La instructora Karen Obregón durante un entrenamiento junto a Carlos Zorrilla. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Atrás quedaron las clases pausadas en las que los participantes acondicionan su cuerpo utilizando pelotas suizas de diferentes tamaños. Ahora, los encuentros son intensos, fuertes y hasta desafiantes.
Ese dinamismo llegó a los principales centros de acondicionamiento del país con el nombre de Dynamic Fitball, un sistema de entrenamiento que combina movimientos de pilates y de yoga con acrobacias y ejercicio cardiovascular.
Con la incorporación de estos últimos movimientos -saltos, tijeras, trote- una persona puede quemar entre 700 y 800 calorías en una clase de 60 minutos, según la entrenadora Karen Obregón. Aclara, sin embargo, que ese número puede incrementarse o reducirse dependiendo de la intensidad con la que se ejecuten los ejercicios.
Estas clases también se dictan en Estados Unidos y en gran parte de Sudamérica. Tienen gran acogida y es por eso que decenas de instructores difunden rutinas en la web. La música y los ejercicios son ‘pegajosos’ y divertidos, y ¡lo mejor!, se pueden realizar en casa.
En los encuentros presenciales participan personas de todas las edades, sin embargo, los guías intentan armar grupos homogéneos para que todas desarrollen los movimientos al mismo tiempo, sin necesidad de forzarlos. Un sobreesfuerzo, según el deportólogo Pablo Cisneros, podría desencadenar en una lesión.
Los requisitos para participar en una clase de dynamic fitball es perder el miedo a lo desconocido, pues solo así el participante se animará a probar diferentes movimientos hasta lograr acrobacias o diseñar figuras (puente, cisne, entre otros) con su cuerpo y la pelota.
Este accesorio acompaña al participante durante toda la clase. De allí la necesidad de seleccionar una a la medida: la ideal cubre toda la espalda, desde la parte superior hasta la zona lumbar. Un implemento más pequeño o más grande también podría generar lesiones o caídas.
El trabajo con la pelota, además de quemar calorías, tonifica cada músculo del cuerpo, pues los movimientos demandan mayor esfuerzo. Con o sobre ese balón los participantes desarrollan abdominales, flexiones de pecho, sentadillas.
También, brincan y se desplazan de un lugar a otro en cuestión de segundos. El objetivo de ese ejercicio es ganar elasticidad y coordinación, indispensables en todas las edades pero, sobre todo, en personas de la tercera edad. Así reducen el riesgo de lesionarse durante una caída. Se recomiendan entre dos y clases a la semana.