Una fiesta de ritmos latinos fue lo que se vivió la noche de este jueves en el Ágora de la Casa de la Cultura en Quito. Eran las 20:00 cuando los integrantes de la banda argentina de reggae Nonpalidece hicieron su aparición sobre el escenario capitalino.
De inmediato arrancaron con su repertorio en medio de los aplausos del público. Una tras otra sonaron las canciones que conforman una historia musical que empezó en 1996 cuando un grupo de cuatro músicos inauguraron un proyecto que se identificó con los sonidos fundacionales del reggae de los años 70.
Los 11 músicos en escena integraban los acordes de sus instrumentos y voces en un ritmo orgánico que transmitía una armónica sensación, acompañada por el baile de los asistentes.
Un grupo de guardias privados y policías recorrían las localidades controlando el consumo de sustancias prohibidas en este tipo de espectáculos. Sin coreografías prefabricadas, dos jóvenes coristas seguían el ritmo de cada canción a su manera.
Las jóvenes sostenían los coros de Néstor Ramljak, quien entre canción y canción saludaba y animaba a cientos de aficionados al reggae. En la tarima también sonaban canciones de ‘Activismo’, la última producción discográfica del grupo argentino, que se vendía junto con el resto de su discografía a la entrada del auditorio.
En más de una hora de concierto, ‘Nompa’ compartió casi una veintena de canciones de versos reconfortantes. “Esto se ha convertido en una experiencia inquietante”, admitía el vocalista argentino mientras caminaba sobre el escenario estrechando la mano de algunos fanáticos.
Era el turno para Cultura Profética, la agrupación puertorriqueña que debutó en la escena musical hace 18 años.
Una pausa que duró más de 30 minutos, en la que pocos asistentes instalaban equipos, acomodaban, afinaban y probaban instrumentos, impacientaba a varios de los asistentes que se tomaban su tiempo entre charlas y snacks.
Pasadas las 22:00, los 11 integrantes de Cultura Profética iniciaron su presentación. Más concentrados en su repertorio que en la interacción con el público, cinco temas sonaron de corrido antes de que el vocalista de la banda anime al público con un saludo.
Ni los 10 grados centígrados que se registraban en la capital apagaron el ánimo del público. El ska, la salsa, el jazz, el funk y otros ritmos regionales se convirtieron en vocablos de un mismo idioma universal.
Un idioma de raíces latinas transitado por versos reflexivos y de un gran sentido espiritual. Los covers del legendario Bob Marley también fueron parte del repertorio.
Dos bandas con una propuesta visual sencilla, sin poses ni excesos de parafernalia pero que llegaron a Quito para compartir un repertorio de sonidos honestos.