‘La muerte de Jaime Roldós’ es el documental de los directores Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera. Foto: Archivo
Más de 20 años en la escena cinematográfica ecuatoriana, y toda una vida trabajando en la preservación de la memoria fílmica ecuatoriana, han otorgado a Wilma Granda, directora de la Cinemateca Nacional Ulises Estrella, la certeza de que el cine ecuatoriano es esencialmente documental.
Si bien en los últimos años ha habido un fomento de las producciones independientes que apuntan a la ficción, el documental aún prepondera en los archivos donde reposa el pasado y presente del cine nacional. O, desde la producción, la presencia de películas como ‘Silencio en la tierra de los sueños’, de Tito Molina, son un ejemplo de aquellos híbridos que transitan entre ficción y documental.
A finales de la semana que comienza se realizará el III Encuentro Nacional de Cine, la cita en la que, entre otras cosas, se debatirá el presente y futuro de las producciones audiovisuales ecuatorianas y en la que se abordarán los parámetros de una nueva Ley de Cine. Entre esos puntos a reflexionar se encuentra el documental, una de las líneas de producción exitosas en el país.
Para hablar de cifras, 35 proyectos documentales fueron financiados con más de USD 1,2 millones en los dos últimos años. Estas son cintas en las que no solo se habla de la realidad política ecuatoriana, como lo es el caso de ‘Alfaro Vive Carajo’, sino, además, ponen su atención en la historia natural del Ecuador (ej. ‘La leyenda de los Tayos’) o en la construcción de esta nación (‘Historias de rieles, durmientes y balastro’).
Para el documentalista Manolo Sarmiento, este encuentro es una oportunidad para dialogar sobre uno de los capítulos importantes de la historia del cine ecuatoriano: la protección del patrimonio fílmico. Si bien la Ley de Fomento del Cine Nacional ha sido uno de los detonantes para que el Estado apoye a la producción de material audiovisual, en la actualidad se debe abogar en la creación del depósito legal que permita archivar adecuadamente los trabajos de los realizadores locales.
Asimismo, es necesaria la regulación del mercado audiovisual para que las películas independientes tengan las mismas oportunidades de difusión que aquellas que pertenecen a las grandes corporaciones cinematográficas.
Tras casi diez años de la puesta en marcha de la Ley, uno de los ámbitos que ha mejorado en el caso del documental, según Granda, es la forma en la que los cineastas se acercan a sus historias. Con la llegada de mayor cantidad de recursos se ha podido afinar la calidad de la imagen, el sonido, y todo lo que atañe a la producción. Esto ha provocado, a la postre, la creación de un cine documental ecuatoriano que cuenta con las herramientas necesarias para competir internacionalmente.