Uno de los tantos fenómenos que existen en Internet es el efecto Streisand. Las características son fáciles de encontrar en la web (hay hasta en Wikipedia) y pueden servir para todos los bandos en la actual coyuntura política. El origen del efecto se debe a la actriz estadounidense Barbra Streisand. Ella, en el 2003, denunció al fotógrafo Kenneth Adelman y a la web pictopia.com. El monto de la demanda era de USD 50 millones y el retiro de una foto aérea de la mansión costanera de Streisand en la casa de California.
La imagen era una publicidad y Adelman argumentó que él sacaba fotografías de propiedades en primera línea de la playa para así documentar la erosión de la costa de California. El intento de censura de Barbra Streisand hizo que una imagen intrascendente fuera un ‘boom’ mediático. Eso es exactamente el efecto Streisand, un intento de censura (mediante acciones legales) que fracasa y al final es contraproducente para el censor.
Los expertos (como dice la propia Wikipedia), que han estudiado el fenómeno, dicen que el efecto ocurre porque la Red interpreta la censura como un ataque hacia ella.
Una de las consecuencias del efecto Streisand es que el acusado tiene una ventana de exposición más amplia. Se le incrementa el número de seguidores en las redes sociales, por ejemplo, y sus ideas, imágenes… tienen más audiencia porque el mensaje se reproduce en otros canales. ¿Quién gana? Es difícil saber qué bando al final triunfa porque, al menos en el Ecuador, los discursos se espectacularizan y se quedan -o parecería que se quedan- como una tendencia y/o una pelea entre dos posiciones; aunque el debate en verdad debería ser sobre la censura.
Sin embargo, la discusión no se profundiza porque el efecto Streisand lo único que atrae es más curiosos que no necesariamente tienen en sus temas de conversación el enfrentamiento político o -incluso- no son usuarios constantes de las redes sociales.