Angelina Jolie solicitó una demanda de divorcio por la forma en que su esposo, el actor Brad Pitt, “criaba a sus hijos”. Foto: AFP
El pasado lunes 19 de septiembre de 2016, la famosa actriz Angelina Jolie presentó una demanda de divorcio a Brad Pitt, su esposo desde hace dos años y padre biológico de 3 de sus 6 hijos. Según el portal estadounidense especializado en noticias de farándula, TMZ, el motivo por el que la actriz solicita la separación está relacionado con la forma en la que Pitt cría a sus hijos.
¿Cómo se entienden las diferencias en la forma de la crianza de los hijos? En el caso de la pareja, conocida como ‘Brangelina’, siempre se destacó el respeto que existía por parte de los actores en la toma de decisiones sobre sus hijos. Un ejemplo de ello es la vez que su hija Shiloh, de 8 años, decidió cortar su cabello y lucir ropa de hombre.
Según recopila el diario El País de España, desde que la niña tenía 3 años se hacía llamar John y en varios eventos, como el estreno del filme ‘Unbroken’ dirigido por Jolie, apareció luciendo un terno al igual que sus hermanos. La pareja apoyó la decisión de la pequeña a lucir de esa manera. Le compró trajes, corbatas y apoyaron su cambio de nombre.
Sin embargo, existe la posibilidad que, pese a llevar acuerdos en la crianza de los menores, uno de los padres considere que el otro no cumple con su rol de manera positiva. Para el doctor Napoleón Vásquez, antes de llegar a esa acusación, es importante realizar una test de personalidad que demuestre que uno de los cónyuges, efectivamente, no está capacitado para ser padre o madre.
El profesional explica que la crianza corresponde en igual medida las dos cabezas del hogar. Esto, según la psicóloga infantil Alexandra Duicela, es vital para evitar que se generen conflictos en el hogar y para consolidar una convivencia en armonía que sea base para la formación de los hijos.
No obstante, que uno de los adultos desista de aportar con su tiempo y su dedicación a la crianza de los pequeños sí puede desembocar en la necesidad de romper el lazo matrimonial por salvaguardar la salud de todos. Esto no exime a ninguna de las dos partes de la crianza de los hijos.
Para Vásquez, tras una separación, los padres deben asimilar aspectos reales que ocurrirán en la sensibilidad de sus hijos, por ejemplo, la inestabilidad emocional, la laguna paterna o materna, la inseguridad en el hogar, entre otros.
Esas situaciones adversas se pueden ahondar si las disputas que llevaron a la separación no fueron zanjadas. Lo que determinaría que todo lo que realice el padre o la madre en el tiempo que tenga con sus hijos será siempre examinado al detalle buscando un motivo para hacer reclamos.
También podría ocurrir que, más allá de las subjetividades, se compruebe que uno de los padres, pese a estar separados, realmente no realice un buen trabajo en la crianza. En esos casos, según la abogada Alejandra Izurieta, uno de los progenitores podría solicitar la patria potestad de sus hijos que será otorgada si se evidencia que los menores no disfrutan de sus derechos o no reciben los beneficios que requieren a su edad.
Los malos tratos o la violencia– física y sicológica- son otros factores por los que uno de los padres pueden perder la custodia de sus hijos. Esto hechos adversos pueden figurar como un factor determinante para solicitar la exclusividad del cuidado de los hijos.
Para Vásquez, es clave que los acuerdos sean fijados con asistencia terapéutica, que permitan consolidar un estilo de vida que involucre responsabilidades y deberes que ayuden a la formación y el crecimiento feliz de los hijos.
Carolina Rodríguez, es madre de una menor de 6 años. Para ella, la separación del padre de su hija significó el fortalecimiento del vínculo con su pequeña. Sin embargo, ello no produjo que el padre tenga un espacio distante en el hogar. “Nosotros nunca vivimos con el padre de mi hija, pese a eso, las dos repetimos cada día que lo amamos mucho y es nuestro ángel”, dice.
Para Rodríguez, el tema de la crianza no debe alterarse por la separación. En su caso, como madre siempre trata de inmiscuir al padre en los temas de familia. Desde el día a día en la escuela como en los temas económicos fuertes. “Cada que existe un problema en casa, nos sentamos los tres a charlar y si él no se encuentra físicamente, lo llamamos para ponerle al tanto y tomar decisiones”.
Para Vásquez, la convivencia pacífica de los padres separados es clave para que los hijos entiendan que, pese a que sus padres vivan en otras casas, no los han perdido. Con ayuda psicológica, los menores deben aceptar esa realidad y asimilarla.
El panorama cambiará negativamente si pese al divorcio el malestar continúa entre los adultos. Los hijos sentirán que la causa de la separación son ellos, generando así un sentimiento de culpabilidad.
También puede ocurrir que prefieran culpabilizar a unos de los padres por la ruptura. Es un error, dice Vásquez, pensar que los menores piensan y toman las cosas como lo hacen los adultos, pues esto ahonda la crisis de la separación. “Los pequeños siempre serán más susceptibles a todo”, opina.
A razón de aquello, el especialista sostiene que los niños deben tener contacto con su padre o madre sin mayor impedimento. Con mayor sentido si existen convenios de visitas o acuerdos de tiempos compartidos, pues, en el última instancia, es la vivencia que los hijos tengan con sus progenitores lo que permitirá sobrellevar y sostener sus vidas ante las ruptura