamos trabajando en Secure, un proyecto de eficiencia energética en el sector público y residencial, con el Ministerio de Electricidad y Energía Renovable.
Este busca llenar algunos vacíos en la gestión ambiental con los megaproyectos de eficiencia energética que incluye la renovación de refrigeradoras, por ejemplo.
Otra idea es que haya un etiquetado claro de electrodomésticos para que la gente sepa cuánto consume de energía una refrigeradora versus otra, o abrir laboratorios para certificar la eficiencia energética de los equipos hechos en Ecuador.