En el instituto preuniversitario Stephen W. Hawking se prepara a
los jóvenes para rendir el ENES. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO
Durante un año trató de ingresar a una universidad pública para estudiar Medicina. Andy Cisneros, de 18 años, rindió tres veces el Examen Nacional para la Educación Superior (ENES) en ese lapso. En marzo pasado obtuvo 908 sobre 1 000 puntos en la prueba. Entonces, 260163 ecuatorianos se presentaron a dar el examen en el país.
Ahí Cisneros logró su mejor nota, en relación con las evaluaciones pasadas, pero no le sirvió para lograr un cupo.
La nota mínima que exige esa carrera es de 950, a diferencia de las otras carreras como Comunicación, Filosofía o Turismo, que demandan 601.
La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) es la que establece los valores. Estos tienden a subir conforme pasan los años.
Cisneros optó por ingresar a un curso de nivelación enfocado en este tipo de pruebas de ingreso. Hace una semana comenzó las clases y espera que le sirvan para alcanzar el puntaje que demanda ese sistema de ingreso implementado por el Gobierno, desde el 2012.
No quiere perder más tiempo; tampoco irse a vivir a otra ciudad fuera de donde reside (Quito). Cuando un joven da el ENES el sistema de ingreso le permite elegir dos opciones de carreras y universidades. Si no aprueba a la primera tiene la segunda alternativa que puede ser en otro territorio donde haya la profesión y cupo.
Gabriela Zamora, otra estudiante, pasó por esa situación. Ella tiene 20 años y trató de ingresar a la facultad de Medicina en la Universidad Central del Ecuador. Obtuvo un promedio de 926 en el segundo ENES, pero como los cupos se cubrieron en Quito, su segunda opción era ir a estudiar en Ambato. Ingresó a la Facultad de Medicina en la Universidad Técnica de Ambato. Aprovechó que tenía un familiar cercano donde quedarse.
Postuló para las becas Eloy Alfaro que da la Senescyt para estos casos, en que los estudiantes deben trasladarse a otro territorio. Es un valor mensual para la movilidad, pero luego de un largo trámite -dice Zamora- no la obtuvo y dejó los estudios antes de terminar el primer año de universidad.
Cisneros no quiere correr ese riesgo. Sus clases de nivelación en el instituto preuniversitario Stephen W. Hawking son intensivas; de lunes a viernes, de 08:00 hasta 18:00. Los principales temas de estudio están relacionados con el ENES.
Bolívar Aucapiña, director general de ese centro en Quito, dice que tienen 15 aulas con entre 35 y 40 estudiantes. Senescyt también ofrece un curso de ocho semanas para fortalecer las habilidades de los postulantes que no hayan alcanzado el puntaje mínimo.
Cisneros recuerda que cuando sus dos hermanos mayores iban a entrar a la universidad, el modelo de ingreso era diferente. Se rendía un examen de ingreso y luego el alumno era ubicado en primer nivel o en propedéutico, lo que implicaba un curso de nivelación.
Mauricio Chiluisa, de la FESE, dice que ese sistema era más consecuente con las necesidades de estudiar de los jóvenes. “Miles se han quedado fuera del sistema de educación superior en tres años”.
Desde el 16 de diciembre del 2014 este Diario ha solicitado de forma reiterada información estadística a la Senescyt para determinar la cantidad de alumnos que se quedan sin cupo y también la oferta disponible en las universidades públicas. Hasta ahora no se ha dado una contestación. El último escrito se envió el viernes pasado.
En su portal web, solo se señala que el ENES promueve la excelencia académica y hace más eficiente la inversión que realiza el Estado en la educación superior. La oferta académica para los aspirantes a la educación pública se centra en 30 instituciones de educación superior públicas.
Esto incluye a la Universidad de Investigación de Tecnología Experimental Yachay, U. Nacional de Educación (Unae), Universidad de la Artes y la Universidad Regional Amazónica (Ikiam). Hay 1 800 carreras en instituciones y 38 en institutos técnicos y tecnológicos.
Son pocas opciones para Alison Carrera. Ella quería estudiar Turismo, pero tras rendir el examen le dieron cupo en El Triunfo (Guayaquil) y en Tulcán (Carchi), por la cantidad de personas que se presentaron para la misma carrera y lograron un puntaje mayor al de ella, en su segundo intento (892). Sus padres se opusieron a que viviera sola en otra ciudad ajena a Quito. Además, el traslado implicaba costos económicos altos.
Por ahora su objetivo es acabar de estudiar idiomas y conseguir un trabajo. Con su salario quiere costear otra carrera en una universidad privada, donde no haya ENES. Ya ni siquiera quiere estudiar Turismo. Se inclinará por Negocios Internacionales.
Cisneros también tiene un plan B, por si no alcanza el puntaje para Medicina. Tendrá que seguir otra carrera, posiblemente Odontología, Enfermería o Microbiología.
Sus padres han hablado con él para buscar la forma de conseguir recursos e inscribirlo en una universidad privada, donde no es necesario rendir ese tipo de examen. Pero el sueño de Cisneros es ser un graduado de la Universidad Central, por el prestigio que tienen sus profesionales.
Para él, cada examen ENES es una lotería, porque no sabe exactamente en qué falla. El sistema solo arroja una calificación, pero no existe una retroalimentación para que pueda corregir los errores.
Esta evaluación da cuenta de aptitudes y destrezas en razonamiento abstracto, numérico y verbal. Tiene 120 preguntas; 40 de razonamiento verbal, 40 de lógico y 40 de abstracto.