Un grupo de aficionados acampó en el ingreso del Parque Bicentenario dos días antes del concierto de Kiss en Quito. Foto: David Landeta/ELCOMERCIO
Faltaban 35 horas para el inicio del concierto de Kiss en Ecuador. En la av. Amazonas, en el norte de la ciudad, más de veinte personas hacían fila para entrar al parque Bicentenario, eran las 11:00 del sábado 11 de abril. Entre risas, música y camaradería más de 20 personas se alistaban para acampar y esperar la presentación del cuarteto liderado por Paul Stanley y Gene Simmons en Quito.
Un día y medio antes del concierto, en el ingreso occidental del Parque Bicentenario, aficionados de diferentes ciudades del país hacían fila para el concierto de Kiss. Alexis Erazo llegó a Quito a las 11:30, viajó dos horas desde Cayambe para separar un espacio. Al día siguiente tendría que regresar a su ciudad para cumplir un compromiso laboral y después retornar a la fila. Otros asistentes habían viajado 16 horas, desde Zamora Chinchipe, para poder llegar a los primeros lugares del show.
Poco a poco, la conversación se volvía más familiar, más cercana, por una noche quienes estaban en la fila se convertirían en vecinos, en camaradas y en amigos unidos por una pasión. Los temas de conversación giraban en torno a Kiss, sus álbumes, sus mejores canciones y los integrantes de la banda era lo único de lo que se hablaba en el lugar.
El clima favorecía para la espera, a las cinco de la tarde el cielo de Quito estaba nublado, pero no hacía frío, tampoco había señales de lluvia. A esa hora, alrededor de 40 personas habían llegado al ingreso del Parque Bicentenario y se reunían para definir los espacios en los que irían las carpas, en dos horas anochecería y todos buscaban un lugar para acampar y pasar la noche, un día antes del concierto.
A las 20:00, todos eran amigos y las carpas ya se habían levantado. Quienes no tenían carpas adaptaron una estructura metálica como refugio. Una cortina de baño sirvió como techo y cartones funcionaron como alfombra. El refugio fue nombrado ‘La Araña’, por la forma que tiene uno de los escenarios que usa la banda en su show, pero que no lo trajeron a Ecuador.
Desde el sábado 11 de abril, un día antes del concierto de Kiss, aficionados hicieron fila para entrar al evento. Foto: David Landeta/EL COMERCIO
Pasada la media noche una guitarra y unos canelazos fueron los mejores compañeros para superar las siguientes horas. Entre canciones de Metallica, Jaime Guevara, Heroes del Silencio y por supuesto Kiss pasaba la noche. Quienes aún estaban despiertos se unían a los grupos que se formaron y que entre gritos y risas soportaban el frío de Quito en la madrugada.
A las 02:00, una breve llovizna cayó en el norte de la ciudad. A pesar de esto los aficionados siguieron con el repertorio. Después de algunos canelazos la lluvia y el frío ya no importaban, “esta lluvia es espanta suegras, sigamos y que viva el rock n Roll” gritaban mientras entonaban las canciones del grupo estadounidense acompañados con una guitarra.
En la mañana del domingo 12 de abril, todos los que hicieron fila despertaron con la expectativa del concierto, que se viviría en pocas horas. La Policía Metropolitana y la Intendencia de Pichincha realizaron controles, en todas las carpas, para evitar el consumo de alcohol. También dejaron en claro que las personas con aliento a licor no podrían ingresar al espectáculo.
A 10:00 las carpas se habían levantado, más personas comenzaban a llegar al lugar y la fila se hacía cada vez más larga. A esa hora, más de 300 personas aguardaban el inicio del concierto. A pesar de que muchos asistentes durmieron poco la noche anterior en sus rostros cansados se notaba como aumentaba la alegría y la expectativa conforme se acercaba la hora del show.
Las puertas del Parque Bicentenario se abrieron a las 16:30. Los miles de asistentes pasaron por los tres filtros que conducían al escenario, ubicado al frente de la Terminal del antiguo Aeropuerto Mariscal Sucre. Tras 35 horas de espera, a las 22:00, Paul Stanley (Starchild), Gene Simmons (The Demon), Tommy Thayer (Space Ace) y Eric Singer (Cat Man), saltaron al escenario con un show cargado de ritmos fuertes, pirotecnia, luces y energía. La espera había terminado.
Revise un especial de EL COMERCIO sobre el concierto de Kiss en Ecuador.