Alineación de Guns N’ Roses en su versión de 1987: Slash, Steven Adler, Axl Rose, Izzy Stradlin y Duff McKagan. Foto: Captura de pantalla
Se ha dicho que Guns N’ Roses es el último mastodonte del rock. Hace 30 años, concretamente el 21 de julio de 1987, irrumpió en las tiendas de discos un álbum que como ninguno otro estaba inspirado en el costado más rebelde y destructivo del género. Y en verdad cuesta encontrar un trabajo que haya sido tan polémico e impactante, antes y después. 32 millones de copias vendidas convirtieron a ‘Appetite for Destruction’ en el disco debut más afortunado de la historia.
Éxitos de artistas conflictivos siempre hubo. Pero los Guns eran más que problemáticos, ¡eran unos auténticos malandrines! Pero sabían tocar, además de que, a pesar de las respetables dosis de drogas y licor que se metían al cuerpo, no carecían de disciplina y sentido de búsqueda de un estilo propio. Y Axl Rose, el cantante, un barítono que jugaba con su voz como si fuera de plastilina, era todo un espectáculo. Desde Jim Morrison, el furibundo cantante de The Doors, no había un ‘frontman’ tan picado por el bicho de la locura sobre el escenario.
Axl Rose provenía de Lafayette, un pueblo de Indiana, donde ya se estaba labrando una reputación de delincuente juvenil. Ahí conoció a Izzy Stradlin, un guitarrista con talento para componer, y ambos decidieron irse a Los Ángeles para ser roqueros. Empezaron fundando Hollywood Rose y, ya que estaban en la ‘jungla de cemento’, le dieron con todo al eslogan del sexo, las drogas y el rock. Vivieron entre la mugre y los excesos, tocando en sitios espantosos, a veces durmiendo en la calle, a veces ligando ‘stripers’, lo más cercano al amor que podían conseguir.
Con los chicos de otra banda, llamada L.A. Guns, Axl e Izzy decidieron formar Guns N’ Roses, pero en realidad hubo tantos líos internos (Axl era insoportable), que el grupo que grabaría los discos acabó completado por el bajista Duff McKagan, el baterista Steven Adler y el guitarrista Slash.
Lo curioso es que Slash, cuyo nombre real era Saul Hudson y que había nacido en Inglaterra, había sido rechazado por el mismo Axl en una audición para formar Hollywood Rose. La relación entre el hiperactivo Axl y el virtuoso Slash nunca fue fluida, aunque el guitarrista aportó los ingredientes musicales y visuales que el cantante tanto buscaba, desde el piercing en la nariz hasta el sombrero de enterrador que no puede contener una enorme mata de cabello rizado, pasando por un estilo particular con la Gibson Les Paul.
Con sus presentaciones, los Guns ganaron poco a poco la reputación de una banda poderosa en vivo y lograron un contrato para grabar un EP con cuatro temas. Es el famoso ‘Live ?*! Like a Suicide’, que permitió al grupo firmar para un álbum completo.
En retrospectiva, nada indicaba que este quinteto de inestables personajes estuviera a punto de grabar un disco tan comercial. Hasta el EP, los Guns podían ser catalogados como sleazy rock, es decir, una variante más callejera del hair rock o glam, como se conocía a la música de bandas como Bon Jovi, Dokken, Europe, Poison, Mötley Crüe, Twisted Sister, Cinderella y Warrant.
Esa era música con letras enfocadas en el sexo, el alcohol y las drogas, interpretada con riffs de guitarra, solos y un sobrecogedor aire de superioridad. Eso también eran los Guns, pero sin las toneladas de laca sobre el cabello ni la ambigüedad sexual de la imagen. Axl la transmitía levemente, pero era capaz de caer a golpes a quien osara comparar a los Guns con Poison o Cinderella.
Como se señaló, el grupo sí tenía talento pero había que encontrar un productor adecuado. Se llamó a Paul Stanley, cantante y guitarrista de Kiss, pero sugirió cambios como, por ejemplo, añadir coros a la canción ‘Nightrain’ para que fuera más pegadiza. Axl lo sacó del estudio a empujones. ¿Más pegadiza? Por favor.
El productor que sí aceptó trabajar con la fiera fue Mike Clink, quien tuvo la paciencia para juntar ese revoltijo de canciones escritas por cuenta de cada miembro, algunas con cuatro años de antigüedad, y darles coherencia.
Ahí estuvo la genialidad. Clink, ingeniero de sonido de profesión, se esmeró en pulir los alaridos de Axl y de emplazarlos a la perfección con los solos de Slash. Clink obtuvo 54 minutos de un sonido punzante, una mezcla de hard rock con punk que, quién creyera, acabó como puente entre el hair rock y el futuro grunge.
El disco, en realidad, no fue un éxito de 1987, sino del año siguiente. Tardó tanto en triunfar porque los Guns eran censurados. La portada inicial fue una mujer violada por un robot, que debió ser cambiada por la de la cruz y las calaveras que ahora es famosa. Pero de todos modos, la mujer y el robot estaban en los artes del CD y eso espantó a muchos. Había gemidos sexuales. Mucha alusión a la heroína. Demasiada.