Dosis de hormonas para lograr la metamorfosis de los cuerpos

Jade inició su tratamiento hormonal hace aproximadamente tres meses. Ella se siente como una mujer, aunque nació como hombre. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO

Jade inició su tratamiento hormonal hace aproximadamente tres meses. Ella se siente como una mujer, aunque nació como hombre. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO

En la Asociación Silueta X, el doctor Iván Ludeña inyecta hormonas masculinas a Andrés, un joven transgénero que inició su cambio esta semana. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO

El aroma de esa colonia varonil embelesa. Sus músculos parecen no sentirse a gusto en esa camiseta tan ceñida. Su corte es perfecto, casi de tipo militar; pero insiste en un retoque.

James se mira en el reflejo de un vidrio y ve lo que siempre quiso ver. “Ahora me tratan y me ven como un hombre”, dice con voz firme.

Hasta hace tres años era otra persona. Vivía atado a una sensual y esbelta figura femenina que incluso le llevó a ser modelo de televisión. Jessy, como le llamaban, nació mujer. “Pero me sentía en una prisión (…) Hoy puedo decir que murió una chica y renació un chico”.

James, de 23 años, es transmasculino y descubrirlo fue un camino duro. Tuvo que afrontar el rechazo de su familia, depresión, soledad, hasta que hace 19 meses inició una terapia de reemplazo hormonal.

Los estrógenos, naturales en su cuerpo de mujer, fueron menguando por la dosis de testosterona que se inyecta cada tres meses. Con ese tratamiento, y el continuo ejercicio en gimnasios, sus senos ahora son sólidos pectorales.

Olvidar su pasado no es tan sencillo. Kelly, su hermana gemela, es su espejo. “Por mucho tiempo, cuando fui quien no era, hice felices a otros. Ahora es momento de vivir mi felicidad”.

El inicio del cambio

Andrés tiene miedo a la herencia de su madre. Sabe que sus caderas seguirán ensanchándose. Las pantalonetas holgadas y las camisas anchas le ayudan a camuflar lo inevitable.

“Desde pequeño me miraba en el espejo -recuerda- y quería tener cuadritos, músculos. Siento que no estoy bien así… con caderas y pechos”.

El martes, cuando Brasil disputaba su paso a octavos en el Mundial, Andrés asistió a su cita médica en el centro psico-médico de la Asociación Silueta X, en Guayaquil. El fútbol es su pasión. Se confiesa un delantero goleador, pero dejó la fiebre mundialista para empezar su terapia hormonal.

Antes tuvo que aprobar una evaluación psicológica. El ‘Chino’, como le dicen sus amigos, comenzó su transformación física hace un año. Hizo a un lado las faldas y cambió su melena por un corte al ras. Esa nueva imagen la fue tejiendo en las redes sociales, donde pasó de Andreína a Andrés.

“Mi mamá no me aceptaba. Dijo que tenía que ser mujer, que quería que le dé nietos. Pero comprendió que estoy en un cuerpo que no es mío”, dice frente al doctor Iván Ludeña.

El médico, con el apoyo de endocrinólogos y psicólogos, orienta a los pacientes transexuales en el uso correcto de hormonas. Antes, cuando no contaban con este servicio del Ministerio de Salud, los chicos y chicas trans tomaban pastillas libremente, esto traía consecuencias fatales como severos daños hepáticos y renales, edemas, diabetes, hipertiroidismo e incluso trombosis.

Ahora este dispensario maneja un esquema de aplicación. El primer y determinante paso es la valoración psicológica, puede tomar tres o cuatro meses. “Debemos estar seguros de que es una necesidad interna. No es para hacer feliz a otro o para encontrar parejas heterosexuales”, explica Diane Rodríguez, presidenta de Silueta X.

Diane experimentó la terapia hormonal y sabe que no hay marcha atrás. Tampoco se arrepiente y por eso ayuda a otros a encontrar su verdadera convicción frente a esta terapia.

Jade inició su tratamiento hormonal hace aproximadamente tres meses. Ella se siente como una mujer, aunque nació como hombre. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO

James le ayuda en esta tarea. El joven da charlas a grupos de gais y lesbianas para explicar en qué consiste y ayudarles a discernir si es lo que buscan.

Quienes pasan la evaluación psicológica siguen el proceso con una serie de exámenes médicos para verificar su estado de salud. Solo entonces están listos para recibir las dosis de hormonas y cada tres meses deben pasar por un chequeo.

A Andrés no le distrae el grito de gol por la jugada de Neymar. Está atento a las indicaciones del doctor Ludeña. Él recibirá inyecciones periódicas de hormonas masculinas. “Tu voz se hará más grave, tendrás una distribución más varonil de la grasa corporal e incluso podrías desarrollar vello facial”. Así las hormonas esculpirán su nuevo cuerpo.

La ruta hacia la feminidad

Un diminuto espejo es su cómplice. Andrea acepta tomarse una foto, pero no sin antes retocar su maquillaje. Polvo, colorete y un labial rosa brillante. En minutos está lista.

En las últimas semanas, la joven de 27 años, activista por los derechos de los trans, decidió retomar la hormonoterapia. “Es una nueva pubertad, solo que ahora como mujer. Mis pechos están creciendo. Duelen, siento una ligera comezón”.

La terapia hormonal es más común en las transfemeninas (de las 256 de ellas que asisten al centro médico de Silueta X, unas 100 acuden por el tratamiento; solo cuatro son transmasculinos).

El proceso empieza con antiandrógenos, fármacos para inhibir la reacción de las hormonas varoniles. El vello facial se atenúa, la voz se torna más frágil y la grasa corporal busca otro rumbo, hacia las caderas, hacia los pechos. Las tabletas de hormonas femeninas vienen después como complemento. Son dosis diarias, más una inyectable cada semana.

Jade ve evolucionar su cuerpo. Con la terapia -que comenzó hace tres meses- Julio va quedando atrás. Aunque en realidad nunca tuvo tanta cabida en ese cuerpo esbelto, de piernas alargadas, de cabellera larga. “He liberado mi feminidad. Hay gente que toma esto como locura, como confusión, como algo del diablo...”.

En contexto

Mañana (28 de junio de 2014) se celebra el Día del Orgullo Gay en el mundo. Para festejar este evento se realizarán marchas y desfiles en muchas ciudades. Para las organizaciones Glbti todavía existen deudas pendientes en cuanto a la protección y el respeto de sus derechos.