Las borrosas líneas que separan la ficción de la realidad construyen el eje alrededor del cual gira ‘El cuarto contacto’. El filme retoma la clasificación de encuentros con alienígenas, cuya cuarta fase es la abducción.
Con misterio y ciencia ficción, alguna teoría sobre civilizaciones ancestrales y una fuerte presencia psicologista, se arma esta cinta que dice conformase de tomas de archivo y declaraciones reales.
En esa lógica donde la representación queda evidenciada, poco puede decirse de la interpretación actoral. Los personajes ficticios no llegan a desarrollarse por cuenta propia, sino que dependen de los ‘reales’, quienes ocupan la otra mitad de la pantalla dividida (un recurso que plaga el filme).
El ritmo de la película, así como los giros que se dan para continuar su historia, recuerdan a la serie televisiva Expedientes X, que trataba sobre asuntos alienígenas.
La cámara temblorosa, las tomas desenfocadas y la locación en un pueblo alejado y extraño son elementos recurrentes en la elaboración del misterio. Pero no contrarrestan la percepción de hallarse ante un falso documental.
Tras toda esa construcción fílmica, yace el drama de la desintegración familiar, las consecuencias psicológicas y los retos que un hogar debe enfrentar ante la inesperada muerte de uno de sus integrantes.