Es vago, odia los lunes y es tan panzón por comer lasaña que su inevitable destino es someterse a un baipás gástrico. No estamos hablando de Maradona, sino del gato Garfield.
Pese a que no es precisamente un modelo de mascota, sus ‘atributos’ han hecho de Garfield, gato de caricatura creado por Jim Davis en 1978, uno de los clásicos del cómic. Claro que su comercialización lo ha convertido en la versión gatuna del perrito Snoopy: ambos pasaron de ácidos críticos de la sociedad a inocentes peluches.
Justamente la inocencia es el principal ingrediente de ‘Garfield 3-D’, película que se estrena hoy y que muestra al gato y sus amigos enredados en una aventura propia de la Liga de la Justicia, con invasión espacial y zombis incluidos, pero destinada al público infantil.
La historia se resume así: en un universo muy lejano, una villana roba una pistola que convierte a las personas en obedientes zombis.
Pero Garzooka (una especie de Garfield con cuerpo de Sylvester Stallone) logra escapar hacia la Tierra y pide ayuda a Garfield y sus amigos.
La película deja totalmente de lado la estética de los dos anteriores filmes, protagonizados por Breckin Meyer (personajes de carne y hueso, un John más adulto, un Garfield ‘real’ generado en computadora…) y regresa a su diseño clásico, de cómic, pero en el formato 3-D.
La historia no es pesada ni larga, con bromas simples, secuaces torpes y una moraleja sobre la valentía de reconocer que la vida es algo más que comer, dormir y seguir comiendo.
Quizás los padres no la disfruten tanto por su humor tipo blanco. Aunque lo que más pueden reprochar, si son fanáticos, es que, en toda la función, ¡Garfield no come ni una lasaña! Eso no tiene perdón.