Eduardo Góes Neves: ‘La Amazonía es un parque cultural y no solo natural’

Eduardo Goes Neves durante  la conferencia El Alma Antigua de los Bosques Tropicales, Indígenas y Naturaleza Amazónica. Foto: Joffre Flores / El Comercio

Eduardo Goes Neves durante la conferencia El Alma Antigua de los Bosques Tropicales, Indígenas y Naturaleza Amazónica. Foto: Joffre Flores / El Comercio

Eduardo Goes Neves durante la conferencia El Alma Antigua de los Bosques Tropicales, Indígenas y Naturaleza Amazónica. Foto: Joffre Flores / El Comercio

Muchos paisajes que pensamos naturales podrían ser algo más: espacios con un legado cultural, modificados por los humanos miles de años atrás.

Así lo asegura el investigador brasileño Eduardo Góes Neves, que obtuvo su doctorado en Arqueología en la Universidad de Indiana, Estados Unidos; es profesor del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de São Paulo; y forma parte del equipo que lleva adelante el programa de Postgrado en Ciencias Ambientales de la Universidad Federal de Amazonas.

Desde 1995 al 2010, este arqueólogo se dedicó al estudio de la Amazonía de su país, utilizando el Central Amazon Project como plataforma; se trata del proyecto arqueológico continuo de más larga duración en la cuenca del Amazonas. El proyecto llegó a la conclusión de que, entre otras cosas, además de la biodiversidad natural, hace miles de años existió también una gran variedad social en la región.

Esta tesis desafía los estereotipos científicos y populares de la uniformidad cultural y ecológica con la que está asociada la región amazónica.

La semana pasada, Góes Neves dictó la conferencia El alma antigua de los bosques tropicales, indígenas y naturaleza amazónica, en la Escuela Politécnica del Litoral, en ­Guayaquil. El arqueólogo brasileño fue invitado por la Corporación Nacional de Antropología e Historia.

¿Por qué la Amazonía podría considerarse como un parque cultural antes que como uno natural?

Tenemos evidencia cada vez más clara de que los bosques amazónicos fueron profundamente cambiados por la actividad humana en el pasado. Dentro de ese espacio, muchas cosas que parecen naturales, si son analizadas bajo la perspectiva histórica que nos brinda la arqueología, se convierten en culturales.
Muchos paisajes son más que escenarios naturales, porque los cambios que se han dado por la actividad humana los convierten en legados culturales. Existen, por ejemplo, algunas plantas que están colocadas en sitios determinados porque fueron sembradas ahí por los humanos. Entonces, la Amazonía es un parque cultural, porque fue, de alguna manera, alterado.

¿Es decir que estos conceptos se contraponen o pueden llegar a unirse?

Creo que tenemos que buscar un camino de convergencia. Me parece que es mucho más lógico que los conceptos de ‘parque natural’ y ‘parque cultural’ no sean mutuamente exclusivos. Entre antropólogos y arqueólogos podríamos llegar a encontrar una manera nueva de definir a estos bosques. Antes de eso es importante considerar algunas actividades pasadas, formas antiguas de manejo de fauna y flora, que son antípodas de perspectivas naturales.

En su charla, mencionó que estos nuevos descubrimientos podrían, eventualmente, también cambiar el concepto tradicional de patrimonio cultural.

Totalmente. El concepto clásico de patrimonio cultural abarca monumentos, objetos, edificaciones. Pero no se ha considerado que hay otras formas de manifestación de la  cultura. Nuestro estudio concluye que la Amazonía tiene para ofrecer una herencia cultural importante. Así, los paisajes podrían ser pensados como patrimonios culturales. Muchos han sido modificados por el humano y tienen una carga cultural invaluable. Hay formas plasmadas del conocimiento que se mantienen en esos paisajes.

¿Cuál es su visión de lo que ocurre actualmente en Ecuador en la rama de la arqueología?

En Ecuador se están realizando trabajos interesantes. Por ejemplo, los estudios de la cuenca amazónica hechos por Stephen Rostain, un francés que ha vivido en el país por muchos años y ha trabajado en la zona del río Upano. También está el trabajo de Francisco Valdez, un arqueólogo ecuatoriano que hace estudios en Zamora Chinchipe, en la Amazonía ecuatoriana; los estudios de Valdez muestran relaciones entre la Costa y la Amazonía desde hace más de 4 000 años, mediante el estudio de plantas como el cacao.

Ecuador es muy importante porque tiene una diversidad arqueológica muy grande. En el sur del país está la zona más baja de la Cordillera de los Andes. Siempre hubo contacto entre la Costa y el bosque por este camino; y es algo que debe ser analizado con mayor profundidad.

De seguir los estudios que sugiere, ¿cree que estos podrían comprobar que ocurre aquí en Ecuador algo similar a lo que ustedes concluyeron en Brasil?

Me parece que sí. Acá en Ecuador hay muchas cosas interesantes en la Sierra y en la Costa; sin embargo, todavía son pocos los arqueólogos que están pensando en estudiar la Amazonía. Pero creo que si se empieza a investigar más esa zona, se puede llegar a conclusiones valiosas.

¿Qué factores concretos se analizaron en la Amazonía de Brasil?

Estudiamos plantas principalmente, pero también suelos. El análisis de cerámicas fue otro factor clave, junto con objetos de piedra. Lo interesante de la arqueología es que combina el estudio de objetos pero también de cosas que parecen naturales. Esa mezcla es la que nos permite generar conocimiento de calidad.

¿Qué enseñanza dejan los hallazgos de la arqueología, como el que ha realizado usted junto con su equipo en la Amazonía brasileña?

Que deberíamos ser más cautelosos con las ideas de desarrollo. Todo tiene una historia detrás. Entonces esta clase de descubrimientos nos enseña a tomar en cuenta no solo lo que se ve sino también la historia de esos paisajes. Así deberíamos ser capaces de pensar en modelos más sostenibles y más consecuentes con el desarrollo económico.

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