Con más de 60 películas en su haber, Claude Chabrol, fallecido el domingo a sus 80 años, fue uno de los realizadores más importantes de Francia. Entre sus filmes se destacan clásicos como ‘La mujer infiel’ (1968), ‘Que la bestia muera’ (1969) y ‘El carnicero’ (1969).
En sus cintas, Chabrol analiza críticamente y bajo lupa a la burguesía francesa, aunque con ironía y distancia. Así lo corroboró Pablo Fiallos, crítico de cine.
Según el crítico, el hostigamiento a ese sector de la sociedad también se evidencia en las cintas ‘Una mujer cortada en dos’, ‘La ceremonia’ y ‘Gracias por el chocolate’. En esta última, los personajes relacionados a la política mueren, tras ser envenenados con chocolate.
Al igual que muchos de los cineastas jóvenes franceses de entonces, veneraba al creador británico Alfred Hitchcock. En muchas de sus películas se refleja la influencia de la búsqueda de lo recóndito y la ambiguedad.
Entre los temas favoritos de la obra cinematográfica de Chabrol resaltan la obsesión y la dependencia, la burguesía y la mojigatería. “Chabrol fue el mayor castigador de la burguesía francesa. Sus películas muestran una zona oscura de la clase media de ese país”, dijo Cristian León, también crítico de cine.
Muchas de sus películas ponen al desnudo la hipocresía de la burguesía y los abismos del alma humana. Chabrol perteneció a la generación que hace más de 50 años creó la Nouvelle Vague, el movimiento de directores que rechazaba el cine establecido y anquilosado.
Así surgió lo que hoy se conoce como ‘cine de autor’, cuya marca era el estilo inconfundible individual de cada director.
Desde la muerte de François Truffaut en 1984 y Eric Rohmer en el 2010, Chabrol era junto con Jean-Luc Godard uno de los últimos cineastas que quedaban vivos de la Nouvelle Vague.