Los drones son utilizados para obtener imágenes de las zonas de crianza de los tiburones. Foto: Cortesía Alex Heam
Los drones se han convertido en una nueva herramienta para conocer más sobre la fauna marina del país. El uso de estos aparatos en el campo de la biología ha ido creciendo en los últimos dos años, sobre todo en las costas de Esmeraldas y en las islas Galápagos.
A casi 100 metros sobre el agua, estos drones captan las imágenes de tiburones, ballenas, rayas y otras especies marinas en su hábitat natural. El objetivo es conseguir la mayor cantidad de datos sobre el comportamiento de los animales, sin que la presencia de estos aparatos se convierta en un problema para su conservación.
Alex Hearn, profesor de la Universidad San Francisco de Quito y del Galapagos Science Center, cuenta que esta herramienta se empezó a utilizar en el proyecto de tiburones juveniles de Galápagos desde el 2018. Aunque dos años antes ya empezaron a hacer pruebas, desde ese momento decidieron aplicar formalmente esta técnica en los alrededores de la isla San Cristóbal.
La idea surgió cuando los investigadores descubrieron que la cantidad de tiburones que atrapaban con las redes no era una muestra de la abundancia real de individuos que habitaban en la zona. Los resultados estaban afectados por otros factores como el movimiento del agua. Esto les llevó a buscar un método que les permitiera monitorear la situación desde el aire.
Antes de utilizar los drones en altamar, los científicos hicieron varias pruebas para comprobar si este aparato les permitiría observar a los tiburones en distintas profundidades. Hearn explica que los miembros del equipo tuvieron que capacitarse en el manejo de los dispositivos.
Lauren Goodman, asistente de investigación de posgrado de Ecología de UNC Chapel Hill, es una de las encargadas de dirigir a estos aparatos en el aire. Goodman aprendió a utilizarlos en el patio de su casa y su afición por estos la motivó a obtener el certificado de piloto de drones en Estados Unidos. En estos dos años ha podido juntar sus conocimientos en biología marina y en esta tecnología para conocer más sobre los tiburones.
El uso de estos vehículos aéreos no tripulados en la ciencia ha ido creciendo rápidamente, dice Goodman. Esta técnica le ha permitido estudiar una mayor cantidad de áreas en las islas Galápagos que las que podía analizar antes con herramientas tradicionales. Ahora conoce más sobre los patrones de abundancia de los tiburones juveniles y, gracias a las imágenes captadas por los drones, los investigadores encontraron a un tiburón martillo bebé en una zona donde antes no lo habían observado.
“El dron nos permite hacer un sobrevuelo rápido y eficaz en muchas lagunas”, dice Hearn. Actualmente, el monitoreo está enfocado en 12 sitios cercanos a San Cristóbal, que se cree podrían ser zonas de crianza de estos animales. La idea es replicar el modelo en otras islas del archipiélago.
El uso de estos aparatos en zonas biodiversas implica más retos, que en otros lugares. Hearn explica que no es recomendable utilizarlos en sitios de anidación ni en zonas con alta presencia de aves. Es necesario tener cuidado con especies como las fragatas, ya que pueden atacar y destruir el dron. La idea es no molestar a la fauna del lugar.
Javier Oña, investigador del proyecto Cetáceos Ecuador y asociado a la USFQ, dice que el sonido que producen estos aparatos es otro aspecto que se debe tener en cuenta. Oña y su equipo elaboraron un protocolo para el manejo adecuado de drones, en el que se recomienda que estos no vuelen a menos de 100 metros de altura de la superficie del agua.
Los investigadores del proyecto Cetáceos Ecuador, que se lleva a cabo en la costa de Esmeraldas, también empezaron a utilizar estos aparatos con fines científicos en el 2018. Oña cuenta que la idea inicial era hacer un documental sobre estos animales. Al ver el material audiovisual que habían conseguido con los drones, descubrieron la utilidad que estos podían tener para la investigación de la fauna marina.
Durante estos años han obtenido imágenes que revelan el comportamiento de las crías y la relación que tienen con sus madres. Por ejemplo, dice Oña, se puede observar cuántas veces salen a la superficie a respirar. La información recopilada también les ha permitido conocer las interacciones entre los individuos de la misma especie y las dinámicas de poder.
Ahora, se están enfocando en análisis más complejos como la fotogrametría. Esto implica obtener varias imágenes para medir el tamaño de los individuos. Con estos datos se puede conocer el estado de salud de las ballenas que llegan a las costas del país.