El cantautor español Joaquín Sabina fue declarado huésped ilustre de Quito el jueves, en reconocimiento a su defensa de la paz y los derechos humanos, informó la alcaldía capitalina.
“ Su fructífera y larga carrera artística, así como su compromiso en causas relacionadas con la defensa de la paz, derechos humanos y solidaridad, fueron motivos para esta declaratoria ” , señaló una declaración.
Sabina recibió el reconocimiento de parte del alcalde Augusto Barrera en una sesión del concejo municipal, con ocasión de la visita del artista, quien este sábado se presentará en la capital ecuatoriana.
“ Pensaba que Quito estaba en el planeta Marte. Poco a poco y con los años Quito dejó de estar en el planeta Marte y empezó a estar en mi corazón ” , dijo emocionado Sabina.
Asimismo, expresó su amor por la ciudad, que visita desde hace 14 años, y anotó que en Madrid tiene presente a Quito “ porque vivo en la Tina Lavapiés, (barrio) que está llena de ecuatorianos ” .
“ Los ecuatorianos están considerados los emigrantes más civilizados, más trabajadores y mejor organizados y no lo digo por alagar a nadie, sino porque son mis vecinos y así lo veo cada día ” , señaló el cantautor.
Los ecuatorianos son la tercera comunidad inmigrante -después de rumanos y marroquíes- más numerosa en España con 420.000 residentes legales, aunque se estima que el total podría alcanzar los 800.000.
Sabina pone tinta política en sus letras
El universo poético y musical de Joaquín Sabina (1949) está repleto de citas literarias y cinematográficas. Revisar sus creaciones supone enfrentarse a una enciclopedia de referencias culturales, narradas desde la perspectiva de un poeta enamorado o de un cronista urbano.
También desde el lenguaje de un cantante callejero, de un vividor desencantado o de un observador de la realidad actual.
Justamente, esta última actitud se conjuga con sus raíces y sus manifestaciones ideológicas, que más que mostrarlo como un cantautor político, le han llevado a realizar declaraciones sobre los avatares del poder y de los gobiernos en Iberoamérica.
La más reciente fue en la que calificó al presidente mexicano, Felipe Calderón, como un “ingenuo” por declarar la guerra al narcotráfico. Su veta izquierdista ha sido ampliamente notoria a lo largo de su trayectoria.
A sus 20 años se alineó con movimientos antifranquistas, y a pesar de que su mismo padre, un comisario de Policía, recibió la orden de detenerlo, continuó manifestándose contra el régimen de Franco. En 1970 lanzó un coctel molotov contra una sucursal del Banco de Bilbao, en protesta contra el Proceso de Burgo que persiguió a 16 etarras.
El acto le obligó a exiliarse en Londres, hasta la muerte del ‘generalísimo’, en 1975. La capital inglesa fue testigo de su crecimiento artístico al ponerlo en contacto con el rock and roll, las tabernas y la noche.
“Yo no soy un político, soy un cantante”, dijo Sabina en un concierto en Zacatecas, México. Sin embargo, en determinadas ocasiones, sus ideas se han filtrado en el proceso creativo tanto de su discografía oficial, como en sus publicaciones de poesía o en las colaboraciones que ha realizado con otros. Entre ellas se cuenta la canción Como un dolor de muelas , compuesta a dos manos con el subcomandante Marcos.
Desde ‘Inventario’, su primera placa publicada en 1978, hasta ‘Vinagre y rosas’, su más reciente disco (que da nombre a la gira que lo trae a Quito, el sábado 29), la política se evidenció en sus letras más que nada como una referencia válida en sus relatos de rebeldías, de amores y de noches.
En el tema 1968, Sabina habla de cómo la poesía salió a la calle para trastocar la concepción del poder. Un poder que también fue discutido, desde una línea metafórica, en Gulliver o, desde la experiencia, en El blues de lo que pasa en mi escalera. También ha tratado el tema de Cuba (Postal de La Habana), de cuyo régimen tiene un punto de vista crítico, que engloba tanto la falta de libertades, como el bloqueo comercial por parte de los EE.UU.
Además, ha realizado, siempre en un tono informal, análisis históricos como en El muro de Berlín o con un ritmo de chisme y barrio en Como te digo una co, te digo la o, donde pone a dos señoras a leer la situación política de España, bajo el régimen de Aznar y la presencia de la monarquía.
Sobre este último aspecto ha dicho: “No tengo el más mínimo respeto por la institución (…) No soy monárquico, ni juancarlista (…) En pleno siglo XXI es muy siniestro seguir hablando de reyes…”.
Hoy, al mediodía, Sabina será declarado Huésped Ilustre por el Municipio de Quito.
Como te digo una co, te digo la o
…Fíjate que yo,
sin ser socialista
de las de carné
y hasta aquí del GAL
y de la corrupción,
que sí, que existió,
una mala gripe
que había que pasar,
pero te decía,
como mi Felipe,
pa’ mí que no hay dos
y si no, tú misma,
porque el del bigote
no tiene carisma
(como te digo una co,
te digo la o)
y habrá quien lo vote,
que hay gente pa’to.
¡España, va bien!
será para él,
si total, le tocó en una rifa.
¿Y qué vas a hacer?,
¿votar al califa?
Desengáñate,
será muy honrao,
no digo que no
y trabajador
y pico de oro,
pero desfasao…
(…)
Que tengan la culpa
Clinto o Fidel,
a mí, mire usted,
lo mismo me da…
El blues de lo que pasa…
El más capullo de mi clase (¡qué elemento!)
llegó hasta el parlamento
y, como a sus cuarenta y tantos años,
un escaño decora con su terno azul de diputado del gobierno.
Da fe de que ha triunfado su tripa, que ha engordado
desde le día
que un ujier le llamó “su señoría”
y cambió a su mujer por una arpía de pechos
operados
Y sin dejar de ser el mismo bruto, aquel que no sabía ni dibujar la o con un canuto.
El superclase de mi clase (¡qué pardillo!)
se pudre en el banquillo
y, a sus cuarenta y cinco abriles, matarile
y a la cola del paro por no haber pasado por el aro.
Vencido, calvo y tieso, se quedó en los huesos
aquel día
que pilló a su mujer en plena orgía
con el miembro del miembro (¡qué ironía!) más tonto del congreso.