El poder de la imaginación y las tragedias familiares trazan las paralelas que se desarrollan en ‘El sueño de Walt’ (‘Saving Mr. Banks’). Pero ambas son resueltas con el perdón como eje temático; no el perdón que redime a los otros, sino aquel que salva a uno mismo de sus dolores, aquel que enseña a dejar el pasado en donde pertenece para aprender de él, sobrellevarlo y asentir que la vida continúa.
El filme dirigido por John Lee Hancock relata el encuentro entre Walt Disney (Tom Hanks) y la escritora P. L. Travers (Emma Thompson). El genio de la animación busca que la autora de ‘Mary Poppins’ le ceda los derechos sobre la obra para recrearla en el cine y convertirla en el clásico que es ahora. Mientras tanto, se descubren los motivos que derivaron en la pieza literaria y que se inmiscuyeron en la realización de la película musical de 1964.
El proceso resulta catártico para Travers, pues las experiencias de su infancia se despiertan una vez que llega a Los Ángeles y se reúne con Disney, cuyo pasado también confluye, con su carga de emociones. Tanto P. L. como Walt hallan en ‘Mary Poppins’ proyecciones de sus historias personales.
El relato tiene una estructura circular, que se abre y cierra con la prosa de Travers, y que se completa con la complicidad de los personajes con sus pasados. En esa estructura se juega también con el tiempo: la niñez de la escritora en Australia y el momento en que se produce la adaptación de su obra; con ello se fracciona el retrato de los personajes.
La producción de arte de ‘El sueño de Walt’ tiene el mérito de recrear los estudios Disney de la época; también de ambientar Los Ángeles en los 60 y una Australia rural, todavía anterior. Pero la estética del filme -rodado de la manera más clásica posible- se crea con más: la fotografía deja ver atmósferas atemporales, como de mito (en relación con el paralelismo fantasía -realidad), y la música, esas canciones, esencia de ‘Mary Poppins’ y los filmes Disney.
En un principio la interpretación de Thompson se asienta en la antipatía que genera en el espectador; pero lo insoportable cede ante las emociones, hasta poner en pantalla una P. L. Travers humana ante el llanto y la risa. Por su parte, Hanks muestra, en ciertos pasajes, la ambigüedad de Walt Disney, cuya personalidad oscilaba entre la inocencia de sus creaciones, el ocultamiento de sus “malos hábitos” y la fiereza empresarial. Sin embargo, el filme no ahonda sobre este carácter que fue desmenuzado por Peter Stephan Junk en su libro ‘El americano perfecto’.
Reflexiones sugeridas en ‘El sueño de Walt’ se dan sobre el rol del dinero, y sobre la industria de Hollywood que parece banalizarlo todo. Y si bien se trata de otra forma de contar ‘Mary Poppins’, el filme también pone en juego las relaciones paterno-filiales, entre risas, cantos y sollozos.
Si hay algo que reconocer a la factoría Disney, es su capacidad -premeditada y objetiva- de despertar al niño que el espectador lleva dentro, de devolver la ilusión, de -quizás- salvar al adulto.
Tom Hanks
El actor estadounidense, dos veces ganador del Oscar, quedó fuera de la carrera por la estatuilla dorada en esta edición, tanto con su actuación como Walt Disney, como por su interpretación de Richard Phillips en ‘Capitán Phillips’, ambos filmes del 2013.
Emma Thompson
La actriz británica consiguió una nominación al Globo de Oro por su interpretación de la escritora P. L. Travers, pero no lo obtuvo. En su trayectoria ha levantado dos veces el Oscar, una vez como actriz (‘Howards End’, 1992) y la otra por Mejor guión adaptado.
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