¡Silencio! Terminó el ensayo y empieza a grabar la telenovela. Los ojos del equipo técnico se concentran en la actuación e interacción en el set. No se toleran ruidos extraños, solo las voces de los actores. Tras las cámaras solo se escucha uno que otro murmullo. Si hay un sonido fuerte y extraño, la escena se detiene y se vuelve a empezar.
Los pasillos o sets vacíos son los mejores sitios para no perturbar la grabación. Pero si escucha algo, Héctor Villanueva detiene la acción de la escena y grita: ¡Silencio! Villanueva es jefe de piso en la telenovela mexicana ‘Esperanza del corazón’. Acepta ser entrevistado en un pasillo, lleno de cables, monitores viejos, del foro 11.
En el set se ubica tras las cámaras, lleva un micrófono y unos auriculares; su expresión es seria. Pero es afable, una vez que hace una pausa a su trabajo. Lleva en Televisa 26 años; ha trabajado en 40 telenovelas, tantas que ya “no me gusta ver telenovelas”. Conserva un montón de anécdotas.
Televisa es conocida en México como la fábrica de sueños y para los técnicos y artistas (los más jóvenes) esa factoría de ilusiones es su escuela. Villanueva empezó haciendo audio y ahora trabaja como ‘Floor manager’. Ha sido testigo del desarrollo de la industria. “En lo técnico estamos (bien); en tecnología, el último grito, en lo artístico, siento que también”.
La telenovela se graba a un ritmo vertiginoso y se nota que todos los involucrados saben lo que hacen. El actor Agustín Aranda es parte del elenco de ‘Esperanza del corazón’ y vive en carne propia el vértigo de la grabación. “El respaldo técnico es muy importante para la velocidad en la que se hacen las novelas aquí”.
Todo está orquestado para que haya errores mínimos porque -como apunta Aranda- en México, las telenovelas en el aire “están pegaditas, entonces el trabajo en Televisa es intenso”.
Aranda habla con tranquilidad, en medio de una pausa entre un ensayo y la grabación. En el set hay mucho ruido, nadie grita silencio, pero los técnicos trabajan apresurados porque la grabación está retrasada y ya van seis meses en ese ritmo (cuando recibieron a este Diario). En promedio, al día deben producir 34 minutos, cada capítulo tiene 42 minutos.
El trabajo para tener a tiempo todo se extiende a todo el día. Villanueva explica que los 34 minutos se graban de 09:00 a 21:00, pero puede alargarse, incluso, hasta la madrugada. En números redondos, 80 personas entran en la producción. “En la noche trabaja la gente que monta los sets, y el día trabajamos los técnicos con la producción, actores y el resto del equipo”, explica el jefe de piso de la telenovela.
En la entrada al foro 11 está instalada una pantalla LCD con cifras de productividad del trabajo, se marcan, entre otros números, los tiempos de retraso, cifras que están diseccionadas y acumuladas en el total: 187:25 de retraso.
En los pasillos del foro siempre se ve gente caminando, con artículos de utilería, herramientas, cables, papeles (usualmente los libretos). Para entrar a los estudios en San Ángel, los extraños deben pasar tres filtros de seguridad. Y si es para realizar una nota periodística es necesaria una autorización con semanas de anticipación.
Si los visitantes llevan cámaras, deben registrarlas un día antes. La seguridad es para, entre cosas, evitar que se colen fanáticos de las estrellas que deambulan dentro del complejo de foros.
Aranda modula bien su voz, gesticula al hablar, como los actores sabe cómo lidiar con los periodistas. Con este Diario dialoga en un set en forma de teatro. Sobre el escenario hay una mesa con copas; también una cama, además de velas y pétalos sobre el piso. En la novela él es Franco Duprís Dávila: su escena involucra un diálogo romántico con Ángela Landa de Duprís, interpretada por la actriz Bianca Marroquín.
Para esta escena, Aranda y compañía primero practicaron en presencia del director Rodrigo Zaunbos. Él les explica cómo quiere que sean sus diálogos, sus acciones, sus besos; en el ensayo los besos son muy fingidos, pero cuando las cámaras se encienden las escenas románticas son bastante verosímiles. En la simulación también se pide silencio, pero se escuchan sonidos porque el equipo de técnicos ajusta el set y las órdenes del director.
Después del ensayo Zaunbos acepta ser entrevistado, durante la grabación él se aleja de la escena y va a un cuarto solo iluminado por hasta 10 monitores. Tiene en la cabeza lo que quiere contar en esta, una novela romántica. Para hacerla cumplieron algunos pasos. El productor general es el que estudia la historia, busca su afinidad y también a sus principales colaboradores. “El libreto tiene que ser aceptado por algunas oficinas de Televisa”, dice Zaunbos.
Luego se busca el elenco adecuado, las locaciones, el vestuario y el director estudia con los escritores qué tipo de personalidad debe tener la historia, su perfil psicológico. Y luego, claro, viene el montaje de los sets, vestuario, iluminación, maquillaje, peinado y una vez que todo esté listo empieza a grabar. La preproducción de una novela puede durar entre tres y seis meses. Esto varía, de acuerdo a las necesidades de la producción. Una novela de época puede tardar más.
La fábrica de sueños (Televisa) provee de los elementos necesarios; para eso está montada una línea de producción con departamentos responsables de iluminación, maquillaje, escenarios… En el foro, que es una suerte de gran canchón, se montan los sets. Televisa tiene recurso humano para hacer casi todo lo que sale en pantalla, esto abarata los costos. Además prefieren construir todo para evitar mantener, por ejemplo, una mansión.
El escenógrafo Germán Paredes levantó en los primeros seis meses de grabación 150 sets. Estos se montan y desmontan de la noche a la mañana: eso explica el ritmo acelerado de trabajo en las telenovelas. En los descansos de los actores, el ruido de los obreros sigue; los sets no se callan.
‘Esperanza del corazón’ se graba en un 50 por ciento en el foro y la otra mitad en una locación exterior, ubicada en Tlalpán, a 20 minutos de San Ángel. Es una casa lujosa, donde la reconocida Lucía Méndez hacía sus escenas. Ahí los técnicos adecúan la edificación para que se emplee como escenario de la producción.
Villanueva no hace de ‘Floor manager’ ahí. Villanueva, al terminar su trabajo, va a casa. “No veo telenovelas”. Ya ha presenciado cómo se hacen muchas de ellas. Siente que las novelas de ahora son más frías “Son sueños pero hasta cierto punto tenemos que estar dentro de la realidad”.
México, el mayor exportador de culebrones
México es el país que más exporta telenovelas al resto de América Latina y el mundo. En Ecuador se transmiten, de lunes a viernes, 47 telenovelas en siete canales de señal nacional. De ellas diez son puramente mexicanas y dos son coproducciones de México y otro país de América.
El crítico de telenovelas, el mexicano Álvaro Cueva, calcula que anualmente en su país se producen hasta 20 (depende del año), al menos la mitad de Televisa y el resto de Televisión Azteca y Argos. “Siempre han sido telenovelas de consumo, salvo algunos casos”, resume.
La temática siempre gira alrededor del amor. El director Rodrigo G. H. Zaunbos asegura que el mercado es para el romance: “En este tipo de temas siempre tiene que triunfar el amor. Además, el modelo de la cenicienta, no se pierde la novela mexicana y es esta la lucha de la protagonista por encontrar el verdadero amor”.
El problema con la telenovela mexicana es que ha creado un imaginario estereotipado de la realidad de su país. Así, por ejemplo, que los pobres pueden alcanzar el éxito solo si se ganan la lotería o reciben una herencia. Todo se resume en el hecho de que las telenovelas son aspiracionales. El actor argentino Patricio Borghetti no niega esa realidad : “Es algo que se maneja mundialmente en todas las televisoras y en el cine”. Pero, según Borghetti, en Televisa se cuida que exista un balance también con actores y actrices mexicanas que tengan el porte muy característico de México.
El productor Luis de Llano cree que el propósito básico de la telenovela es contar un sueño. “La novela no es la realidad, la novela es para la gente que llega cansada a su casa, prende la ‘tele’ y quiere soñar”.
No es necesario -dice De Llano- que cuente la realidad; una novela realista funciona pero para eso hay las series también, hay novelas muy realistas que a la gente les gustan, pero la verdad de las novelas es que a la gente le gusta ser romántica.
En octubre del año pasado se presentó el libro ‘Telenovelas en México, nuestras íntimas extrañas’. Ahí Cueva desmenuza los pros y contras del género. “Estoy convencido de que si los mexicanos vemos las telenovelas que se están produciendo en este momento en nuestro país es por una patética combinación de costumbre, tradición y conformismo, no porque realmente estemos enloquecidos de felicidad con sus contenidos.
Pero también dice que “las telenovelas hablan de lo que sabemos, de lo que entendemos, de lo que somos y que nos gusta”.
Las producciones
Las telenovelas tienen hasta 280 capítulos. ‘Esperanza del corazón’ terminó la primera semana de febrero en México con el capítulo 145. El incremento de los capítulos depende del impacto de la telenovela.
De 09:00 a 21:00 se produce un promedio de 34 minutos de telenovela, de 42 que tiene cada capítulo.
Los actores reciben, en muchos casos, las hojuelas del libreto pocas horas o minutos antes de los ensayos y la grabación de sus escenas en los sets. Según los actores, esto es un reto porque en pocos minutos pueden asumir emociones y expresarlas.
En los primeros seis meses de ‘Esperanza del corazón’ se montaron 150 sets en el foro. Siempre hay un ‘set’ principal y locaciones en exteriores.
Los sets se montan de la noche a la mañana, para ello hay un equipo de al menos 80 personas.
Los costos de producción o de sueldos de los actores no se revelan con facilidad. Ni siquiera en porcentajes. Esto es un detalle que mantiene la empresa televisiva en reserva.