Danni Padilla y parte de su grupo de baile juvenil de la escuela Dancing Mood. Foto: Santiago Sarango/EL COMERCIO
Cuando en el 2006 el ecuatoriano Danni Padilla creó Dancing Mood tenía un solo objetivo en mente: mostrar que bailar salsa es salud y vida.
Años después, y tras sufrir un lesión en su espalda que casi lo deja fuera del baile para siempre, Padilla y su academia cosecharon varios premios y reconocimientos a nivel nacional e internacional.
Tras los logros obtenidos con su escuela, el bailarín de 37 años confiesa lo que él define como la clave de su éxito: “bailar salsa sin importar la edad, bailar por amor a vivir”.
Bajo ese criterio, Padilla reconoce que uno de sus mayores logros fue ser la primera academia en llevar a una pareja cuya edad sobrepasaba los 55 años a participar en una competencia internacional.
Demostrando con ello, según Padilla, que con una formación adecuada y el aliento de un equipo de trabajo, todas las personas que deseen pueden salir a un escenario y hacer un buen papel.
“Más allá de la competencia, nuestra idea es mostrar que la salsa da vitalidad a las personas. Que no existen restricciones ni límites de edad. Desde los 4 hasta más de los 60 años, la escuela forma y comparte su pasión por vivir, mediante la práctica del baile”, agrega.
Tres niñas realizan una de las coreografías que Danni Padilla instruye en la clases de baile infantil. Foto: Santiago Sarango/EL COMERCIO
El 2015 fue uno de los años más exitosos en la trayectoria de Dancing Mood. En ese año, la escuela se posicionó en lo más alto de las competiciones nacionales e internacionales, logrando el Primer lugar en la Categoría Grupos Amateur en el Ecuador Salsa Congress.
Además, en la misma competencia, la academia alcanzó el Primer lugar en la Categoría Profesional Casino y el Segundo y Tercer lugar en la Categoría Parejas Latino.
A nivel internacional, en el la edición 2015 del Word Latin Dance Cup en Estados Unidos, Dancing Mood logró el Vicecampeonato Mundial en la Categoría Salsa Ladies y el Tercer lugar en la Categoría Profesional Campeonato Mundial.
Lissette Figueroa, estudiante del grupo amateur, comenta que el reconocimiento internacional que la escuela mantiene es fruto del trabajo que cada día se fortalece y mejora en cada clase. “Nos encanta dejar el nombre del Ecuador en los más alto y para ello practicamos con constancia, pero sin olvidar que somos una familia”, sostiene.
Familia que ha crecido con el pasar de los años. Según Padilla, en sus inicios la escuela contaba con 20 alumnos y una sola sala de baile. Hoy en día la academia cuenta con dos instalaciones en Quito y alrededor de 400 estudiantes.
En sus 16 años de trayectoria como bailarín profesional, Padilla cree que la afición por los ritmos urbanos en Ecuador fue ganando adeptos por la variedad de propuestas que se ofertan en el país y que son fruto de la formación que cada profesional de la danza adquirió durante años y que se comparten con la comunidad.
El bailarín profesional Danni Padilla enseña un paso de salsa al grupo de adultos de la escuela de baile Dancing Mood. Foto: Santiago Sarango/EL COMERCIO
“Géneros como la bachata, Hip Hop, Electrónica y los diferentes estilos de salsa como Los Ángeles, el Estilo Caleño, Salsa Cubana, Rueda de Casino y Estilo Nueva York On 2 han permitido que las personas cambien su criterio con respecto a los ritmos urbanos y tropicales y vean en ellos una oportunidad de crecer como artistas o como personas, tomando en cuenta que se necesita una formación y un aprendizaje constante”, comenta.
Es por ello que, Doménica Enríquez, estudiante del grupo amateur, sostiene que la misión de Dancing Mood se afirma cada día en mejorar la calidad de vida de las personas, mediante el desarrollo de un mejor estilo y técnicas de baile, lo que se traduce en seres humanos, grandes y pequeños, que aprenden a quererse como son y a encontrar en los compañeros la misma pasión por sentir la vida en cada movimiento.
Y, precisamente, en ese disfrute de los movimientos, Padilla sostiene que se encuentra el punto clave del aprender a bailar salsa. Para el bailarín, creer que el género es exclusivo para personas con gran habilidad corporal es una tara que se debe erradicar.
Padilla comenta en su etapa de rehabilitación tras su accidente de espalda, la única idea que lo impulsaba a seguir era volver a bailar, pese los criterios médicos en contra.
Luego de un de proceso de recuperación de dos años, su pasión por la salsa lo convirtió en un referente dentro de los profesionales de la danza a nivel nacional e internacional y, más aún, en un visionario que convirtió un salón de cuatro paredes es un espacio que transforma vidas al son de los timbales.