Cuando ya en su tercera parte la historia daba ‘patadas de ahogado’ para intentar el éxito de sus predecesoras, la saga Shrek estrena hoy su cuarta entrega a escala nacional.
Esta vez el ogro verde se ve envuelto en una vida familiar, monótona y rutinaria, que poco tiene que ver con su visión de un “vivieron felices por siempre”.Para escapar de ella firma un contrato con el villano de turno, Rumpelstiltskin. Así Shrek se transporta a una dimensión paralela donde nadie lo conoce, ni siquiera sus amigos. En el intento de cambiar esta realidad, el ogro emprende una aventura de un día para rescatar todo ello que aprendió a querer en las entregas anteriores.
Para impulsar la historia, sus creadores debieron reciclar algún tema musical (I’m a beliver, de Smash Mouth) y los chistes, entre ellos los escatológicos.
Ecos vagos quedan de la ironía que caracterizó las anteriores entregas de Shrek. Las referencias a relatos clásicos que sorprendieron al mundo del cine de animación y cambiaron la historia de los cuentos de hadas, ahora, lucen gastadas, y sus personajes aparecen, más como extras, que como aportes para conseguir los giros irónicos.
Pequeños momentos intentan refrescar las situaciones. De los cómplices de Shrek, que tanto bien le hicieron a la saga, se buscan nuevas vetas. Ya sea a través del humor en los cambios en su figura (Gato con botas) y la explotación de su personalidad (Burro) o mediante el retorno a su primer conflicto, en el caso de Fiona (cuestionamiento sobre su dualidad ogro/princesa).
Las acciones se entrecruzan en un guión que hace referencias al filme clásico de Frank Capra ‘¡Qué bello es vivir!’(1946).
Además, en vez de su característico manejo del humor, ‘Shrek Felices por siempre’ se asemeja más a una comedia romántica, donde presenta un intento de conmover desde el aleccionador lugar común: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
Y al parecer los creadores de Shrek han perdido su originalidad y no han reparado en ello, sino en llenar las arcas de los estudios. La saga del más noble de los ogros vino de más a menos.
Sherk
Un ogro heroico, pero ogro al fin
Shrek en la primera cinta era el ogro temido, que para recuperar su independencia emprende una aventura que le lleva a su verdadero amor. En la segunda debe enfrentar a un inesperado pretendiente de su novia. En la tercera rechaza el trono y busca a un nuevo rey de Muy, muy lejano. En la cuarta añora su vida de ogro y vuelve a ella.
Gato
Un espadachín venido a menos
En la segunda parte de la saga, llegó un valiente espadachín con una tierna mirada, que tras perseguir a Shrek devino en su amigo: el Gato con botas. Él es también un seductor español, con gatitas por doquier, pero que ahora se ha convertido en una dócil y regordeta mascota.
Fiona
De princesa ogro a líder rebelde
Con su experiencia en artes marciales y su doble vida de ogro y bella doncella, Fiona dejó atrás la imagen de la dulce princesa. A ello se sumó el beso de su verdadero amor, con el cual se convirtió en esposa y madre de trillizos. Siempre como un referente del rol de la mujer en la sociedad, ahora Fiona es la líder de un grupo de ogros rebeldes.
Burro
Un auténtico y fiel burro parlanchín
Después de aliarse a Shrek y demostrar su amistad a pesar de sus meteduras de pata, Burro se convirtió en uno de los más entrañables y chistosos personajes de la saga. El público lo conoció tanto como amigo de aventuras, como padre ejemplar de unos ‘dragonburritos’. En esa misma línea el parlanchín animal se muestra en la cuarta parte.