La fila se daba vueltas como serpiente junto al parqueadero del Paseo San Francisco. Sin señales que indiquen a qué localidad pertenece cada puerta, muchos de los asistentes terminaban haciendo la fila equivocada. Pero la gente estaba lista para la fiesta, incluso esperando, mientras un grupo de jóvenes se les acercaba para solicitar formas por el Yasuní –un recurrente acto en los conciertos-.
Una vez adentro el público pudo comprobar que estaba frente a una barrera de metal escasamente arraigada al suelo, la cual era sostenida por guardias de seguridad quienes trataban de mantenerla firme. Desde general a preferencia y de preferencia a VIP los intentos por doblar la barrera fueron varios, tales que los organizadores vieron necesario llamar la atención del público desde el alto parlante.
El público de la electrónica y el house es tan variado que entre los asistentes habían niños y adultos compartiendo y disfrutando por igual. Esta misma variedad se ve en la carencia de un código de vestimenta para los raves, eventos a los que la gente acude igualmente con abrigos de pieles y tacos que con zapatos deportivos, vividis y gorras. Haciéndose notar los pocos jóvenes que llevaban camisetas fosforescentes con el rostro de Aoki -sin ojos- estampado en la mitad.
La Plaza Arena, una cancha abierta y el escenario enorme que se imponía frente al público hacía pensar que iniciaría un festival de música electrónica y casi lo fue, por los cuatro dj que se presentaron para calentar al público y dar paso al plato fuerte de la noche, el estadounidense Steve Aoki.
El segundo Dj, Juan Javier Ponce, entró en escena moviendo las palmas de la gente. Los ánimos subieron y viendo la obvia fuerza de una multitud enloquecida los organizadores improvisaron un refuerzo para la baranda de metal que ya casi no resistía la emoción del público. Ponce sufrió algunos problemas técnicos que apagaron su música en tres ocasiones, pero airoso siguió mezclando con una sonrisa en el rostro cuando arreglaron los daños.
A las 21:00 ya habían llegado aproximadamente 5000 personas a la Plaza, todas saltando con una mano en el aire sentían juntas el house que se desprendía desde los parlantes. Los dj ecuatorianos encargados de abrir realizaron una amplia gama de mezclas. Con temas comerciales de Coldplay, en boga de Avicii y un tanto retro con Nancy Sinatra los set fueron asegurándose mantener la fiesta en la gente.
A las diez la lluvia empezaba a caer y poco a poco aparecieron los ponchos de agua que dieron color a la audiencia y los paraguas que escondían besos, felicidad y mucho, pero mucho baile, pues se vivía un ambiente de discoteca, con lluvia y todo.
Los rostros se empezaron a poner ansiosos en la espera de Aoki quien salió a escena cerca de las 24:00. Una voz robótica dió el ´go´ del artista preguntando al público
“Are you ready for Steve Aoki?“ (¿Están listos para Steve Aoki?) y apareció con su cabello negro suelto, lacio y largo y vistiendo la nueva camiseta del Ecuador. “Hola Quito” y “Qué pasa Quito” fueron sus palabras en español que motivaban a la gente a saltar en descontrol. La fiesta se encendió por completo con la presencia del maestro de ceremonias de ascendencia japonesa, quien coreaba sus propias canciones y mantenía sus brazos en el aire para gozar con la gente sin parar de saltar ni emocionarse en un solo momento. Aoki mostró su lado divertido con los juguetes que suele llevar en sus giras, las tortas, el barco y el confeti hicieron gozar a un público cuya dicha entera era poder verlo y compartir de cerca su energía en su primera presentación en la capital y la senda en Ecuador.