Pese a que ha vendido 12 millones de discos en todo el mundo y tiene en su casa 20 premios Grammy, Juanes no tiene pose de divo. Sigue siendo el chico que nació en Carolina de Príncipe, un pueblo a 150 kilómetros de Medellín y que está en Nueva York promocionando su última producción ‘P.A.R.C.E.’. Su éxito ya no es una quimera, sus canciones sí.
Relajado de poses y libre para hablar con los periodistas, Juanes lo que menos irradia es que al momento es el mejor embajador del español en el mundo. Su mirada es tan intensa como su música y sus ideas sobre un mundo mejor como serpentinas que quieren al final caer donde más la cordura y paz se necesita.Llega atrasado a la cita en el barrio Chelsea en Manhattan, para una entrevista para varios medios, entre ellos EL COMERCIO. Su espontaneidad y su mano presta para dar un apretón de agradecimiento son las disculpas por la espera.
Con él imposible hacer una entrevista encorsetada, porque cuando coge su guitarra para explicar la diferencia entre los acordes secos y los vitales, Juanes es más que el artista, es el joven que aunque la fama lo lleve a la estratósfera él sigue entre los trismos de la huasca y el rock.¿Cómo comenzó ‘P.A.R.C.E.’ (su nueva producción discográfica) que acaba de ser lanzada al mundo desde Nueva York y musicalmente hablando qué trae esta nueva producción?
Tenía el deseo de expresar cosas distintas. Se fue formando hace dos años. Empecé haciendo demos de las canciones y a medida del tiempo fui puliéndolas y optimizándolas. Son 12 canciones que hablan de la cotidianidad, los sentimientos, la familia, el dolor, la distancia. Escribo mucho sobre el amor porque me gusta aunque a veces me deprimo. Las compuse como una forma de catarsis y de una cura personal.
¿Este es el último disco de una época y de ahora en adelante viene algo diferente?
Yerbatero es la canción que cierra un ciclo de un estilo, el resto es más rock y pop. En canciones como La camisa negra y A Dios le pido, los acordes son los mismos, pero esta vez quería irme por algo distinto, darle otra vida a mis canciones. Para eso trabajé con Stephen Lipson, quien es un productor inglés. Él ayudo para que ese sonido fuera algo diferente.
¿Más roquero que latino?
No. Las canciones siguen siendo las mismas, pero el sonido es diferente. En los discos anteriores el concepto de la mezcla era como muy seco y eso quise para ese momento, en este hay más profundidad. Este disco es menos latino, la única canción de este género es Yerbatero. Sentí la necesidad de experimentar. A Quimera, por ejemplo, la compuse cuando ocurría lo de Haití, Tailandia, Chile, Venezuela, Colombia y quise hablar de eso.
¿Cuánto le interesa tener credibilidad roquera?
A mis 38 años no siento que tenga que demostrarle nada a nadie. Hago música porque me gusta y me nace del alma. Es la combinación del mundo en el que he crecido que ha sido la música popular y el rock
Escribe y canta en español y llega a cualquier cultura. ¿A qué cree que se debe eso?
No lo sé. Para mí también ha sido sorprendente. En Alemania la primera vez estaba asustado sin saber cómo manejar un concierto con un público que no habla español, pero la gente en Europa y Asia tiene interés por la música latina.
¿Está pensando en un ‘crossover’?
No es algo que me quita el sueño. A veces canto en inglés pero tengo que pensar demasiado en la pronunciación. En cambio en español cierro mis ojos y canto con el alma. Universal (su disquera) nunca me ha pedido y más bien me ayuda a seguir en español. Quizás algún día haré una o dos canciones y no más.
¿De quién fue la idea de tener las fotos de los fans en la carátula del disco?
La tenía en mente desde hace rato. De ir más allá de las canciones e invitarlos a participar como un movimiento que estamos allí unidos por la música.
Ya no deberá organizar un festival de la paz en la frontera entre Colombia y Ecuador. Los dos países restablecieron relaciones. ¿Tiene alguna opinión al respecto?
Me alegra mucho que esté pasando eso. No tiene sentido estar peleándose si somos hermanos. Somos la misma tierra, el mismo lenguaje y corazón. Los líderes piensan distinto y se compromete un país entero. Los pueblos no deberían ser sometidos porque sufrimos todos, los comerciantes, los campesinos, los que cultivan la papa, el arroz, el maíz.
¿En el próximo tour incluirá a Latinoamérica y en particular a Ecuador?
Sí, es lo que más me importa. Tocar en vivo es lo que más me atrae. En marzo comenzaremos en EE.UU. para ir luego a Centroamérica y Latinoamérica.
¿Vio los Grammy?
Vi pedacitos. A Juan Fernando Velasco no lo vi pero nos conectamos de vez en cuando por e mail y por Twitter.
¿Ha escuchado su último disco?
Escuché una de sus últimas canciones de Julio Jaramillo y me encantó; es chévere.
Sobre la experiencia de Cuba, en principio parecía irrealizable, pero luego se logró tender puentes ¿Cuáles son sus recuerdos de ese trabajo?
Esa fue una experiencia fundamental en mi vida. Me marcó el camino brutalmente y repetiría 80 veces si es necesario. Cuba de alguna manera está en este disco también.
Los Beatles y Woodstock en algún momento fueron referentes que acompañaron al mundo en sus cambios o en sus sueños de cambio. ¿Cuáles son ahora esos nuevos referentes?
Me gusta lo que está pasando con unas bandas nuevas como MGMT y escucho a Caetano Veloso, Silvio Rodríguez, Pink Floyd, música electrónica, popular, folclórica.
¿Ha logrado todo lo que se propuso o todavía hay mucho camino por andar?
Apenas estoy comenzando. Este es como un momento para crear y seguir. Hay que seguir sufriendo, aprendiendo, viviendo amando, llorando.