La historia de Medea vuelve con nuevas lecturas de la maternidad

Clara Francisca, Cristina Marchán, Nai Ramírez y Lizbeth Cubides, en el proscenio del Teatro Sucre durante el último ensayo de la obra. Foto: Cortesía Fundación Teatro Sucre

En la versión de Eurípides, el poeta griego de la antigüedad, Medea asesina a sus hijos con sus propias manos para herir al marido que la abandonaba y la condenaba al exilio. En la de Christa Wolf, una escritora alemana de posguerra, Medeano los mata, sino que mueren en manos de otros por ser hijos de una extranjera.

Con estas dos versiones en mente, la dramaturga ecuatoriana Gabriela Ponce comenzó a gestar la escritura de ‘ME.DE.AS. Versiones Desobedientes’; una obra que, a lo largo del último año y medio, se fue alimentando de las historias, experiencias y reflexiones, alrededor de la maternidad, de las mujeres que son parte del elenco.

El resultado de este trabajo se podrá ver este sábado 15 de octubre de 2022, a las 19:00, en el Teatro Sucre. En escena estarán Caymo Pizarro, Cristina Marchán, María Emilia Contreras, Valentina De Howitt, Denise Neira Vieira, Clara Francisca, Marcela Correa, Nai Ramírez, Marglen Phillips, Lizbeth Cubides y Big Mama.

‘ME.DE.AS’.

En el libro ‘El infinito en un junco’, la escritora Irene Vallejo recuerda que en la versión de Eurípides Medea habló por primera vez de la furia y la angustia que anidaba en los hogares atenienses. “Cuando ellos se aburren en casa salen a distraerse. Sin embargo, si hacemos lo mismo no nos dejan salir diciendo que hay que cuidar a los hijos”, líneas que muestran el conflicto que este personaje tenía con su encierro y su maternidad.

Las artistas venezolanas Marglen Phillips y Nai Ramírez, dos de las Medeas de la versión escrita por Gabriela Ponce. Foto: Cortesía Fundación Teatro Sucre
Las artistas venezolanas Marglen Phillips y Nai Ramírez, dos de las Medeas de la versión escrita por Gabriela Ponce. Foto: Cortesía Fundación Teatro Sucre

En la versión que se presenta este fin de semana, en el Sucre, esos conflictos que Medea tiene con el encierro y la maternidad son profundizados y actualizados a través de experiencias como el aborto y la migración venezolana. Asimismo, las Medeas que salen a escena se cuestionan sobre las ideas que vinculan a la maternidad con un estado de gracia y goce interno en el que las mujeres alcanzan la plenitud de su existencia.

A criterio de Ponce, todavía se habla poco o nada de las expectativas sociales, culturales y familiares que se gestan alrededor de la maternidad y lo que realmente sucede en la práctica. Para ella, por ejemplo, fue difícil descubrir que cuando una mujer se convierte en madre no es del todo cierto que ama inmediatamente a su hijo o se entrega con devoción a la experiencia de la maternidad. “Como mostramos en esta obra -dice-, una descubre que la maternidad es múltiple y heterogénea”.

En esta nueva versión, la protagonista es madre, pero también migrante. Una Medea que salió de Venezuela dejando parte de su familia y afectos; que disfrazó a su hija de hombre para evitar que la violaran; y que al llegar a Quito descubrió que nadie quería darle trabajo por ser mayor y migrante.

Esta obra está llena de Medeas que no solo son capaces de dar a luz y de maternar, sino también de parir ideas y tomar decisiones sobre sus cuerpos y existencias. Medeas que no necesitan un Jasón, el esposo de la protagonista en la versión de Eurípides, para descubrir que pueden ser felices, o que no tienen que condenarse por renegar de su maternidad.

Denise Neira tiene en sus manos una esfera hecha de parafina, un material del que están elaborados muchos de los objetos de la obra. Foto: Cortesía Fundación Teatro Sucre
Denise Neira tiene en sus manos una esfera hecha de parafina, un material del que están elaborados muchos de los objetos de la obra. Foto: Cortesía Fundación Teatro Sucre

La puesta escenográfica

Las once Medeas de esta obra se desplazan en medio de un escenario austero, compuesto por dos vitrinas llenas de prendas de vestir y una serie de objetos. Al fondo hay una pantalla donde se proyectan los nombres de las distintas escenas y en el proscenio un mueble al que se suben las protagonistas para ir desmenuzando sus historias.

Ponce cuenta que el concepto escénico gira alrededor de la cera. Todos los objetos que están en las vitrinas y que las Medeas atrapan entre sus manos, mientras danzan, son hechos con parafina. “Elegimos trabajar con este material -dice- para explorar la idea de la maternidad como ese hueco que te llena de fragilidad”.

A esto se suma un diseño sonoro y musical, a cargo de Pablo Molina y Rafaela Valarezo, que potencia esa sensación de reivindicación que finalmente atraviesa a las Medeas de Eurípides, Wolf y Ponce.


Visita nuestros portales:

Sigue a EL COMERCIO en Google News CLIC AQUÍGoogle News


Suplementos digitales