La monarquía española gana espacio en las noticias del corazón y en la prensa rosa. Su modernización podría ser la causa. Letizia Ortiz seguro se arrepintió de haber llevado esos pantalones pescadores de color gris mientras posaba con su familia real en Mallorca hace escasos días.
La esposa del futuro Rey de España y madre de las infantas Leonor y Sofía fue ‘destrozada’ por la prensa rosa televisiva debido a su atuendo en una de los tradicionales posadas veraniegas de la familia real. Se le acusó de “no ir a la altura” y de un estilismo “vulgar”. Unos la criticaron por llevar ropa de Zara (cadena popular en España) y otros la alabaron porque vieron en ello una demostración de austeridad.
Una institución tradicionalmente intocable en España, incluso en la prensa rosa, empieza a no ser tan sagrada. El ‘pacto de silencio’, como se denomina al acuerdo implícito -no formal- de los medios de comunicación de no informar sobre la vida privada de los monarcas, empieza a resquebrajarse.Posiblemente Ortiz sea la responsable. Ella es el único miembro de la realeza contra quien los programas del corazón desenfundan sus armas. Su origen plebeyo y su estatus de divorciada advertían una futura comidilla mediática. Jaime Peñafiel, reconocido periodista monárquico, es su máximo detractor.
Para él, el vuelco de la prensa tiene su explicación: “los comportamientos de determinados miembros de la familia no son ni tan ejemplares ni tan consti-tucionales. Eso hace que la prensa critique. Me refiero concretamente a Letizia Ortiz”.
Por ello, cuando la periodista Pilar Urbano publicó ‘La Reina muy de cerca’ (Planeta, 2008) se armó un verdadero revuelo. Allí, la consorte reconocía su desacuerdo con el matrimonio homosexual, la interrupción del embarazo y la eutanasia y veía en las noticias sobre violencia de género, ‘un filón’ para los maltratadores. Se había quebrado el pacto, de lado y lado.
La prensa hablaba de la reina Sofía, pero fue ella quien decidió hablar primero y tomar postura en temas tan polémicos. Ese es el único ‘escándalo’ que se le conoce en sus 38 años de reinado. Más presentes, aunque igualmente poco ventilados, están los rumores sobre sus hijos. En su día, trascendieron las posibles adicciones del ex marido de la infanta Elena o una inminente separación entre la infanta Cristina y su esposo.
La artillería de la prensa rosa es más contundente en Gran Bretaña. Allí hay tabloides y periodistas especializados en revelar los trapos sucios de la realeza. “Aquí la culpa es del príncipe Carlos, por haberse casado sin estar enamorado. A partir de eso surgieron todos los escándalos, la amante Camila Parker”, señala Peñafiel. También las realezas de Suecia y Noruega son la comidilla de los espacios de farándula. A la princesa Victoria le ha rodeado el escándalo desde que se supiera que sufría anorexia.
Además, tres suecos denunciaron a Victoria y a su esposo, Daniel Westling (su ex preparador físico), por aceptar que un multimillonario les costeara la luna de miel. También permanece en la memoria de los europeos el video en el cual Mette-Marit, esposa del heredero noruego, exponía sus pechos al aire. Y tampoco olvidan que es divorciada y que tiene un hijo de su primer esposo, un traficante de drogas.
De entre las nuevas princesas (no de la nobleza), el cronista español destaca a dos: Mary Donaldson (Dinamarca) y Máxima Zorreguieta (Holanda). “El resto es vulgaridad”, concluye.
La fiesta en una boda real
El príncipe Nicolás de Grecia, hijo del depuesto rey Constantino II, y la suiza Tatiana Blatnik se casaron en una ceremonia sencilla. Se realizó según el rito greco-ortodoxo en una iglesia en la isla griega de Spetses, con la asistencia de miembros de las casas reales de toda Europa.
En la iglesia solo entraban 30 personas. El resto de invitados siguieron la ceremonia por unas pantallas gigantes. Medios de prensa griegos calificaron el enlace como el casamiento de la década en Grecia.
Entre los asistentes al enlace, figuran la reina de España, Sofía, que además es tía del novio; los príncipes de Asturias Felipe y Letizia, la infanta Elena y los duques de Palma, Cristina e Iñaki Urdangarín.
También llegaron el príncipe heredero noruego, Haakon, y sus homólogos holandeses, Guillermo Alejandro y Máxima, así como la princesa Victoria de Suecia y Daniel Westling, que se casaron en junio. En representación de la familia real británica viajaron el príncipe Michael y la princesa de Kent.
De Dinamarca asistieron a la boda la reina Margarita, la princesa heredera del trono, Mary, y su hijo menor, el príncipe Joachim, junto con su esposa la princesa Marie. A la boda fueron invitados unos 360 miembros de las realezas, así como muchos empresarios y miembros del jet set.
Entre ellos también el ícono del pop Elton John, la ex emperatriz iraní Farah Diba Pahlavi y varios navieros griegos. El príncipe Nicolás llegó a la isla a bordo de un tradicional bote pesquero de su madre, la ex reina griega Anne-Marie. En tanto, Tatiana, que llevó un vestido de novia de seda, viajó a la iglesia en carruaje.
La pareja no quiso presumir con lujos, en vista de los tiempos difíciles que atraviesa Grecia. En la noche estaba prevista una recepción y una cena con música tradicional griega. El ambiente era relajado e incluso el programa no fue respetado totalmente en lo que respecta al horario.
La pareja se conoció en el 2003, en unas vacaciones en el resort de esquí suizo de Gstaad, a través de amigos comunes. Su compromiso se selló en el 2009.