La entrada principal se ubica frente a una plaza que tiene la cruz andina. Hay un garaje para 46 autos. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Un axioma de la arquitectura, atribuido a Mies van der Rohe, afirma que la necesidad produce la función y esta da paso a la actividad.
Este postulado funcionalista se cumple en su verdadera magnitud en el nuevo edificio del Centro de Investigación de la Salud, que forma parte del flamante campus de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) en Nayón.
En este edificio de 10 200 m², emplazado en medio de las 74 hectáreas de verde del campus, nada es ‘tuneado’, explica el Arq. Fernando Calle, jefe del equipo multidisciplinario que dio vida al inmueble.
No hay adocenamientos ni elementos superfluos. Los materiales se presentan en su estado natural; no se oculta nada. La estructura de vigas de acero es vista… Solo optamos por cubrir los cables -eléctricos, de comunicaciones- por seguridad y mantenimiento, para protegerlos del persistente polvo del sitio, explica Calle.
Este centro de seis plantas dedicado a la investigación médica y científica cumple con todos los parámetros internacionales.
Para conocer más a fondo esa tipología, la Arq. Liseth Estrella visitó varios lugares en Atlanta, Estados Unidos, ciudad que tiene los laboratorios más vanguardistas del urbe.
La forma, la distribución, el tamaño y los materiales de los diferentes laboratorios tienen su concepción en esa ‘pasantía’ de Estrella. El uso del vidrio templado laminado en los mesones es una consecuencia de esa ‘reportería’. ¿La razón? Es el material que menos se contamina y el de mejor limpieza.
Hay varios tipos de laboratorios, según la función que cumplen. Hay 21 oficinas para investigadores PhD con habitáculos adjuntos para dos investigadores candidatos. Hay laboratorios más grandes, de 60 x 15 metros. También, sitios para 300 investigadores y una línea de mesones de trabajo de 800 metros lineales.
En el nivel 4 está el bioterio (donde hay palomas, ratas y otros animales de laboratorio) y, en el nivel 3, el laboratorio de protocolo, al que solo se ingresa con esos blancos trajes estériles… que luego se queman.
El nuevo edificio es sustentable, sostenible y, paradójicamente, ‘full’ tecnología. Obviamente, hay cuartos fríos, ultracongeladores (de -180 °C), cuarto oscuro, áreas de esterilización y lavado, un snack bar, 25 salas de reuniones por cada piso…
No se desperdició ni un camión de tierra de desbanque; esta sirvió para rellenar los sitios que lo requerían. La orientación, asimismo, tuvo como determinantes los soleamientos y vientos de la zona y los equinoccios.
Así, explica Calle, no se necesitó utilizar aire acondicionado sino solo ventilación natural. Los quiebrasoles incorporados en las fachadas este y oeste mejoran la iluminación y la temperatura interiores.