El ministro de Turismo, Freddy Ehlers, abanderó esta semana una polémica medida: la regulación a la venta de bebidas alcohólicas.
El objetivo -dijo- era atraer mayor turismo, con la reducción de los índices de seguridad, especialmente en las ciudades principales. Según Ehlers, existe una relación directa entre el consumo de alcohol y el cometimiento de delitos como el escándalo público, el robo y la agresión a personas. Aunque no presentó estudios concretos que permitan dimensionar el problema en el país, o los resultados esperados.
El martes apareció en el salón de prensa del Ministerio de Gobierno anunciando la decisión junto al titular de esa Cartera, Gustavo Jalkh. Establecieron horarios para la comercialización de licores, en los locales que están a cargo de ambas carteras.
Los negocios de abarrotes, tiendas, comisariatos y licorerías, por ejemplo, solo pueden vender hasta las 22:00 los viernes y sábados. Mientras que para las discotecas, peñas, salas de banquetes, centros y complejos convencionales hay dos cronogramas: de lunes a jueves se permitirá la comercialización hasta las 24:00. El viernes y el sábado el horario se extiende hasta las 02:00.
Los domingos se prohibió la venta en todos los expendios. Sin embargo, la medida presentó una contradicción. En los estadios donde se juegan los partidos del Campeonato Nacional de Fútbol sí se podrá consumir bebidas moderadas como la cerveza.
Estos sitios, señaló Ehlers, no están bajo la regulación de los ministerios de Turismo o de Gobierno. La que tiene competencia es la Cartera del Deporte, pero sus decisiones no pueden ir más allá de lo que establece la recién aprobada Ley de Deportes, Educación Física y Recreación.
En el artículo 147 se establece: “ (…) prohíbase el ingreso, comercialización y consumo de todos los productos derivados del tabaco, bebidas alcohólicas, excepto de bebidas de moderación”. Entre ellas la cerveza.
Desde el 16 de julio tampoco se comercializará en gasolineras, casinos o bingos.
La respuesta de los propietarios de los negocios fue inmediata. Ellos anunciaron pérdidas, pues los principales productos que se comercializan, por la rentabilidad que dejan, son las bebidas alcohólicas. En un fin de semana, un bar llega a vender hasta 100 jabas de cerveza.
Los empresarios del sector licorero se hicieron eco de las críticas y dijeron que la inseguridad no está vinculada solo al consumo de licor, sino a problemas más estructurales de la sociedad, como la falta de empleo y la pobreza.
Cuestionaron también que la decisión se haya tomado de forma unilateral. Sin promover un diálogo previo con los sectores que podrían verse perjudicados.
Pese a todo, la medida arrancó el jueves en Quito y desde ayer en el resto del país. Los primeros esfuerzos por regular la venta de licor pusieron en evidencia la falta de recursos humanos y logísticos para hacer un control efectivo.
En los ‘nigth club’, por ejemplo, los viernes y sábados se autorizó la venta solo hasta las 00:00, pero el local puede estar abierto hasta a las 02:00. Las autoridades no pudieron controlar que en algunos locales se restrinja el consumo a la hora señalada. Tampoco pudieron identificar las tiendas o micromercados que en los barrios vendieron el producto.
En la Intendencia de Pichincha se dijo que las Unidades de Vigilancia Comunitaria harán un trabajo de Inteligencia para ubicar, en los próximos días, a los infractores. También que la Policía y el Ministerio Público coordinarán acciones para realizar los operativos de control.
Quienes no cumplan con la normativa se exponen a pagar una multa de USD 100 y el cierre del negocio durante ocho días laborables. Y, si son reincidentes, los locales serán clausurados o cerrados definitivamente.
Ehlers reconoció que el éxito o fracaso de la medida dependerá de la colaboración de la ciudadanía, en donde hubo voces a favor y en contra. Para los consumidores, los horarios establecidos no se adoptaron técnicamente.
Los que apoyan la regulación, creen que se está contribuyendo a la salud pública del país. Por eso extrañó que no se incluya en la propuesta a los ministerios que tienen a cargo el tema como el de Salud o el de Inclusión Social o el de Educación.
Estas carteras impulsan campañas destinadas a concienciar sobre los efectos nocivos del consumo de alcohol. Esas acciones se realizan en especial entre los jóvenes. Precisamente, una investigación realizada en meses anteriores entre 1200 alumnos de 42 establecimientos educativos de Quito indica que el 47% de los evaluados consumen alcohol “de manera excesiva” y empezaron desde los 10 años de edad.
Fue la Cartera de Ehlers, la que abanderó la propuesta. Cuando este periodista y presentador de TV asumió el cargo (mayo del 2010) anunció que, aunque aún no tenía listo un plan de gestión para el turismo, aspiraba a convertir a este sector en el producto fundamental en el país.
“Yo creo que el turismo es, posiblemente, el campo más importante de la economía nacional en este momento. Debe convertirse en el producto principal del país. Yo creo que es posible y mientras más antes sea, mucho mejor”, dijo en ese entonces.
También había señalado que de su experiencia sacó en limpio que “hace falta creatividad para promocionar al Ecuador en el extranjero”. No obstante, la imposición de horarios para el expendio y consumo de licores y la prohibición de la venta los domingos, de alguna manera pudiera afectar las intenciones de apuntalar el turismo nacional.
Los operadores de turismo coinciden en que un país “con restricciones” no es un atractivo. Aunque el ex candidato presidencial y ex Secretario General de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) aclaró que un país más seguro es como un imán para los turistas.
¿Quién es?
Freddy Ehlers asumió el Ministerio de Turismo en mayo del 2006. El periodista y presentador de TV también fue Secretario General de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
¿Qué hizo?
Defendió la regulación de bebidas alcohólicas en los negocios que son regulados por los ministerios de Turismo y Gobierno. Firmó un acuerdo con el ministro Gustavo Jalkh, para ejecutar controles.
¿Qué dijo?
Ehlers aseguró que existe una relación directa entre el consumo de bebidas alcohólicas y el cometimiento de delitos, como el escándalo en la vía pública, la agresión o el asalto.