La soberana Daniela Almeida (c) junto a voluntarias de la Fundación Reina de Quito. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
El anuncio de Liliana Yunda, presidenta del Patronato San José, de suspender la elección de la Reina de Quito que se realiza por más de 60 años, generó reacciones divididas. Por un lado, hay quienes apoyan la medida como una reivindicación de la mujer, mientras otros sostienen que tras el reinado, que da inicio a la celebración de las Fiestas de la capital, hay un arduo trabajo social encabezado por la Reina.
La hermana del alcalde Jorge Yunda criticó el hecho de que algunas mujeres sean discriminadas por no cumplir con ciertos requisitos estéticos (como ser rubia y de ojos verdes), para participar en el certamen, más aún cuando se está afrontando un déficit económico. Aseguró que en los últimos cuatro años se tuvo una pérdida de USD 150 000 en la elección de la Reina, ya que no se logró recaudar de los auspiciantes el dinero que se requería. La elección cuesta cada año USD 120 000 y solo lograba cubrir, con auspicios,
USD 80 000, señaló.
No obstante, Andrea González, secretaria de Comunicación de la administración municipal anterior, indicó que dicho certamen jamás le costó un centavo a la ciudad. Buena parte de los cerca de USD 100 000 que costaba organizar el evento, dijo, se conseguía con canjes. Todo era financiado por auspiciantes.
Ese valor no solo incluía el evento final, sino todo el mes y medio de preparación en el que las aspirantes se capacitaban, lo que abarcaba clases, movilización, alimentación y otras actividades. Aclaró que incluso las obras sociales que hacen las reinas se realizan con financiamiento de la empresa privada.
La Fundación Reina de Quito fue creada hace 34 años, por la reina de 1985, María Teresa Donoso. El propósito era que las futuras representantes contaran con el apoyo y la experiencia de las exreinas para cumplir proyectos sociales.
La Fundación organiza periódicamente actividades para recaudar fondos que financien sus proyectos. Por ejemplo, entre el 21 de marzo y el 21 de abril pasado obtuvieron el apoyo de 13 restaurantes que, con la venta de platos especiales, aportaban con recursos para el Centro Terapéutico Aprendiendo a Vivir, que está en manos de la Fundación y que beneficia a niños que padecen síndrome de Down.
También han desarrollado campañas en contra del bullying, el ciberbullying y la violencia de género.
Sofía Arteta, reina de 1995 y directora ejecutiva de la Fundación, dijo conocer y considerar la falta de presupuesto del Patronato, por lo que propondrán que sea la Fundación Reina de Quito la que organice el certamen por su cuenta.
Las exreinas que forman parte de la organización tendrán una reunión formal para analizar la propuesta. Angie Vergara, reina en el 2015, aseguró que las integrantes de la Fundación estarían dispuestas a hacerlo. “Lo haremos con auspicios. Nosotras somos expertas en organizar actividades, más aún si estas nos permitirán obtener fondos y realizar obras sociales”, aseguró.
Daniela Almeida, actual reina de la capital, indicó que se reunirá con el Directorio de la Fundación y con Liliana Yunda, y después dará su punto de vista. Pero aclaró que seguirá trabajando hasta el último día de su mandato, porque para ella reinar es servir.
Contó que junto con la corona se recibe una gran responsabilidad. Cada día visita hospitales, orfanatos, ancianatos, fundaciones y albergues que apoyan a diferentes grupos vulnerables de la ciudad.
Además, se reúne con las autoridades para hacer alianzas estratégicas y con la empresa privada, para que apoyen con donación de víveres, ropa, medicinas, sillas de ruedas y más implementos.
La Fundación tiene un ropero donde reciben donaciones y las venden a precios cómodos. Esa es una de las formas que utilizan para recaudar fondos para ayudar al Centro Aprendiendo a Vivir. Allí trabaja Rocío Avilés, quien fue reina de Quito en el año 1969. “Es el único caso en el mundo en el que la reina es elegida para servir a los demás”, comentó.
Pero no todas las exreinas defienden el certamen. Ana Carolina Carvajal (soberana en el 2017) también se pronunció y dijo no oponerse a la eliminación del concurso. En su cuenta de Twitter expresó haber caído en cuenta de la imposición de estándares de belleza inalcanzables, para poder ser una representante digna.
La Alcaldía indicó en un comunicado que este tipo de concursos “reproducen roles de género que construyen imaginarios y estereotipos sociales”. El enfoque oficial será “generar una cultura de inclusión y respeto a la diversidad”. Anunció que en lugar del certamen, se invertirán USD
150 000 en programas sociales que beneficiarán a niños, jóvenes y mujeres.
Rocío Rosero, subsecretaria de Prevención y Erradicación de Violencia contra Mujeres, Niños, Niñas y Adolescentes, felicitó la medida. Considera una excelente decisión que haya una autoridad en la ciudad que ponga el tema como es debido. “Necesitamos inversión en juntas cantonales de protección de derechos que contempla la Ley de violencia. Ese dinero que cuesta el reinado podría ser una forma de financiar una Junta Cantonal de Protección de Derechos. Necesitamos al menos una en cada
uno de los distritos”.
Explicó que los reinados aportan en el imaginario de la gente a la cosificación de la mujer, y esto naturaliza las distintas formas de violencia.
Más allá del debate, la socióloga Alma Barahona considera que la decisión saca a la luz una problemática de género enraizada en la sociedad. Cree que el conflicto se presenta porque el evento forma parte de la tradición del festejo, pero choca con un movimiento que busca reivindicar derechos. “Habrá quienes apoyen la iniciativa pues esta es una nueva generación que se preocupa más porque le resuelvan los problemas cotidianos como tráfico, contaminación, falta de empleo, a que elijan a una reina”.