La Organización Mundial de la Salud sugiere que el 2% de la población done. En el país, la cifra es 1,4%. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Las vendas ocultan las profundas heridas en el pecho de Flavio Olives. Hace una semana, un intenso dolor reveló una grave afección cardíaca. Tenía tres válvulas obstruidas y requirió incluso un baipás coronario de urgencia.
El lunes, mientras se recuperaba en una de las salas de la Clínica Guayaquil, se enteró que durante la cirugía de cuatro horas recibió cinco unidades de glóbulos rojos, plasma y plaquetas. “Yo doné sangre en dos ocasiones. Quién diría que ahora recibiría tanto”, contó recostado en una camilla.
Cincuenta unidades de glóbulos rojos por un trasplante hepático. Una unidad cada tres hemodiálisis en casos de insuficiencia renal crónica. Plaquetas para pacientes oncológicos. Eso y más se pide… La demanda de componentes sanguíneos es alta. Pero obtenerlos no es sencillo.
La falta de donantes, que hoy, 14 de junio, conmemoran su Día Mundial, y los altos costos de procesamiento hacen que los 19 bancos de sangre y el hemocentro nacional, registrados por el Ministerio de Salud Pública (MSP) en el país, vivan con el producto que les llega a diario.
“Prácticamente, lo que captamos hoy lo despachamos mañana. Estamos viviendo el día a día”. Lo resume Carlos Burneo, secretario general de la Cruz Roja en Guayas. El organismo cubre casi el 70% de la demanda nacional de hospitales públicos y privados. Solo el año pasado despachó 280 000 productos sanguíneos.
Obtener la materia prima es una de las principales dificultades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) fija como porcentajes óptimos de donación un mínimo del 2% de la población y un máximo de 5%. Pero en los últimos cinco años, Ecuador no ha salido del 1,4%, el equivalente a 14 donantes por cada 1 000 habitantes.
Otra complicación es el costo del procesamiento. Víctor Velásquez, coordinador técnico del Banco de Sangre de la Cruz Roja del Guayas, explica que las pintas deben pasar por al menos cinco fases (ver infografía). Cada paso representa un costo por cubrir.
Si bien la Ley Orgánica de Salud prohíbe la comercialización y el lucro en el proceso de donación, sí establece la recuperación de gastos por procesamiento. El Tarifario Nacional de Prestaciones del Sistema de Salud fija el valor de USD 52,67 por cada componente sanguíneo.
Pero Burneo hace observaciones a ese cálculo. Explica que el rubro es el resultado de un fraccionamiento por 2,5, que corresponde a la cantidad de productos sanguíneos que, generalmente, se obtienen de una pinta: un concentrado de glóbulos rojos, plasma fresco congelado y plaquetas.
Los glóbulos rojos representan el 80% de los pedidos. Por ello, el secretario de la Cruz Roja plantea una división prorrateada del valor. “Eso se hace en otros países”, comenta.
A los glóbulos rojos, que son los más utilizados, se les carga el 80% del costo. Entonces, según el tarifario privado de la Cruz Roja (cerca del 30% de sus productos sale bajo este tarifario), los glóbulos cuestan USD 85; las plaquetas, USD 27; y el plasma, USD 20.
Con esos montos realizan pruebas adicionales a las cinco establecidas por Salud para detectar ciertos virus. Y, de ampliarse este tarifario, Burneo asegura que podrían tener más tecnología e invertir más en campañas de motivación. Pero esa no es la realidad.
Para conseguir la sangre, la Cruz Roja coordina brigadas en parques y zonas comerciales de varias ciudades. Cada día, en promedio, los motivadores de una carpa en el norte de Guayaquil captan entre 20 y 30 donantes, después de largas charlas de convencimiento. “Lo ideal sería llegar a 45 por día”, dice Christopher García, integrante de la brigada.
Para mantener el ‘stock’, los bancos que funcionan dentro hospitales buscan la sangre entre sus trabajadores. En el Teodoro Maldonado, del Seguro Social en Guayaquil, los empleados y sus familiares donan al menos tres veces al año.
Cada mes, este banco capta cerca de 1 200 unidades, que se entregan gratuitamente a los afiliados en cirugías o tratamientos. Pese a las campañas, que también se repiten en las salas de espera y áreas de consulta, Jessica Gaspar explica que la mitad de sus reservas proviene de la donación por compensación; es decir, familiares y amigos de los pacientes que entregan su sangre.
El lunes, mientras Katty Guamán se recuperaba de una operación por un cáncer de estómago, su tío Cristóbal Mogro acudió a las pruebas para donar. Ella requirió cuatro pintas de urgencia y su madre tuvo que buscar parientes y amigos para reponerlas.
Según datos del Ministerio de Salud, cada vez los donantes voluntarios ganan más peso frente a los compensatorios. En el 2016, la balanza estuvo en 70% para los voluntarios y 30% para los de reposición.
El secretario de la Cruz Roja cree que es necesario aumentar las cifras de donantes voluntarios, pero los de tipo recurrente. Estas son personas comprometidas con el cuidado de la salud, para dar su sangre cada tres o cuatro meses.
Hugo Tobar es uno de ellos. Comenzó a donar como un favor, y luego lo convirtió en rutina durante los últimos 14 años. “Ya perdí la cuenta de las donaciones -dice el hombre de 32 años- lo importante es dar. Una pinta puede ayudar a cuatro adultos y hasta siete niños”.
En la Clínica Guayaquil, Flavio Olives continuará su recuperación. Una sonda aún drena sangre de su pecho, por lo que podría necesitar más transfusiones. El paciente de 65 años no conoce a sus donantes, pero les agradece. “Sigan donando sangre -pide-, para salvar más vidas”.
En contexto
Hoy se conmemora el Día Mundial del Donante de Sangre. Cerca de la mitad de los 112,5 millones de unidades de sangre que se extraen en el planeta se donan en los países de altos ingresos, donde vive el 19% de la población. En Ecuador faltan donantes.