El reto del audiovisual nacional es sostener las producciones

‘Muerte en Berruecos’ es una coproducción entre Ecuador, Venezuela y Panamá. Foto: Cortesía producción Muerte en Berruecos y Fiebre de motocicleta

Paralización de rodajes, cierre de cines, nuevas plataformas de ‘streaming’, cambios en la institucionalidad pública son algunos hechos que marcaron un punto de inflexión en la producción audiovisual ecuatoriana durante el último año.
Hacer cine bajo las actuales circunstancias impone nuevos retos y oportunidades para el sector. “Las películas se tienen que financiar y se tienen que exhibir para llegar a la mayor cantidad posible de espectadores dentro del mercado para el que están planeadas. Lo que pase en medio depende de la calidad y la ejecución”, dice Arturo Yépez, productor y CEO de Touché Films.
El desarrollo y financiamiento, afirma Yépez, se ha complicado porque el sector privado dejó de invertir en proyectos audiovisuales, a lo que se suma una crisis institucional que limita la posibilidad de tener un crecimiento del fondo estatal para promover la producción.
Mariana Andrade, presidenta de la Copae, asegura que es importante fortalecer la institucionalidad que se vio trastocada tras la fusión de los institutos de Artes y Cine.
Para la productora Julia Silva, es importante sostener el Fondo de Fomento Cinematográfico y sobre todo garantizar un acceso equitativo y ágil a los diferentes incentivos.
En las convocatorias 2021 la nueva Dirección de Fomento del Cine y el Audiovisual contará con un presupuesto de USD 1 417 000, que estará distribuido en 15 categorías que beneficiará a 85 proyectos.
El año pasado, el nuevo Instituto de Fomento para la Creatividad y la Innovación entregó al sector audiovisual USD 1 932 813 a 91 proyectos beneficiarios. Los fondos y el número de beneficiarios se incrementaron en relación al 2019, año en el que se distribuyó USD
1 411 506 entre 57 proyectos.
Más allá del fondo de fomento, el productor y presidente de la Academia de Cine del Ecuador, Gonzalo Ponce, asegura que el Estado y el Ministerio de Cultura tiene una deuda pendiente para concretar un plan de estímulos fiscales para inversión privada y extranjera en el audiovisual, promoción internacional y la creación de una comisión fílmica.
La ejecución de los proyectos también ha tenido que adaptarse a la “nueva normalidad”. “Hay que ser más sintético en la narrativa y buscar nuevas maneras de contar historias”, dice Yépez, frente al desafío de ajustar guiones, trabajar con equipos reducidos y ser más exigentes y eficientes durante los rodajes.
En el campo de la exhibición, la convivencia entre lo virtual y presencial es otro de los desafíos que avizora Andrade. La productora asegura que los estrenos nacionales en salas de cine mantendrán su nivel de asistencia, pese a la actual reducción de aforos.
Aunque ve como positiva la apertura de nuevas plataformas de ‘streaming’ nacionales, asegura que la sobreoferta de contenido en línea seguirá haciendo difícil que una cinta local pueda competir con una superproducción internacional.
El audiovisual, dice Silva, ha entrado en un proceso de transformación en el que hay que empezar a visualizarlo a partir de otras formas de escritura, producción y circulación, que incluso, rebase la pantalla grande para extenderse a lo transmedia.
Yépez asegura que es momento de cambiar los modelos paternalistas de fomento, pensar no solo en la producción sino también en la difusión y apuntar a una industria autosostenible, que por el momento no existe.