Dos organizaciones en Quito cumplen una labor titánica: Recolectar cabellos y elaborar pelucas para personas que, por alguna condición médica como el cáncer, perdieron su cabellera. Lo hacen para ayudar, dar alegría y dibujar sonrisas.
Una de ellas es la Fundación Dibuja una Sonrisa que inició sus operaciones en el 2010. En ese año, Javier Sandoval, fundador y director de proyecto social de esta entidad lucía el pelo largo y decidió rapárselo y hacer una donación.
Esa iniciativa no fue casualidad, pues su abuela padecía cáncer. “Al mirar a mi abuelita sin su cabello pensé que su imagen se había marchitado. Entendí entonces que ayudar en el proceso emocional de un paciente, por ejemplo entregándole una peluca, es un aliciente importante en su imagen”, recuerda.
Para hacer esta donación se dirigió a SOLCA, ubicado al norte de Quito. Allí le comunicaron que no recibían donaciones de cabello ni elaboraban pelucas. Por ello decidió investigar y encontró que, hasta ese entonces, la práctica se realizaba únicamente en Estados Unidos, México y Canadá y que en Sudamérica no había referentes.
Así inició el proyecto. Sandoval encontró gente que simpatizó con su idea y con quienes empezó campañas de recolección de cabello. En un inicio, las pelucas que entregó la Fundación Dibuja una Sonrisa no eran hechas por ellos, tenían la colaboración de un artesano externo especializado en la realización de estos productos.
Esta realidad cambió en el 2013 cuando adecuaron las instalaciones de la Fundación para confeccionar las pelucas ahí. Ahora son los voluntarios los encargados de juntar los cabellos y preparar ese regalo para la persona que lo necesita.
Actualmente, en la Fundación Dibuja una Sonrisa, los voluntarios confeccionan las pelucas. Foto: Cortesía.
La Fundación Dibuja una Sonrisa opera en Quito, Guayaquil, Babahoyo y próximamente en Ambato y Cuenca. Si las personas no se encuentran dentro de estas ciudades, la fundación ofrece asesoramiento para proceder al corte y posterior envío.
Gabriela Muñoz, de 31 años, realizó una donación para Dibuja una Sonrisa. Recuerda que el procedimiento fue sencillo y que le tomó entre dos y tres días. “La Fundación detalla en un correo todos los pasos, además de la información que existe en su página web, asegura”.
En Quito también funciona la organización Hair With Heart, fundada por Margarita Bustamante en el 2012, pocos meses después de que ella descubriera que padecía cáncer de mama.
La detección temprana le dio la oportunidad de elegir con qué niveles de quimio y radioterapia atacar a la enfermedad. Se inclinó por las más fuertes para aumentar sus posibilidades de supervivencia. Perdió todo su cabello.
La experiencia le enseñó que las pelucas sintéticas no siempre son lo mejor para los pacientes con cáncer, usó varias pero no logró sentirse cómoda hasta que su esposo le regaló una hecha con cabello real, la llamó Catalina y recuerda que la acompañó y le dio “fuerza”.
Esta preferencia por el cabello real se evidencia actualmente. El interés de Alexandra Melendrez, de 37 años, de colaborar con Hair With Heart era ayudar a los niños con cáncer que tenían la necesidad de tener una peluca con cabello natural.
Para ella, es importante saber que alguien más está utilizando su cabello. “Yo solo quería apoyar a una persona con cáncer y lo cumplí”, dice.
Las personas que donan cabello están invitadas en ambas organizaciones a hacer un seguimiento de lo que sucede con él. Así se aseguran de que sea destinado a una peluca para un paciente con cáncer. Foto: Cortesía.
Hair with Heart y la Fundación Dibuja una Sonrisa no tienen ánimos de lucro. Ambas entregan de forma gratuita las pelucas cuyos costos de elaboración oscilan entre los USD 50 y los USD 150. En el mercado nacional, el precio de estos productos puede ascender hasta los USD 2 000.
Para cubrir los costos, un requisito en Dibuja una Sonrisa es hacer también un aporte monetario de mínimo USD 15 junto con la donación de cabello.
En tanto, Hair with Heart, apela a la solidaridad de sus seguidores para poder continuar con su labor. Necesitan personas que, voluntariamente, colaboren con dinero para la elaboración de la peluca. Sin embargo, esta organización sí acepta cabellos, aunque estos no incluyan un aporte económico extra.
Ambas organizaciones reconocen que existen lugares que se han aprovechado de la buena voluntad de las personas que donan su cabello y no elaboran pelucas ni las entregan a pacientes con cáncer. Asimismo, le impiden a las personas que hacen este aporte saber en qué se va a utilizar la donación.
Es por eso que las dos entidades dan la posibilidad de hacer un seguimiento. En el caso de Hair With Heart se comparten imágenes en la cuenta de Facebook de la organización, mientras que en Dibuja una sonrisa se puede conocer el destino del cabello mediante su sitio web.
Para Muñoz, la cultura de donación de cabello está creciendo en el Ecuador. Ella personalmente tiene familiares y amigos que, luego de conocer sobre su obra, se están animando a hacer lo mismo.
La distancia no es un impedimento para las personas que quieren ayudar. María José Escobar tiene 36 años y vive en Ambato por lo que tuvo que enviar su cabello a Hair With Heart por correo. Cuenta que tiempo después recibió una fotografía de la niña que recibió la peluca. “Donar mi cabello fue una obra social y sí lo volvería a hacer”, finaliza.