El origen de la historia de ‘El solista’, película que se puede ver desde hoy, es un auténtico chiripazo. El periodista Steve López descubre por rebote que un ‘homeless’ (el término gringo para las personas que no tienen techo) era un brillante ejecutor del chelo, cuya esquizofrenia lo mandó a la calle. López, prestigioso columnista de Los Ángeles Times, además de suerte también tuvo olfato y oficio de periodista para investigar y escribir una historia que conmovió al público de su ciudad. Incluso llegó a ser un libro bien recibido. ‘El Solista’, en cambio, es una película que se cuenta despacio y en la que Joe Wright exhibe talento visual, aunque los actores son quienes se llevan las palmas. Robert Downey Jr. como el periodista y Jamie Foxx en la piel del ‘sin techo’ ofrecen interpretaciones convincentes, asumidas con seriedad y profundidad. Son como Wisil y Yandel: complementados para encantar, para que la audiencia los siga hasta el final.Gracias a este dúo, el público percibe en su exacta dimensión los detalles del relato, como el carrito de compras, la música de Beethoven, entre y otros.El problema de ‘El solista’ radica en que Wright no logró obtener los resultados que López logró con el libro, en cuanto a emotividad, por un problema de foco. Wright apuntó a muchos lados, a la crisis del periodismo, al abandono familiar y a la pobreza de Los Ángeles. Debió haberse quedado con el tema clave, que era la amistad y sus límites. ‘El solista’ sí logra algo vital: recordar que los prejuicios son las taras del alma.