Sir Elton John, el músico cuya millonaria voz ha sido inmortalizada en 29 discos de estudio, es un hombre de pocas palabras. En su concierto en Quito (la noche del 15 de febrero del 2014), mientras que el público hablaba de lo maravilloso que resultaba compartir el mismo espacio con su ídolo, él se dedicó a cantar. No hubo grandes diálogos entre la estrella y sus fans. Cual artista de primera línea, llegó a la Arena Plaza San Francisco (Cumbayá) para desplegar su talento sobre el escenario, acompañado únicamente por su piano.
Tal vez respondiendo a su grado de caballero de la Orden del Imperio Británico, no dudó en extender los saludos de rigor (en inglés) al público que por primera vez lo veía en su territorio. Algunas palabras para expresar su contento por estar en el país y lo que lo motivaba a cantar temas como The One, Sixty Years On o Daniel fueron los únicos diálogos de la noche.
Pero lo que se hubiese pensado como el discurso bien ensayado de un personaje con fama internacional, hacia el final del concierto (que duró aproximadamente dos horas) encontró su punto de quiebre. Tras fijar su mirada a través de unas gafas color azul, una disculpa por sus problemas de voz y la promesa de regresar al Ecuador para ofrecer un mejor show fueron elementos clave para comprender que Elton John, fuera de la escena farandulera, es un músico celoso de su arte y de sus seguidores.
En ese momento exacto fue cuando el traje azul de luces del artista y la luminaria del escenario (más de 60 lámparas) parecían ser opacadas por el brillo emitido por el propio artista. La gente, en respuesta, solo supo aplaudir a su ídolo.
Para muchos, la llegada de Elton John suponía una oportunidad para escuchar sus argumentos en pro de los derechos Glbti. Sin embargo, y ajeno a sus reclamos emitidos semanas atrás en contra de la política de represión homosexual del gobierno ruso de Vladimir Putin, el músico no se pronunció sobre tal asunto. Tal cual anunciaban los carteles publicitarios de su concierto, esta presentación era una velada exclusiva para escuchar lo mejor del compositor británico.
A pesar de que varios de los asistentes se quedaron con el sinsabor de no haber escuchado en vivo un clásico de Elton John, Sacrifice, para la gran mayoría fue un deleite haber recordado escenas de ‘El Rey León’ gracias a la canción Circle of Life.
Con una flor en su mano, y tras proyectar escenas de la película en las dos pantallas de alta definición ubicadas a los costados del escenario, el músico británico se despidió de una ciudad en la que, fuera de la pomposidad que suele acompañarlo, quiso establecer un vínculo más íntimo. En pocas palabras, fue una cita entre tres: Elton John, el espectador y la música.
Un nuevo espacio en Quito
La Arena Plaza San Francisco es una cancha de césped con una capacidad para aproximadamente siete mil personas. Según se pudo apreciar en su concierto inaugural, el piso para esta ocasión (una construcción de paneles de madera) fue irregular. La falta de señalización hizo difícil la ubicación del público en sus asientos y la salida del espacio. Pero, la acústica respondió satisfactoriamente.