“La mayoría de las cosas que tuve que hacer en Ciencia mágica son de las más difíciles que me tocaron en mi carrera. Varias veces sentí que estaba arriesgando mi vida. Lo que más me atemorizó fue un escape bajo el agua en el que dudé de poder lograr soltarme. Pero al mismo tiempo fueron experiencias muy divertidas”, confiesa Wayne Houchin, uno de los integrantes del equipo de magos internacionales de Ciencia mágica, que completan Ben Halin, Billy Kidd y Nate Stanforth.
En el programa, los magos del equipo realizan trucos en las calles de Londres, Nueva York y Varsovia, pero luego explican el mecanismo de las ilusiones para que se vea que lo que sucedió es real. “Cuando estaba aprendiendo a hacer magia descubrí que no es engañar al público. Engañar es algo negativo, a nadie le gusta ser engañado, lo que la gente quiere es ser sorprendida. Es una distinción sutil, pero muy importante. Hasta que no descubrí eso, mi magia no impactaba. Después, sí”, cuenta Houchin, que estuvo en febrero en Buenos Aires, participando de un encuentro con colegas de todo el mundo.
“La impresión más importante que me llevo de esta visita a Buenos Aires es que fue muy corta como para conocer algo de esta ciudad maravillosa. Tendré que volver y quedarme más tiempo. Aprendí mucho de los ilusionistas argentinos. Sobre todo de la manera artística y muy bella con la que rodean sus presentaciones. En otros lados, eso no es tan común”, revela este mago norteamericano, que empezó su romance con el ilusionismo cuando tenía 12 años.
“Mi papá me mostró un truco. Dobló un billete de un dólar y al desdoblarlo se había convertido en uno de veinte. Quedé fascinado. Me enseñó cómo hacerlo y ahí descubrí lo divertido que es hacer magia. También recuerdo que percibí que había arte en esta disciplina. Me compré libros de ilusionismo y luego empecé a hacer trucos en público. Me encantó ver que la gente respondía a eso, que se asombraba y le gustaba”, recuerda.
En cada episodio del programa los magos llegan a ciudades diferentes y recorren sus calles, a veces haciendo trucos con los transeúntes. En otras oportunidades, montan grandes escenas en las que sorprenden con lo que hacen a multitudes.
“Los públicos son muy diferentes en las distintas ciudades del mundo. Por ejemplo, de mi experiencia de lo que hicimos en esta serie, rescato que a la gente de Nueva York la seduce más la magia persona a persona. En cambio a los londinenses les encantan los grandes despliegues y las ilusiones colectivas”, sostiene Houchin, quien no se avergüenza cuando un truco le falla. “Como la intención no es engañar sino sorprender, si algo no funciona se intenta de otra manera y listo“, explica.