El Consorcio Unicode es la organización que cada año aprueba cuáles son los emojis que podrán ser utilizados internacionalmente. Foto: Pixabay.
Las palabras son del pasado; el presente es de las imágenes. Aunque esto suene a sentencia apocalíptica para los diccionarios, lo cierto es que los usuarios de dispositivos móviles cada vez más prefieren expresar sus ideas y sentimientos por medio de un emoji, aquella cara feliz, triste o simplemente un gesto de la mano que funcionan como pictogramas.
Su popularidad se extendió desde el Japón de mediados de los noventa gracias a que los usuarios nipones comenzaron a insertar en sus mensajes de texto imágenes alusivas sobre lo cual habían escrito. En una búsqueda de simplificar el proceso y de reducir precisamente el tamaño de esos mensajes se inició con un proceso de crear emojis que permitieran condensar palabras como felicidad o amor en una sola imagen.
En efecto, desde sus primeros años de popularización internacional y hasta la actualidad, los emojis han estado atados a palabras altamente usadas por toda clase de usuarios. Para hablar de dinero, pues hay tanto la opción de un fajo de billetes o los pictogramas correspondientes al símbolo de la moneda de un país determinado; o para referirse al rompimiento de una relación amorosa, basta utilizar un corazón partido en dos.
Pero para que estos pictogramas salgan a la luz, existe toda una especie de “academia de los emojis”. Se trata del Consorcio Unicode, la organización que cada año aprueba cuáles son los emojis que podrán ser utilizados internacionalmente en plataformas de mensajería como Whatsapp o por sistemas operativos como Android o iOS. En la versión Unicode 8.0, la más reciente, fueron aprobados 1 281 pictogramas.
Y al igual que cualquier academia de la lengua, en la creación de cada uno de estos pictogramas se cuida hasta el más mínimo detalle. Esto incluye detalles tales como el diseño (por ejemplo, utilizar el amarillo para evitar el racismo causado por el tono de piel de las personas), la nomenclatura (una muestra es que los emojis que contienen la palabra negro no hacen alusión a un grupo racial), o la semántica (se trata de utilizar un lenguaje universal en las imágenes).
Sin embargo, y a pesar de estos cuidados, existen casos que salen de sus manos, tal como pasa con los emojis alusivos a la comunidad Glbti, que en países como Rusia se encuentran en el centro de la polémica. Según una investigación realizada por el periódico local Izvestia y recogida por el rotativo londinense The Guardian, la autoridad rusa estaría trabajando en un plan para que estos emojis sean retirados de los servicios de mensajería del país por violar una ley que prohíbe la propaganda de relaciones no-heterosexuales.
Casos como estos son analizados por los agentes reguladores de Unicode, quienes, tras dos años de análisis, van insertando o eliminando emojis del mercado de acuerdo al comportamiento de los usuarios con respecto a ellos.
La versión 9.0 de los emojis ya se encuentra en plena etapa de consolidación. Hasta el momento, y como lo publica la Emojipedia, 38 pictogramas están aprobados como candidatos oficiales. Si se aprueban, podrían lanzarse al mercado a mediados del 2016. Entre estos se encuentran uno femenino de una mujer dándose una palmada en el rostro, otro del bailarín (la versión masculina de la mujer con tacos y falda de fiesta), una imagen de un hombre con corona y la Mamá Noel, entre otros.
¿Por qué añadir más emojis? Pues la respuesta la tienen lingüistas como John McWhorter, de la Universidad de Columbia. En una reciente investigación, él argumenta que la popularidad de estos pictogramas ha modificado la mente de las nuevas generaciones; es información no verbal ni escrita que tiene un impacto inmediato en las emociones de los usuarios. Así que, mientras más emojis haya, más gente podrá transmitir sus pensamientos.