Los tsáchilas tienen su mercado. La mujer tiene su falda ‘tunán’ de colores: amarillo, rojo, azul, tomate, verde… Foto: Vicente Costales/EL COMERCIO
La influencia de las tradiciones ancestrales o antiguas se nota en muchos aspectos del arte nacional. La fabricación de velas con motivos que refuerzan esa tradición no es la excepción.
Desde hace dos años, Ninachik (Luz de Fuego, en español) moldea velas que retratan a personajes, fiestas y tradiciones de diversas etnias del país (tsáchilas, saraguros, afros…) y a personajes tradicionales de las fiestas populares.
Los detalles como ojos, collares y boca son pintados a mano. Jenny Gálvez, socia de esta microempresa, detalla que los interesados en este producto pueden elegir entre 40 distintos diseños, que se comercializan desde USD 10.
Entre ellos, obviamente, no podía faltar el tradicional Diabluma (cabeza de diablo). El nombre nativo para este personaje es ayauma y está presente en los pueblos cayambis y caranquis.
Otro modelo muy llamativo es el Taita Carnaval, que representa la abundancia y la fortuna. Él lleva su tradicional sombrero del que se desprenden hilos naranjas y amarillos.
El clásico cucurucho de la procesión de Jesús del Gran Poder de Viernes Santo conforma la trilogía de velas preferidas por los clientes, afirma María Isabel Aguirre, la otra socia de Ninachik.