Jóvenes modelos kichwas lucieron diferentes diseños de los trajes de las mujeres de estos dos pueblos indígenas de la Sierra Norte. Foto: Cortesía Alexis Criollo y Sofía Tocagón
Mercedes Molina es la matriarca de tres generaciones de hábiles bordadoras del suroriente de la capital de Imbabura.
La septuagenaria mujer, oriunda de la comunidad kichwa de La Magdalena, tejía anacos (faldas) con lana de borrego para venderlos y ayudar a mantener el hogar.
Mientras con su mano derecha sujeta el cardado, relata en kichwa que también elaboraba el vestuario tradicional para sus ocho hijas.
El gusto por las blusas bordas con hilos de colores y las faldas plisadas -típica de la indumentaria karanki y kayambi- lo heredaron seis de sus descendientes. Cuatro de ellas conocen del diseño de estas prendas, pues tienen almacenes de esta variedad de ropa.
Ellas organizaron una primera feria y pasarela de ropa indígena karanki y kayambi, que se realizó el fin de semana pasado. La cita de moda se desarrolló en los pasillos del centro turístico El Pondo, uno de los más cotizados de la parroquia Angochagua.
Esther Tambi, hija de Molina, señala que el vestuario de las mujeres karanki y kayambi es similar. En los dos casos consta de un anaco plisado, una blusa bordada, un chal, sombrero y alpargatas. El bordado de la camisa karanki tiene un trazado más geométrico que la otra.
Ella conoce el tema porque aunque pertenece al primer pueblo aprendió a confeccionar prendas kayambis. A esta nacionalidad también pertenece su esposo.
Por ello, en la parroquia González Suárez, en Otavalo, que está dentro del territorio ancestral kayambi, abrió la tienda Warmi Wasy (Casa de la Mujer), que viste a las damas de los pueblos.
En este emprendimiento familiar, Sofía Tocagón, hija de Esther Tambi, se ha vinculado al negocio. Aunque se formó como psicóloga clínica, ella se dedica al diseño de prendas innovadoras, sin descuidar la esencia -en colores y formas- de los trajes de estas etnias.
La experiencia le permite a Tocagón descifrar los gustos de sus clientes. Explica que mientras la mujer karanki prefiere las figuras inspiradas en la naturaleza, las kayambis gustan de formas más elaboradas, como los íconos andinos.
Una de las más populares entre las jóvenes es la Chacana o Cruz Andina labrada en el cuello de las blusas. Otras, en cambio, lucen formas que representan al sol, caracoles y cuadrados que simbolizan el universo.
Con el tiempo, el bordado de blusas y faldas pasó del trabajo manual a las máquinas de coser, reflexiona Molina.
La propuesta de nuevos modelos ha tenido una buena acogida. Eso les ha permitido abrir nuevas tiendas, como Artesanías Marisol, que instaló en Quito Marisol Ibaza, nieta de Mercedes Molina. También está el local Bordados Silvia Tambi y el taller de su hermana Hortensia, en Ibarra.