Los diseños y colores de las prendas indígenas ahora se lucen en prendas casuales. Esta iniciativa une el esfuerzo de diseñadoras y artesanas de las comunidades kichwas. Foto: José Mafla/ EL COMERCIO.
Los colores y los diseños plasmados en las ropas tradicionales, que usaban las mujeres kichwas de Imbabura, ahora tienen una demanda general.
La diseñadora Dennis Muñoz, del taller Luna Folk, de Ibarra, comenta que ahora es usual ver en vestidos casuales con aplicaciones inspiradas en la iconografía andina.
Su fuerte, por ejemplo, es confeccionar blusas, vestidos, abrigos, entre otros, con cromática y bordados de la ropa que usan en el pueblo Karanki. En la misma línea incursionó hace cuatro años Andrea Bonilla. La diseñadora ibarreña introdujo toques étnicos.
Así califica a las figuras de la flora y la fauna que inspiraron los tejidos a mano de las hábiles mujeres kichwas del sur de la capital de Imbabura. Esta tendencia ha sido bien acogida por instituciones que apoyan los emprendimientos.
En marzo de este año, precisamente, los trabajos de tres diseñadoras imbabureñas subieron a la pasarela. Entre las colecciones que sorprendieron al público estaban diseños de Muñoz y de Bonilla, que giraban en torno
a motivos indígenas.
Otras novedosas prendas, presentadas por Alicia Villalba, están basadas en la cultura afrodescendiente. La simbología principal son las máscaras.
Uno de los limitantes que enfrentan las modistas de las prendas con diseños étnicos es la falta de espacios para exhibir sus trabajos. En eso coinciden las artistas creativas.
Es por ello que han recurrido a la creatividad. Sisa Morales, del taller Sisa, Bordados a Mano, de Otavalo, aprovecha la Internet para promocionar las blusas blancas decoradas con hilos de colores vistosos. Entre sus clientes, asegura, están no solo indígenas, también hay mestizos y extranjeros.
Morales considera que parte del éxito tiene relación con que transformó las anchas blusas que usaban las indígenas en prendas torneadas y con escote. Eso sí, sin perder la esencia andina, reflejada en coloridas figuras asimétricas. A diferencia del trabajo industrial, las prendas artesanales son personalizadas.
Andrea Bonilla incorpora a sus novedosas creaciones apliques con motivos indígenas, como los bordados de Angochagua y Zuleta, del cantón Ibarra.
No hay duda que las emprendedoras, que han incursionado en el diseño de ropa, han recibido influencia de la riqueza cultural de Imbabura. Es decir, una provincia en la que conviven mestizos, indígenas y afrodescendientes. Esa variedad se refleja en la tendencia de la moda.