El horror del Holocausto nazi vuelve a resonar en el drama bélico que llega este fin de semana a la cartelera nacional con el título de ‘Mi nombre es Sara’.
Dirigida por el estadounidense Steven Oritt, esta producción tiene un valor histórico y también biográfico.
La cinta está basada en la historia real de Sara Góralnik, una niña judía que sobrevivió al Holocausto utilizando la identidad de su mejor amiga cristiana.
En junio de 1941, Sara Góralnik tenía solo 11 años cuando el ejército alemán invadió su ciudad natal, Korets, en la actual Ucrania.
Antes de la guerra, Korets era parte de una Polonia independiente y hogar de una próspera comunidad judía que llegó a sumar hasta dos tercios de la población local.
La ocupación nazi dividió a la población de esta zona, mientras se ejecutaba con ferocidad el plan de limpieza étnica.
La historia de Sara en la pantalla
En ese contexto vivía Sara Góralnik, cuya historia de supervivencia inspiro el guion de esta nueva producción que se suma a la memoria cinematográfica del Holocausto.
La polaca Zuzanna Surowy debuta en la actuación dándole vida a Sara, una polaca judía, cuya familia entera fue asesinada por los nazis cuando ella apenas era una adolescente.
La cinta de Oritt empieza en el momento en el que Sara apenas logra escapar de la muerte cuando logra salir con vida de la ciudad polaca de Korets, rumbo a Ucrania.
La tensión marca el tono de la película con peligros de todo tipo que acechan desde el inicio. Cuando llega a territorio ucranio, decide adoptar la identidad de una compañera de clase llamada Manya y se hace pasar por una cristiana ortodoxa.
Así se presenta frente a Pavlo (Eryk Lubos) y Nadya (Michalina Olszanska) una pareja de granjeros que decide acogerla y le ofrecen trabajo para cuidar a sus dos hijos a cambio de comida y un lugar para dormir en el granero.
La vida depende de una mentira
La estrategia de ocultar su identidad será más complicada que solo cambiar de nombre. Sobre Sara recaen todo tipo de sospechas y será puesta a prueba en varias ocasiones.
Las miradas incriminatorias y los silencios recelosos serán constantes y, a veces, reforzados con la tensa emoción que transmite la banda sonora.
Para sostener esta mentira que hace la diferencia entre la vida y la muerte, Sara debe faltar a las costumbres de su propia fe y ser convincente cuando asume las tradiciones del cristianismo.
La interpretación de Surowy (y de otros miembros del reparto) se complica cuando debe dejar su idioma natal para expresarse en un inglés forzado.
La joven actriz compensa ese desafío idiomático con una actuación más objetiva que muestra los agudos instintos de supervivencia que remarcan los picos dramáticos de una ‘fugitiva’ que se oculta a plena vista.
La tensión marca la trama
La atmósfera de tensión se complementa con una serie de desgarradoras situaciones físicas y emocionales.
Así transcurre esta prueba de resistencia que dura meses, en los que Sara vive el asedio y la violencia en distintos niveles y formas. El género, la edad y su delicada belleza hacen de la protagonista un ser vulnerable en más de un sentido.
El personaje de Surowy deja sentir el esfuerzo heroico por mantener las apariencias, mientras intenta protegerse de las lascivas miradas masculinas, lidiando con los secretos sexuales de Pavlo y Nadya o enfrentando directamente el terror de la guerra.
‘Mi nombre es Sara’ refuerza la memoria del Holocausto con una historia sobre la supervivencia y el terror de la guerra que traspasa la ficción y se abre camino en hacia la realidad en este preciso momento.
Visita nuestros portales: