Don Francisco sostuvo que la comunicación es su pasión. Dijo que si lo retiran, le dolería mucho más que si él decide hacerlo. Foto: El Mercurio de Chile/ GDA
En diciembre de 2014, ‘Don Francisco‘ concedió una entrevista a Diario El Mercurio de Chile. En la conversación se refirió al final de su carrera profesional.
Mario Kreutzberger, Don Francisco, sentado en una mesa del hotel Sheraton dice:
-Uno, difícilmente, está preparado para dejar algo que quiere mucho o para no aparecer. Yo sé que esto para ti es difícil de entender, porque son etapas distintas. Yo he tenido tu edad, y tú no has tenido la mía.
Es inicios de noviembre, las críticas que marcaron la última Teletón aún no se escuchan, su rostro se ve descansado, pero su edad y el fantasma del retiro siempre están ahí. Su pelo está gris y unas pocas canas empiezan a aparecer.
-Cada cierto tiempo me lo tengo que teñir, pero espera dos semanas y verás que va a estar gris de nuevo. Yo lo tengo blanco blanco -dice, mientras hace un gesto y muestra las raíces de su cabellera, totalmente blancas.
¿Se ha visto alguna vez el pelo blanco?
-No, pero espero vérmelo en algún minuto.
El 28 de diciembre cumplirá 74 años. Hoy, cuando se miró al espejo, ¿cómo se encontró?
-No me encontré tan mal. A veces me siento medio desbaratado. Hoy no.
Pero el lunes, después de la Teletón, Mario Kreutzberger es otro. Los ojos cansados, las ojeras grandes y negras, los pies que se arrastran. Dice que ha dormido 12 horas seguidas y que antes de eso estuvo casi 70 horas despierto, que durmió a saltos. Aún la adrenalina corre por su cuerpo.
Por momentos habla como si no escuchara: de la Teletón, de que casi no se logra la meta, que a los medios chilenos solo les importa la polémica, que lo malo es lo que vende, que es bueno escuchar las críticas.
-Cuando empecé en la tele, durante 10 años tuve muchísimas más críticas que alabanzas, y escuché a la crítica y aprendí de ella. Y mejoré. Por eso, hoy con las críticas que se han hecho a la Teletón, pienso que hay que escucharlas y mejorar. Pero hay que saber dilucidar cuáles son bien intencionadas y cuáles no, porque aquí no se proponía nada. Creo que se puede mejorar, porque esto hay que mantenerlo, es bueno para Chile.
¿Le dio rabia lo que se dijo de la Teletón?
-Yo nunca he negado la crítica, yo soy hijo de la crítica. Ese es un buen título para este artículo, mira los diarios, busca las críticas de cuando yo empecé en la tele.
Pero después pasó que usted se volvió un intocable de la televisión y a la Teletón tampoco nadie se atrevía a cuestionarla.
-Eso no tiene que ver con Don Francisco, sino con lo que vive el país en cada momento. Hoy no hay intocables. No existen, porque los medios se hacen eco de las críticas, porque tienen que vender los diarios.
-Las críticas (a la Teletón) son muy, muy minoritarias, porque si no, habría sido imposible haber tenido el éxito que tuvimos. O sea, están amparadas en el anonimato que da la masividad hoy.
-Cuando empezó la Teletón, ¿cuántos periodistas había, y cuántos de ellos podrían haber tomado un audio o una imagen? Ahora hay 17 millones de reporteros, periodistas, ese es el gran problema que tienen los medios.
Las cinco etapas
Mario Kreutzberger toma entre ocho y 10 pastillas diarias, para la diabetes, para la tiroides. Dejó la carne, algo que nunca pensó que iba a poder hacer. Ya no puede viajar tan seguido, porque le cuesta recuperarse. Y no puede llegar y trabajar al tiro, como lo hizo por más de 50 años.
Está en algo así como la quinta etapa de su carrera televisiva. Haciendo una simple reseña de qué es lo que estuvo dispuesto a hacer para lograr el éxito en televisión en el pasado, es evidente que ahora está menos dispuesto.
-Es que todo depende de la etapa de la vida en la que estés, porque hay que adaptarse, eso es normal, pero no tanto tampoco.
-En la primera etapa uno está dispuesto a aceptar lo que venga, porque uno piensa “tengo que entrar en esto”; en la segunda etapa, a lo que venga, porque tengo que crecer; en la tercera etapa, no tanto a lo que venga, porque ya tengo algo que perder, que son los 30 años de nombre que he construido; en la cuarta etapa, mira, sí voy a tratar de adaptarme lo mejor que pueda; pero en la otra etapa tú dices, “¿sabes?, he vivido todas las etapas anteriores y quizá yo pueda hacer un mayor aporte en otra cosa, aunque no tenga la misma efectividad, aunque no sea tan exitoso”, y ahí vuelve a existir esta lucha interna entre el hombre y sus circunstancias.
¿Ahí está usted ahora?
-Hace tiempo.
¿Qué siente respecto de que la Televisión esté así tan cambiante, que nadie sepa lo que quiere el público?
-Siento inquietud, me gustaría leer bien lo que quiere la gente para poder estar presente sin fallar.
-Por ejemplo, Master Chef, nadie se habría imaginado que la estrella de eso fuera una señora de 84 años, nadie se hubiera imaginado que una telenovela tan lenta como Las mil y una noches iba a ser el fenómeno que es hoy. Pero ahí están.
Mario Kreutzberger sabe de fenómenos de teleseries. Hace cuatro años, Don Francisco presenta, el programa de conversación que hacía en Univisión, fue cancelado junto a todos los espacios estelares del canal, para poner una franja de teleseries.
-La pusieron porque era más barata. Nosotros ganábamos en rating en nuestro horario, pero fue una cuestión de plata.
Dice que en la política, a veces está de acuerdo con un lado, a veces está de acuerdo con el otro, y que en la televisión le pasa lo mismo.
-No porque a mí me guste un tipo de TV, esa es la que tiene que existir. A mí me gusta la TV de los grandes espectáculos, la que marcaba pauta, que era orientadora y tenía un buen contenido.
-Hoy la TV está mucho más liberal, con una lucha por el rating muy grande. Yo creo que la TV está en una búsqueda, en una crisis y que va a salir fortalecida finalmente, pero lo que hay ahora es un descontrol.
¿La TV chilena tiene buena calidad o es vulgar?
-Tiene de todo, desde el programa más vulgar, hasta el programa de más alta calidad como Los 80.
¿Pero hay más de qué?
-No te podría contestar, porque yo veo la programación saltada, no vivo acá. Pero pienso que hay más pobreza de producción, de dinero para producir.
¿Qué ve usted en TV?
-Yo veo TV de muy mala manera, veo de a cinco, de a tres minutos y cambio. Es que me quiero enterar de lo que hay en todas partes. Muy rara vez veo un programa completo, me voy formando ideas de programas: veo cinco minutos, cambio de canal, veo 10 de otros, el zapping. Yo veo la televisión con intención profesional.
Ha pasado el tiempo
-Mucha gente pregunta “bueno, y tú, ¿cuándo te vas a retirar?”. Y yo quisiera retirarme un segundo antes de cuando me tenga que retirar por obligación.
-Retirarme para mí va a ser muy doloroso, porque esto ha sido mi vida, mi pasión. La comunicación es mi pasión. Entonces, si me van a retirar, me va a doler mucho más que si yo me retiro a tiempo. Por lo tanto, mi lucha desde hace mucho es: cuándo es el momento.
¿Y qué cosas deben pasar para que tome la decisión?
-Mi responsabilidad es dejar encaminada la Teletón con una generación diferente, porque lo más importante que he hecho en la vida es construir mi familia, fue mi primer gran proyecto con mi esposa y acabamos de cumplir 52 años de matrimonio. Y el segundo gran proyecto, aunque lo he hecho siendo de la televisión, es la Teletón.
¿Cómo tiene planificado hacerlo?
-De ninguna manera, porque de todo lo que hemos planificado nada ha resultado.
En los diarios apareció que el sucesor natural era Rafael Araneda. Frente a esto Kreutzberger dice:
-Eso es lo que se dio naturalmente, no sé si fue porque tuvo más participación, pero yo no decidí con respecto a nadie. Quedaron algunos heridos, siempre quedan heridos en la Teletón, gente que piensa que debió haber estado más o en otro horario, y por eso no lo decido yo.
Es muy vanidosa la gente de la televisión. ¿Qué tan vanidoso es usted?
-En este negocio, sin ego no se funciona.
¿Y cómo se ve usted hoy, cerca de cumplir 74 años?
-Por mí han pasado los años y se han quedado encima. Todas las personas envejecen, pero yo trabajo con pura gente de entre 20 y 30 años, la edad de mis nietos, pero yo tengo un problema que los otros no tienen: me veo y me escucho distinto.
-Cuando veo el spot de la Teletón, digo: “Oh, ha pasado el tiempo”, pero cuando solo lo escucho, escucho a alguien de 40 años, es como si no hubiera pasado el tiempo. Pero tu cara, tu pelo, tus facciones dicen que sí pasó.
¿Y le gustaría ser como su voz?
-Todos quisiéramos ser eternos y quedarnos en la mejor etapa de la vida. Pero la realidad no es así, y lo acepto. No soy amigo de mentirme, yo nunca en estos años he mentido mi edad o sobre una dolencia, tampoco cuando he cometido un error. A lo mejor, la gente no me ve así, pero creo ser honesto. Tú me preguntaste por las canas y te mostré mi pelo blanco.
Usted era muy histriónico frente a la gente, se paraba, saltaba, se subía a la mesa y eso era parte de su personaje televisivo. Ahora, obviamente, no lo puede hacer.
-Es que ahora soy otra persona. He perdido ciertas facultades, pero he ganado otras. No se si la suma y la resta te da igual o te da menos. Pero creo que he ganado en profundidad.
¿Usted siente que en televisión es igual de exitoso que hace 10 años?
-Mira, esto es interesante y tiene que ver con la Teletón y con todo lo que pasa en Chile. Acá no se preguntan por cosas positivas, solo por las malas, porque lo bueno no vende, no interesa. Obvio que a los 74 años no puedo ser tan exitoso como lo fui a los 35, cuando tenía la fuerza que hoy no tengo.
-Pero sigo saliendo primero nacional en Estados Unidos, eso nunca me lo han preguntado. Soy la figura que se ha ganado todos los premios que existen en la tele. No hay ninguno que no me haya ganado. A lo mejor no me los merezco, pero los he ganado, tengo la Estrella en Hollywood, estoy en el Hall de la Fama.
-Lo que te quiero demostrar es que la radio, la TV, los diarios y las revistas están dirigidos a la polémica, y ningún título positivo vende. Y es por eso que este país está crispado. Y me preocupa.
– ¿Me preguntas si tengo el mismo éxito? Te digo, no puedo tener el mismo éxito, porque no tengo el mismo compromiso, el mismo tiempo con Chile.
– Viajo menos, porque necesito más días de reposo para recuperarme. ¡Pero soy el único tipo que tiene un programa por 52 años en el aire en el mundo! Todavía este programa, que lleva 30 años en Estados Unidos, sale entre primero, segundo y tercero nacional, pero eso no le interesa a nadie acá.
“Soy bastante solitario”
Hace años, Mario Kreutzberger contó en una entrevista que había salido de vacaciones y se había aburrido. Que no estaba acostumbrado a no tener nada que hacer. Que su rutina incluía que le pasaran un papel con todas las cosas que tenía que hacer en el día. Esa vez, para no arruinar las vacaciones, pidió que le enviaran un papelito donde decía: 9:30, levantarse; 10.30, salir; y así todo el día. Hoy, la historia es distinta.
-Mi sueño, para cuando ya no trabaje en la tele, es hacer más viajes de placer. En general, solo he hecho viajes de trabajo: viajé por 166 países haciendo la Cámara viajera.
-De hecho, en 2013 recorrí Chile sin una cámara, lo hice con mi señora y una pareja amiga, y al mes siguiente con mis nietos mayores hice un recorrido por todo el norte. Y antes hice un crucero de una semana, que no había hecho nunca, por todos los puertos de Croacia. Son cosas que no hacía.
Además, comenzó a celebrar el shabbat, la ceremonia judía, todos los viernes en la noche. En la ciudad que esté, Santiago o Miami, reúne a un grupo, de entre 10 y 15 personas, a hablar del Antiguo Testamento y comentarlo, de acuerdo a las creencias de los invitados.
Partió cuando Univisión decidió cortar su programa Don Francisco presenta.
-Me quedé con la deuda de conversar, que es algo que a mí me gusta hacer. Empecé tímidamente y me di cuenta de que resultaban diferentes experiencias.
-Partí haciéndolo sobre libros sagrados, con una pequeña cosa tradicional religiosa e incorporando, sin darme cuenta, detalles, igual que en los programas de televisión, que parten de una manera y terminan de otra. Y a la gente le ha gustado mucho, porque se hablan temas que normalmente no se discuten.
Llama personalmente a las personas para invitarlas. A veces solo lo hace con su familia.
-No he sido nunca religioso, soy agnóstico; aprendí lo que era agnóstico, porque antes pensaba que significaba que uno era ateo, pero cuando leo la Biblia, pienso que si es divina, muchísimo mejor, pero si no es divina, lo que esos hombres escribieron hace 3 300 años es extraordinario y es aplicable al día de hoy, con todos esos avances.
A partir de esto, ¿ha habido gente que se acerca a usted a pedirle consejos?
-A mí siempre se me ha acercado mucha gente para eso, no solo ahora. De hecho, alguna vez tuve la idea de hacer un libro que se llamara ‘Conversaciones a gran altura’, que serían las que he tenido arriba de los aviones, que son muchísimas. Es que, esto no lo he contado antes, tengo conversaciones con la gente y a través de percepciones voy descubriendo cosas.
¿Sí?
-Yo sé lo que le pasa a la gente y empiezo a preguntar, y, al final, sé lo que sucede. Yo no soy vidente, pero me doy cuenta de lo que les pasa a las personas, cuando un tema les toca.
Y cuando un tema le toca a usted, ¿con quién llora las penas?
-Soy bastante solitario, pero muy buen amigo de mí mismo. No sé si todos hablan consigo mismo, pero yo sí. Tengo mucho tiempo para hablar conmigo en la noche, cuando me voy a dormir. Tengo un poco de insomnio.
¿Tiene amigos?
-Pocos, con una mano me alcanza. Conocidos muchos.
¿No tiene mejores amigos?
-Tengo, pero creo que mis penas de hoy y mis angustias de hoy y mis miedos de hoy, más que nada, los consulto conmigo, y si son muy graves, con un profesional.
Terapia con los hijos
Mario Kreutzberger dice que no miente. Que no le gusta dar una impresión que no es la que él tiene de sí mismo. Por eso cuenta que ha ido varias veces al psicólogo y al psiquiatra. La primera vez fue cuando sus hijos fueron al psiquiatra y dibujaron a la familia. Él, que era un gigante en la televisión chilena, para ellos era más pequeño que una pulga, y se estaba casi cayendo de la hoja.
-Parecía, por ciertas cosas, que yo faltaba en la casa. Este trabajo era bastante loco, y antes más. Yo era la Coca-Cola en el desierto, esto era televisión y la televisión era estelar, estelar. Le teníamos que dedicar mucho tiempo. Y yo, además, viajaba a hacer la Cámara viajera, eso me tomaba tres meses al año.
-Me impresionó mucho en ese entonces que ellos pensaran que yo no estaba mucho. Le pregunté al psiquiatra qué podía hacer yo. Me dijo: “Usted tiene que demostrar que, en algún momento, les da preferencia a sus hijos”. Y me sugirió que un día a la semana se lo dedicara completamente a mis hijos.
-Así nacieron los martes especiales, donde terminaba de trabajar a las 12 del día. Íbamos a almorzar donde ellos querían.
¿Y resultó?
-Sí, fue excelente, hasta hoy ellos se acuerdan. Duró dos o tres años.
¿Por qué no siguió?
-Porque después se fue desvirtuando, me fui a Estados Unidos, los niños crecieron, tenían sus propias actividades, tantas cosas…
¿Cree que fue un buen papá?
-Si se trata de tiempo, y de calidad del tiempo, no fui buen papá. Si se trata de afecto, fui buen papá. Yo no era un taxi que los llevaba a todas partes, era una ambulancia, cuando había una emergencia yo estaba ahí, pero eso no era suficiente.
Su hijo menor, Francisco, quien trabaja como productor en Chilevisión, una vez le regaló un frasco vacío para un cumpleaños, con un papel adentro. El papel decía: “Papá, tú tienes todo, no hay nada que te pueda regalar, lo único que te falta es tiempo”.
¿Él fue quien más resintió su ausencia?
-Los tres.
No debe haber sido fácil tener de papá a Don Francisco para sus hijos hombres.
-Yo creo que no, pero tampoco ha sido fácil ser papá en medio de todo esto. Esta actividad, la TV, no está muy construida para ser papá.
Si mira ahora para atrás, y ve a la familia y los hijos, ¿siente que todo valió la pena?
-La vida vale la pena. Es muy difícil volver atrás en el reloj del tiempo. Si uno viviera con experiencia, no haría muchas cosas, por eso es que hay que vivir sin experiencia.
Y si pudiera volver a vivir, ¿qué cambiaría?
-Es que no se puede medir así. Creo que esa pregunta es una mentira, porque al final te podría contestar cualquier cosa. Es filosofía barata. La vida hay que vivirla y se va modificando en el camino.
Se detiene y dice:
-¡A mí claro que me habría gustado mucho más ser un tipo equilibrado, dedicarles tantas horas a mis hijos, tantas horas a mi trabajo. Pero esa es una irrealidad, porque si le hubiera dedicado menos horas al trabajo, no habría llegado a donde llegué!