Egipto busca prohibir su reguetón por ir en contra de la 'moral'

Imagen referencial. El viceministro de Educación egipcio, Reda Higazi, declaró esta semana en un programa de televisión que su Departamento ha decidido prohibir los "festivales" en todas las instituciones educativas ya que "afecta a la moral de los estudiantes porque contienen palabrotas y alusiones (sexuales) malas". Foto: Pixabay

La llaman "música popular" o "festivales" y es el género más escuchado y bailado por los jóvenes egipcios, pero las autoridades han lanzado una ofensiva contra los ritmos electrónicos producidos por chicos de barrios bajos que incluyen palabras soeces y alusiones sexuales que molestan en el país conservador.

La canción La chica de al lado hizo saltar todas las alarmas esta semana después de situarse en los primeros puestos en la plataforma musical SoundCloud y de haber hecho bailar a miles de personas en el estadio de El Cairo.

Su estribillo "si me dejas (...) tomaré alcohol y hachís" ha hecho que las autoridades culturales se pongan en pie de guerra, una vez más, contra la música 'shaaby' (popular) y en esta ocasión pretenden vetarla en todos los eventos y espacios públicos o privados.

El sindicato de músicos emitió una directriz en la que prohíbe a "todos los establecimientos turísticos, locales nocturnos, cafeterías y barcos sobre el Nilo tratar con los denominados cantantes de festivales", de lo contrario tendrán que hacer frente a "todas las medidas legales".

El jefe del comité de trabajo del órgano sindical, Mansur Hendy, explicó a Efe que la decisión se tomó en base a "las palabrotas y palabras como hachís y alcohol", que no pueden ser toleradas en "un país que tiene moral y principios" como Egipto.

El sindicato ha informado de las nuevas directrices a la Policía y a los establecimientos de turismo y ocio, donde sus representantes en esas instalaciones supervisarán el cumplimiento de la norma, agregó Hendy.

Si se incumple la norma, el sindicato puede actuar contra el local prohibiendo cualquier actuación musical en él y también puede tomar medidas contra los artistas, ya que estos necesitan estar sindicados y tener un permiso para sus espectáculos.

Quien actúe sin ese permiso puede ser castigado con una multa de unos USD 25 000 y/o seis meses de cárcel, según Hendy.

De hecho, la mayor parte de los DJs y cantantes de 'shaaby' no son reconocidos como músicos por el sindicato y el protagonista de la actual polémica, Hasan Shakush, cantante de 'La chica de al lado', ha pasado los exámenes pero aún no dispone del carnet, agregó Hendy.

Shakush y su compañero Amr Kamel se han visto envueltos en el escándalo tras su actuación en el estadio de la capital egipcia, donde resonaron las palabras "hachís" y "alcohol", lo que el sindicato consideró una "amenaza para el arte y la cultura general" en Egipto.

El año pasado, el sindicato trató de evitar los "festivales" en locales y playas de la costa mediterránea, que en los meses más calurosos se convierte en el refugio de los egipcios más acaudalados y que en agosto de 2019 acogió un concierto de Jennifer López.

Ahora las autoridades parecen dispuestas a acabar con la "mala influencia" de está música que nace de entre jóvenes egipcios de las clases más bajas, en un país en el que hablar de sexo sigue siendo tabú.

El viceministro de Educación egipcio, Reda Higazi, declaró esta semana en un programa de televisión que su Departamento ha decidido prohibir los "festivales" en todas las instituciones educativas ya que "afecta a la moral de los estudiantes porque contienen palabrotas y alusiones (sexuales) malas".

Según el periódico estatal Al Ahram, Higazi advirtió de que se abrirá una investigación contra "todos los funcionarios que no apliquen la decisión" del Ministerio.

La polémica ha vuelto a abrir el debate sobre si el 'shaaby' es realmente arte, algo que el público no se plantea porque sus ritmos pegadizos se escuchan a todas horas en taxis y autobuses, en locales de moda y en las calles de un país de 100 millones de habitantes, en el que la música popular también gusta a los ricos.

Suplementos digitales