La donación de cabello para fabricar pelucas se reactivó a inicios del 2021

Flavia Jácome tiene 13 años. Donó su cabello a finales de marzo de este año. Foto: cortesía Fundación Dibuja una Sonrisa

Cuatro años dejó transcurrir Flavia Jácome para nuevamente cortarse el cabello y donarlo. La última vez que lo hizo fue cuando tenía 9 años. Con la reciente entrega suma tres y, por el tono de su voz, lo volverá a donar cuando el cabello alcance el largo solicitado. Se entusiasma cuando cuenta su experiencia.

Fundación Ser Feliz (Guayaquil) recibe trenzas de 30 centímetros de largo en adelante. Fundación Dibuja Una Sonrisa -en cambio- acepta ‘colitas’ a partir de los 20 centímetros.

Esta última tiene su sede en Quito, pero con sus campañas recorre las diferentes provincias del país. Ambas fundaciones reciben las donaciones para elaborar pelucas para pacientes, sobre todo, oncológicos.

Fundación Dibuja Una Sonrisa las teje a la medida. Con esas pelucas, los niños pueden nadar y hasta pararse de manos; permanece fija. Ese detalle encanta a los hombres y mujeres que las reciben; son felices, menciona Javier Sandoval, director ejecutivo de la fundación.

Despertar ese sentimiento es la principal motivación de los donadores: niñas, adolescentes y adultos de diferentes edades. “No tengo idea de quién será la persona que recibirá mi cabello, pero sé que se pondrá feliz”, dice María Paula Echeverría, de 19 años.

Ella donó una ‘colita’ de alrededor de 23 centímetros de largo. Después cortarse el cabello colgó su foto en redes sociales, convirtiéndose así en vocera de la gestión de estas fundaciones y despertando el interés de más personas, sobre todo de aquellas que se dejaron crecer el cabello a partir de mediados de marzo del 2020. Allí fue cuando arrancó la pandemia por el covid-19.

Eugenia Caicedo es una de ellas. No sabía ya qué hacer con su cabello. Lo conserva intacto desde hace 14 meses. Luego de ver la publicación de Echeverría agendó cita con su estilista y “hoy (12 de mayo) me lo cortaré”. El largo de su cabello supera los 30 centímetros.

Martín Morales, del área de donación de cabello de la Fundación Dibuja Una Sonrisa, afirma que las entregas cayeron en el 2020, pero que con el paso de los días más personas visitan sus oficinas para e­ntregar el cabello.

Antes de la pandemia recibían hasta 250 donaciones al mes. Ahora llegan a las 120, pero esa cantidad no es suficiente, pues para elaborar una peluca se requieren entre cinco y seis donaciones. Actualmente, ese número alcanza para fabricar hasta 12 pelucas mensualmente.

Y para elaborar cada una de ellas se requieren USD 250. En esa fundación, el donante cubre el 10%. A ese aporte se le llama ‘apadrinamiento’. Fundación Ser Feliz, en cambio, asume todo el costo.

Ambas organizaciones reciben cabello de cualquier grosor y tono. El único requisito de la fundación, con sede en Guayaquil y presidida por Lizette Ortega, es que esté libre de químicos por al menos seis o siete meses. De ahí, puede estar con canas, ser lacio o crespo.

Ortega afirma que para fabricar sus pelucas necesitan de entre 20 y 25 donaciones. Están a punto de alcanzar el cabello suficiente para elaborar la primera, desde que retomaron la campaña, que fue hace dos meses. El covid-19 también frenó las donaciones en ese punto.

Para motivar a más gente a donar, Flavia Jácome cuenta un poco más de su experiencia “estamos cumpliendo un sueño: que puedan tener cabello otra vez. Es emocionante”.

Suplementos digitales