De movimiento elegante y de eficaz técnica de combate, con armas legendarias y una raigambre que brota de entre el mito y la realidad histórica de Japón, el ninja y el samurái son figuras cuya trascendencia se ha multiplicado y divergido bajo la lente del entretenimiento de masas. La literatura, el cómic, el cine, la TV, los videojuegos y el mercado han hecho su parte para que la cultura pop actuara en dos vías sobre estos guerreros: los ha mitificado y los ha desacralizado, a la vez.
Bajo la percepción de Occidente, mutaron -desde la fascinación hasta la espectacu- larización- para ser representados como tortugas antropomórficas que habitan en las alcantarillas de Nueva York o para colocarlos como imbatibles semidioses en el campo de batalla. Basta encender el televisor para ver cómo Randy Cunningham se hace de las técnicas ninja para defender su colegio de las fuerzas del mal, mientras cursa el noveno año de educación básica.
Lego creó ‘NinjaGo’ -línea de juguetes y serie animada-, donde cuatro adolescentes ficcionan al ninjitsu, convirtiéndolo en ‘spinjitsu’. Y un ejemplo más cercano a la TV latinoamericana se ha dado recientemente con la serie ‘Cumbia Ninja’, de la cadena FOX.
La cartelera actual de cine hace lo propio. Si bien ’47 Ronin’ se asienta en una antigua leyenda nipona sobre el honor y la lealtad del samurái, los estudios Warner Bros la volcaron al 3D e hicieron de su protagonista, Kai (Keanu Reeves), el mestizo que conlleva todo el peso conflictual del filme.
Pronto (agosto de este año), la gran pantalla recibirá al cuarteto de tortugas ninja, popular desde los 90, por sus historietas, filmes y series animadas. La nueva versión de esta franquicia busca ser un tanto más oscura que sus predecesoras -aquellas bailaron al ritmo del rap de Vanilla Ice-, pero no se aleja del occidentalismo que atravesaba a la serie, cuyos personajes están nombrados en honor a cuatro grandes maestros del arte renacentista.
Entre las características específicas del samurái y el ninja y el estereoripo de Occidente sobre Oriente, estos productos asumen en sus contenidos algo del saber sobre la relación maestro-aprendiz, sobre las costumbres y las armas que cada uno utiliza. Sin embargo también lo hace desde el cliché, el ‘senséi’ ha sido desde Splinter (‘Tortugas Ninja’) hasta Wu (‘NinjaGo’) representado como el venerable anciano de barba caricaturesca.
Desde la creación japonesa, la perspectiva sobre ambos guerreros ha sido más respetuosa. Obras cinematográficas como las de Ang Lee (‘Crouching Tiger, Hidden Dragon’), Akira Kurosawa (‘Los siete samuráis’ o ‘Trono de sangre‘) y Masaki Kobayashi (‘Harakiri’) reflexionaron y posicionaron a ambas figuras. Lo hicieron desde sus códigos de honor, personajes con aptitudes físicas y profundidad espiritual; sin reduccionismos ni banalización, atándolos además a momentos precisos de la historia nipona.
El manga y el ánime -como expresiones japonesas que han calado hondamente en la cultura occidental- también han hecho lo suyo con productos que derivaron en culto. Tal es el caso de las series ‘Samurái X‘, ‘Ninja Scroll’, ‘Rurouni Kenshin’ o ‘Naruto’.
Este último es, quizá, el más popular de los ánime que abordan al ninja como personaje y tema. En su construcción se entrevén las primeras escuelas, el orden jerárquico, las disciplinas del ninjitsu, las armas shinobi. Además, su autor, Masashi Kishimoto -como otros en su línea- ha tirado de la manta de la historia nipona para hallar las bases de su creación; así, en ‘Naruto’ pareciera convivir el legado de Hattori Hanzo, quien fue líder del clan Iga.
Sin embargo, con ‘Naruto’, así como con los productos occidentales, el ‘merchandising’ y las comunidades de fans -alineadas con el ‘cosplay’- también han resultado decisivas en la popularización del ninja y el samurái. Son personajes prestos para la ficción y el entretenimiento, más allá de su elegante movimiento y eficaz técnica de combate.
- El Samurái Eran parte de una élite guerrera a órdenes del Emperador.
- Lo evidente muestra al samurái ataviado con el quimono tradicional del Japón antiguo y ligado a la nobleza.
- Luchaban bajo las pautas de su código de honor: ‘Bushido’, sintetizado en el ‘Hagakure’.
- EL ninja Este le debía fidelidad a la misión y solo a la misión; sin revelar ninguna información sobre ella o él mismo.
- Vestía ropa entallada, propia del sigilo, que era la base de su estrategia (espionaje, infiltración y emboscada).
- Se guiaba según las normas del ‘shinobido’.
La frase
“El Samurái valiente no piensa en victoria o derrota; combate hasta la muerte. Solo de este modo realiza su destino”
Yamamoto Tsunetomo