Víctor Hugo Cabrera tiene desde el viernes pasado su cédula de ecuatoriano. Aunque nació en Colombia, tiene sangre criolla, ya que su padre era guayaquileño “y se enamoró de una bella colombiana”, dice el actor que interpretó a Rafael Méndez, en la telenovela ‘Hasta que la muerte nos separe’ y recientemente a Arturo Bermúdez en ‘Todas odian a Bermúdez’. Como ecuatoriano, su segunda nacionalidad, le dolió la crisis política que hubo el jueves. Dice, entre risas, que vendrá al país hasta que “la muerte nos separe…”.
‘Todas odian a Bermúdez’ fue una telenovela con un argumento cómico, pero en el fondo se hizo una reflexión sobre el periodismo
A mí también eso me gustaba porque tenía su lado crítico. Bermúdez (era un periodista en la revista Hechos) estaba opuesto a que se vendieran los productos nacionales y que fuera la reconquista de España. La telenovela fue escrita por el vicepresidente de Caracol, Dago García.
¿No era el símil de lo que pasaba en Colombia con la venta de El Tiempo a la editora española Planeta?
Exactamente. Al público, a veces, no se da cuenta de esas cosas hasta que no se pierde la identidad del país y justo por eso me gustó el proyecto. Bermúdez era un periodista al que todas odiaban por que era rebelde, pero lo que quería asegurarse que el producto nacional tuviera la importancia en su país.
¿Pero faltó reflexión?
Dago tuvo esa intensión. De hecho se habló sobre la energía, que si seguimos así el planeta se quedaría sin energía 700 años. Pero el problema es que ahora las novelas si no tienen violencia, las tetas, el paraíso el capo la cosa no funciona bien.
El final de Bermúdez no gustó en Ecuador…
Ni en Colombia ni a mí y de hecho me reclaman a mí, pero yo les digo que se quejen con Caracol (se ríe). La telenovela tenía un desarrollo más largo; se la cortó por tiempo y fue, como decimos en Colombia, un final chambón.
Colombia tuvo el mérito de ser una alternativa, pero , al parecer, ahora decidieron hacer culebrones al estilo mexicano o venezolano…
Colombia narraba las historias propias sin necesidad de llegar a los temas de la violencia. Colombia retrocede por la demanda, porque la gente reclama más ese género, desafortunadamente para nosotros los actores.
Narconovelas ¿no tenemos suficiente con la realidad? ¿los comerciantes se dejaron ganar por el mercado?
En Colombia la televisión se ha convertido en una industria y a nivel comercial se ha vuelto más comercial para ellos.
Usted presenció la crisis política del jueves y la sintió como ecuatoriano que es ¿estos hechos no pueden ser los necesarios para un guión de una película?
Me duele lo que pasa. ‘Hasta que la muerte nos separe’ me abrió muchas puertas en América. Ahora estoy haciendo un ‘standup’ (monólogo) siento como una obligación y quiero decir y hacer algo. A mí me gustaría, por ejemplo, hacer una telenovela en la que se muestre que Ecuador está llena de colombianos y no solo hablar de narcotráfico y guerrilla.
¿Y de esas cosas van la presentación de su ‘standup’?
Es como la vida mía. Trabajo con un escritor de apellido Arias, quien trabajó con el periodista Jaime Garzón y el director es Nicolás Montero. La trilogía la monté para contar mi vida desde los 7 años mi madre me enseño a actuar y lo que se gana con la fama.
¿Y de qué sirve la fama?
En Colombia la fama tiene un significado como de carnicería. Yo quiero utilizar la fama para la obra social. Hace dos años fui invitado a Guayaquil y me quedé sorprendido porque esa ciudad era horrible como el mismo Quito. Ahora es otra cosa y todo es hermoso y eso está en el ‘standup’. Esto siempre en la comedia. Lo bonito es que el público viaje con esas historias de la risa a la tristeza.
¿Siempre vendrá al país?
Hasta que la muerte nos separe (risas). Vengo con proyectos y ganas. Leí a Sebastián Cordero. Él está en la misma onda de unir a nuestros países. Yo creo que todos podemos hacer un conglomerado y reflejar lo que es latinoamérica, porque Colombia, Ecuador, Perú no representamos nada en el contexto mundial. Si logramos unirnos, como dijo Cordero, y que nos conozcan como realmente somos porque somos más buenos que malos.