Arriba, foto de la portada de ‘Abbey Road’. A la izq. la contraportada. Todas las fotos son de Ian McMillan. Foto: ARCHIVO EL COMERCIO
Los 50 años de ‘Abbey Road’ han dado paso a una catarata de conmemoraciones, relecturas y publicaciones en torno al último álbum que grabaron The Beatles. Pero, entre el mar de anécdotas y listas de “las 10 cosas que no sabes de Abbey Road”, que de todos modos son conocidas, poco se repara en que ese elepé fue el último trabajo de un formidable equipo.
En la década de los 60, lo que sobraban eran artistas y grupos. The Beatles fue un milagro musical desde sus inicios, una máquina que fabricó 13 álbumes, todos piedras angulares de la música pop, siempre con innovaciones, siempre con demostraciones de que su destino era traer el futuro.
Todo se desgasta, lamentablemente, incluso la banda más ingeniosa y poderosa del universo, y el contexto en que se grabó ‘Abbey Road’ auguraba el fin de la colaboración entre John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr, un cuarteto inolvidable.
Antes, un aclaración para los no-beatleanianos: ‘Abbey Road’ es el último álbum que grabaron The Beatles, pero no el último publicado. ‘Get It Back’ se grabó entre el 2 y el 31 de enero de 1969, pero entre remezclas, cambios de opinión y agendas cruzadas, recién se lo publicó el 9 de mayo de 1970, con el nombre de ‘Let It Be’.
‘Abbey Road’ se grabó desde abril hasta agosto de 1969 , después de las tensas discusiones del grupo cuando grababan ‘Get It Back’. Paul McCartney había captado perfectamente que el grupo ya no funcionaba como una unidad y que el malestar de sus integrantes era general. Ya Harrison había dicho que pensaba irse, y Lennon le había respondido que llamaría a Eric Clapton o Jimi Hendrix en su lugar. La música se cura con música, así que propuso a sus malhumorados compañeros intentar un nuevo álbum, pero en armonía.
George Martin fue reclutado nuevamente como el productor (Phil Spector fue el productor de ‘Get It Back’) y recibió la promesa de que los cuatro músicos harían sus canciones “como antes”, es decir, como en los primeros tiempos en que las canciones se elaboraban con una activa participación de los miembros. No fue así: ya desde el disco ‘blanco’ de 1968, la técnica de trabajo era que Lennon y McCartney grababan con el resto de compañeros como músicos de sesión. Claro, ¡qué músicos!, pero no era “como antes”.
La historia de cómo se grabó ‘Abbey Road’ está prolíficamente documentada y demuestra que, aunque hubo más voluntad, algo ya estaba roto. Por ejemplo, McCartney compuso los teclados de Come Together, un tema de Lennon. Pero Lennon no dejó que McCartney tocara esa línea de piano eléctrico y optó por ser él mismo el ejecutante. Miró por el hombro cómo McCarney tocaba, y luego lo hizo él.
Lennon afrontó las grabaciones con desinterés y malhumor. Llegó una semana tarde a las grabaciones porque tuvo un accidente de tránsito con Yoko Ono, su esposa, y además consumía heroína. Y no tocó ningún instrumento en la canción Here Comes the Sun, algo absolutamente inusual.
La razón es que Lennon ya no se sentía unido a McCartney como socio artístico, además de que lo consideraba muy ‘comercial’, y deseaba probar otros sonidos sin el cartel de The Beatles. Influía su esposa japonesa, por supuesto, pero también había una erosión general. Pero, pese a su actitud, colocó innovaciones, como el sonido del sintetizador Moog.
McCartney contribuyó con Maxwell’s Silver Hammer, desconcertante canción sobre un asesino que mataba a martillazos, y la balada Oh! Darling, en la que, aplicando la Ley del Talión, dejó fuera a Lennon de las partes corales.
Ringo ofreció Octopus’s Garden, el segundo tema de su autoría con The Beatles y considerado para niños. Con el tiempo, Ringo escribió un cuento basado en esa canción.
George Harrison, en cambio, brilló con Here Comes the Sun y Something, y demostraba que estaba a la altura de Lennon y McCartney como compositor. Harrison era el más joven del cuarteto y empezó con una profunda admiración a Lennon y entregado totalmente a la locura de ser parte de una banda que, en un tris, fue la más famosa del mundo.
En 1965, Harrison descubrió el ácido pero también la espiritualidad hindú. Dejó de creer que The Beatles era su vida. Se cansó de pelear con Lennon y McCartney por un espacio como compositor. Se quería ir.
La estructura de ‘Abbey Road’ consistió en un lado A con 24 minutos de seis canciones y un lado B con una canción, Here Comes the Sun, y un popurrí de 10 canciones cortas de diversos temas y estilos. Curiosamente, la última canción, Her Majesty, no está en el índice del elepé pero suena a los 20 segundos de acabado el ‘medley’. Fue incluida por error, pues McCartney consideró que estaba demás y solicitó eliminarla, pero el ingeniero lo olvidó y Her Majesty se convirtió en el primer ‘track escondido’ de la historia.
Las críticas hacia ‘Abbey Road’ fueron elogiosas, estuvo 17 semanas como número uno y hoy sigue siendo un referente del pop. Su reedición de este año, compuesta por tomas alternativas y extras, llegó al número uno del Reino Unido.
La portada también forma parte de la cultura popular y la historia de su elaboración y su impacto también es muy conocido. La fotografía muestra a The Beatles atravesando un paso peatonal frente a los estudios de grabación Abbey Road, en la calle que lleva el mismo nombre. Ha sido parodiada incontables veces y hoy, esa calle forma parte de los sitios emblemáticos de Londres. Lástima que esa caminata terminó siendo la última del mejor equipo musical de la historia.