Meses después de su muerte, el talento y el gusto por la provocación del diseñador británico Lee Alexander McQueen fueron recordados en una ceremonia celebrada en la catedral Saint Paul’s de Londres.Modelos como Kate Moss o Naomi Campbell, diseñadores como Stella McCartney y actrices como Sarah Jessica Parker fueron solo algunos de los nombres que acompañaron a amigos y familiares en este homenaje al ‘enfant terrible’ de la moda británica, quien se ahorcó el 11 de febrero pasado a los 40 años.
“Recordamos al Lee familiar, que nunca olvidó sus raíces, al Lee amigo y compañero de trabajo, por su risa contagiosa, su lengua viperina y su dedicación. Además Lee diseñador por su mente creativa, su talento para organizar grandes espectáculos y su capacidad para sorprender”, dijo el reverendo Giles Fraser, que presidió la ceremonia solemne ante 1 200 personas.
La redactora jefe de la edición estadounidense de Vogue, Anna Wintour, rindió homenaje al diseñador que según ella llevaba a la gente a un mundo de sensaciones que podían ser de sorpresa, de repulsa o de entusiasmo.
Para ella, uno de los mayores logros de McQueen, que inició su formación en una prestigiosa sastrería londinense, es que podía crear los diseños más exquisitos de alta costura y tener un verdadero impacto en cómo se vestía el mundo real.
Los testimonios de familiares, amigos y compañeros de trabajo de McQueen se alternaron con actuaciones musicales que restaron solemnidad y añadieron emoción al evento. La más destacada fue la de la cantante islandesa Bjork, que interpretó la canción Gloomy Sunday con un vestido inspirado en un pájaro, con un cuerpo color crema con alas y una falda de plumas.
El pianista Michael Nyman también interpretó un tema, The Heart Asks Pleasure First, mientras que un coro de gospel animó los espíritus en la imponente catedral anglicana. Según la reconocida periodista británica Suzy Menkes, McQueen hubiera considerado como su famoso ‘no va más’ para organizar un desfile.
“Ha sido muy bonito”, dijo Sarah Jessica Parker, que llevaba un fino abrigo negro por encima de un vestido de color crema, después de la ceremonia que terminó en el exterior del templo con un concierto de gaitas.