Para Roy Borja, Juan Gordón e Iván Acosta cada presentación trae una anécdota diferente.
En la noche anterior al Día de la Madre, el Trío Valentino recorrió las calles de Quito en su furgoneta amarilla cargada de instrumentos musicales y de sonido. Siempre acompañados de José Intriago, Danilo Borja en la percusión y Gustavo con los equipos.
La tónica en su interior era de camaradería, chistes, risas y algo de cansancio por la jornada, que inició con un ‘chivo’, como nombran a los trabajos, a las 09:00.
En la casa 78 A, en Monteserrín, se apagó el motor y Gustavo inició con la instalación de los equipos. Mientras en la acera el Trío esperaba entre bromas y algo de frío.
“Lograr un ensamble de tres voces con una armonía preestablecida es durísimo, este es un trabajo muy fuerte” dijo Gordón.
“Nosotros trabajamos mientras las personas se divierten”, agregó entre risas Acosta.
A las 21:20 arrancó la presentación. La sorpresa que Christian Gordón preparó para su madre, suegra, tías y amigas de la familia provocó lágrimas y emoción en las homenajeadas. ¡Uy qué lindo!, fue la expresión de Pilar Yépez cuando entró en la sala, donde se escuchaba al Trío Valentino.
Al son de Un bolero, los 19 invitados al festejo ocuparon la pista de baile, que se alegró poco a poco al ritmo de pasacalles.
El siguiente ‘chivo’ fue en el Café Toledo. Un retoque en el cabello, comprobar que el traje plata y la camiseta negra estén perfectos y entraron al lugar. La luz tenue de las velas y la decoración en madera contrastaba con los globos de colores y las serpentinas.
En el escenario un cartel que rezaba ‘Feliz Día Mamá’ dio la bienvenida al Trío. Ellos fueron los primeros artistas en presentarse esa noche.
Bachata Rosa, de Juan Luis Guerra, rompió con la expectativa. En las mesas, las botellas de whisky, vodka, vino y gaseosa se vaciaban con cada canción.
Mientras el público coreaba El Aguacate, en la barra del bar recibían la llamada de una conocida peña que quería contratar al grupo. En un papel, el recado llegó a Borja, director del trío, que por su agenda no pudo aceptarla.
El nuevo día llegaba y con música de Julio Jaramillo y deseando feliz día a las madres ponían punto final al show, mientras los asistentes pedían que no se fueran.
En la furgoneta, el timbre del teléfono les recordaba su tardanza al siguiente sitio. Con una excusa continuaban las conversaciones, las canciones, las bromas y el análisis de la función previa .
Luego de 13 horas y presentaciones en casas, cafés, plazas de toros y un ‘chivo’ perdido, el Trío Valentino llegó a la discoteca Escape, su último destino.
El animador del lugar que se autodenomina ‘el loco Pablo’ entre bromas y sátiras reclamaba al Trío por su demora, a la vez que animaba a los asistentes.
El último show de la noche se inició con una adaptación de salsa, donde la percusión tomaba protagonismo. Los gritos y aplausos de las madres cerraban el día, con un ¡bravo Valentino!