Los actores sevillanos Alfonso Sánchez (izq.) y Alberto López llegaron al Real Alcázar de Sevilla para el preestreno de la quinta temporada de Juegos de Tronos. Foto: EFE.
La verdad, la serie retomó su fórmula de calentar motores al inicio para luego quemar toda la pólvora argumental, retormar las primeras consecuencias de los acontecimientos de la temporada anterior y seguir el principio de: A rey muerto, rey puesto.
Ahora todas las intrigas parecen reacomodarse ante la nueva crisis de poder que se cierne y eso se nota ya que quienes han mantenido un cierto equilibrio en su reinado enfrentan nuevos conflictos: como en el caso de Daenerys Targaryen, que está tratando de no quemarse con los primeros conatos de rebelión y unos dragones que siguen experimentando síntomas de rebeldía.
Asimismo, se agradece el proceso de ‘rehabilitación’ política y emocional por el que pasa Tyrion Lannister y que lo convertirá en un polo a tierra frente a toda la violencia y ambición. En pocas palabras, Tyrion fue grande en el episodio, a pesar del vino y la decepción amorosa.
El poder que se pierde y el poder que se gana, puede ser la frase que abarca este primer bocado, que no tuvo la espectacularidad que muchos esperaban, pero cumplió en el ejercicio de exponer un poco de tensión, sobre todo, en sus minutos finales.
Además, el arco de alianzas por el Trono de Hierro parece configurarse (como ya se sabe) entre la reina Targaryen, Tyrion Lannister y John Snow y eso, que todavía no nos mostraron lo que le espera a las hermanas Stark y a una Cersei Lannister a la que tanto vino y el descontrol emocional podrían pasarle su cuenta de cobro. Por ahora, hay que tener paciencia porque lo peor ─que casi siempre es lo mejor─ está por venir.