Entrevista a Felicita Marcelli actriz y pedagoga italiana que visitó Ecuador durante las primeras semanas de enero. Foto: Galo Paguay/ El Comercio.
Como parte del proyecto de investigación cultural, El Cuerpo del Silencio, la actriz italiana Felicita Marcelli del Open Program of the Workcenter of Jerzy Grotowski and Thomas Richards visitó Quito (Museo de la Ciudad) y Cuenca (Apu Teatro) desde inicios de enero hasta la semana del 12 del mismo mes.
Este centro teatral tiene más de 25 años de vida y acogió al director polaco Grotowski por 13 años hasta su muerte; sus programas cuentan con actores de casi todos los continentes.
¿Es difícil la convergencia entre la pedagogía y la práctica artística?
Sí. Hay buenos actores que no saben enseñar y quienes pueden hacerlo y que no son buenos en el escenario, pero saben ver lo esencial de la persona y cómo guiarla.
Yo todavía estoy en proceso de aprendizaje, pero también tengo mucha responsabilidad para guiar a los otros. Yo también robo de los maestros.
¿Cómo conjuga las normas que tiene toda pedagogía con la creación teatral?
Cuando se trabaja con un director o un maestro existe el riesgo de hacer las cosas esperando aprobación, y eso no es muy creativo. No es que tengamos reglas, con el tiempo uno puede encontrar su camino entre lo que se debe hacer y lo que se quiere hacer.
¿Cuál considera que es el mayor aporte de los talleres del Workcenter?
Algunos actores no saben trabajar con las acciones, en una estructura. No entienden la diferencia entre un movimiento y una acción. No saben cómo empezar a trabajar en una estructura, que se debe tener primero un borrador y después ponerse a trabajar en los detalles, hasta que se llegue a un cuerpo más organizado.
¿Cómo ve el teatro actual italiano?
De las obras que he visto, creo que realmente la gente no sabe cómo trabajar. Hay actores buenos y otros que son ‘de madera’, como diría mi maestro.
Su comportamiento no es orgánico en el escenario, es fragmentado, hacen movimientos y no acciones porque no conectan eso a una intención.
Pero no es algo italiano, sino que sucede en los talleres. Los actores suelen juzgarse o esperan el próximo texto en vez de estar en el momento.
¿Cuál cree es el estado actual del teatro latinoamericano?
Es diferente el proceso en algunos lugares. Por ejemplo, en Brasil o Ecuador la gente tiene más confianza en elementos performáticos como el baile. Y eso es precioso para el trabajo de un actor, así se puede avanzar muy rápido.
En otros lugares a veces es más difícil que la gente se acerque el uno al otro, como en Italia, Estados Unidos o aquí también. Cuando trabajamos en las lecciones de canto buscamos conexiones, contactos, acciones y a veces la gente no sabe cómo acercarse el uno al otro.
¿Qué necesidades en común encuentra en los talleres que ha impartido?
Veo que los más jóvenes necesitan aprender lo aburrido de este oficio, en el sentido que no saben cómo repetir hasta encontrar la estructura. No saben cómo repetir algo manteniendo la vida de lo que hicieron, eso es muy frecuente. Uno debe insistir y seguir trabajando.
Su trayectoria
Su formación de actriz la realizó en el Programa Abierto del Centro de Jerzy Grotowski and Thomas Richards (Pontedera, Italia); lleva 7 años dando clases de canto y actuación en ese centro.
Su visión
Cada persona es distinta, por lo tanto los métodos y ritmos para la enseñanza teatral deben ser personalizados.