Gabriela Montalvo estudió Economía en la Universidad Católica del Ecuador. Ha realizado estudios de posgrado en economía y género. Fue directora de Fomento de la Economía de la Cultura. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
La economista Gabriela Montalvo ha dedicado gran parte de su vida profesional a estudiar los procesos y dinámicas económicas que se dan en las prácticas artísticas en el país. Es conocedora de los postulados de la Economía Naranja, propuestos por el economista colombiano Felipe Buitrago. Postulados que trató de implementar en su paso por el Ministerio de Cultura.
¿Cómo ha funcionado la relación entre cultura y economía en el país?
Creo que en los últimos siete u ocho años recién se empezaron a pensar las relaciones que siempre han existido entre economía y cultura y también sobre el tema de las industrias culturales.
¿La idea de una cultura mercantilizada ha parado ese diálogo entre economía y cultura?
Sí, claro. La mercantilización de la cultura es una idea inherente a las primeras concepciones sobre la economía de la cultura. Si se analiza a profundidad, esa relación no se restringe a lo mercantil.
¿La cultura debe ser vista como un recurso para el desarrollo de la economía del país?
Siempre en la cultura hay un sentido de recurso. Una obra de arte siempre ha tenido implícito un valor económico ligado al utilitarismo. Ahora, los recursos se dirigen a la producción de mercancías. Gracias a la tecnología, estas mercancías pueden ser reproducidas ‘ad infinitum’. Eso es lo que hace posible la industrialización de la cultura y las industrias culturales.
¿Cuál es la situación actual de las industrias culturales?
La tecnología ha permitido que se vayan ampliando. Ahora hay franquicias de obras de teatro o de espectáculos musicales. Hay personas que las compran y las adaptan. De alguna manera, esas obras empiezan a industrializarse.
¿Cuál es el papel que están jugando las industrias creativas en Latinoamérica?
El país que más ha trabajado en este tema es Colombia. Tiene lo más importante dentro del ciclo de una política pública: estadísticas. Con estadísticas es más fácil que te sientes en una mesa de negociación con las autoridades. En el país, llevamos hablando varios años sobre el tema del fomento a la cultura, pero todavía no tenemos estadísticas.
¿Se ha planteado algún proyecto en el país para contar con estadísticas?
Cuando estuve en el Ministerio de Cultura iniciamos el trabajo con Felipe Buitrago para adaptar la metodología, que es mundial, para la construcción de una cuenta satélite de cultura.
¿Qué se ganaría con la construcción de esta cuenta satélite?
Las cuentas satélites permiten a los sectores no tradicionales utilizar las mismas metodologías de los otros sectores para saber cuál es su aporte al PIB. Si un sector no tiene esos datos no puede llegar a instancias de decisión. ¿Cómo puedes conversar con un Presidente, si no le dices represento tanto por ciento del PIB? Solo cuando llegas con el dato las autoridades te van a tomar en cuenta.
¿Cree que se puede aprobar la Ley de Cultura sin un análisis económico previo?
Me parece que es una ley que abarca demasiado, los colombianos tienen la Ley Naranja. Son tres páginas referentes a las posibilidades de la inversión privada y pública para la producción cultural. Si eso luego termina en un obra de cine arte o un ‘best-seller’ no es el tema a discutir, sino que se fomente la producción creativa.
¿Eso quiere decir que no hay un futuro para el fomento de la cultura en el país sin estadísticas?
Si me preguntas a mí, no. Si no tienes los datos, ¿cómo vas a diagnosticar? Sería un diagnóstico sumamente discursivo. Lo bueno de la ley es que se habla de los mecanismos para producir estadísticas.
¿El Registro Único de Actores Culturales?
Tener un registro como el RUAC es fundamental. Eso permitirá saber cuántos actores, cineastas, teatreros o investigadores hay en el país o por qué se está organizando un festival de teatro en Loja.